CAPITULO II PARTE DIEZ

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El compañero del teniente Hale, Joon Geng, llevó a Hyuk y a Shindong Hee a la comisaría del Distrito 3, situada en Lakeshore. Bin los seguía en la Harley. Hyuk no cesaba de girarse para
comprobar que seguía allí. Shindong se dio cuenta, pero no comentó nada. 

Hale presentó a Geng como «mi media naranja», pero Hale era lo que Leo denominaba
el «perro alfa»; Hyuk lo supo desde el momento en que vio juntos a los dos hombres. Era el modo en que Geng miraba a su compañero, incluso la forma en que observaba a Hale sentarse en el asiento del acompañante del Caprice. Hyuk había visto aquella clase de cosas miles de veces en su propia casa. 

Pasaron junto al reloj de un banco, el mismo por el que Leo había pasado no mucho rato
antes, y Hyuk inclinó la cabeza para mirar la hora. Eran las cuatro y nueve minutos de la tarde. 

El díase había alargado como alquitrán caliente. Miró por encima del hombro, aterrorizado por la idea de que Bin pudiera haber desaparecido, seguro en algún rincón oscuro de su mente y de su corazón de que habría desaparecido. Pero no era así. Bin le dedicó una sonrisa, levantó una mano y lo saludó. Hyuk le devolvió el saludo. 

—Parece un hombre muy agradable —comentó Shin. 

—Sí —asintió Hyuk, pero no quería hablar de Bin, no con los dos policías sentados en la parte delantera, sin duda escuchando cada palabra que decían—. Deberías haberte quedado en el hospital. Dejar que te examinaran para asegurarse de que no te ha herido con el taser. 

—Joder, si me lo he pasado bomba —replicó Shindong con una sonrisa; sobre los pantalones
desgarrados llevaba una enorme bata de hospital a rayas azules y blancas—. La primera vez que me siento absolutamente despierto desde que perdí la virginidad en las Colonias Baptistas, y eso fue hace ya un tiempo. 

Hyuk intentó corresponder a aquella sonrisa, pero no logró esbozar más que una mueca. 

—Bueno, supongo que se acabó el Picnic Estival, ¿eh? —preguntó. 

—¿A qué te refieres? —replicó Shindong con aire extrañado.

Hyuk se miró las manos y no se sorprendió demasiado al comprobar que cerraba los puños. 

—Me refiero a Leo. El aguafiestas. Un aguafiestas de mierda.

Oyó aquella palabra, aquel «mierda», brotar de sus labios y apenas pudo creer que la hubiera
pronunciado, sobre todo en el asiento trasero de un coche de policía, en presencia de dos detectives. 

Se sorprendió aún más al ver que su puño izquierdo salía despedido y golpeaba el panel de la
portezuela, justo encima de la manivela de la ventana. 

Geng dio un respingo. Hale miró por encima del hombro sin expresión alguna en el rostro y
a continuación volvió a concentrarse en la carretera. 

"Tal vez", murmuró algo a su compañero. Hyuk no lo sabía con seguridad ni le importaba. 

Shin le cogió la mano, que le palpitaba con fuerza, e intentó abrirle el puño, amasándolo como si fuera una masajista ocupada con un músculo agarrotado. 

—No pasa nada,Hyuk —susurró con aquella voz profunda que retumbaba como un camión en punto muerto. 

—¡Sí que pasa! —gritó Hyuk—. ¡Sí que pasa, no digas que no! —Las lágrimas le quemaban los ojos, pero eso tampoco le importaba. Por primera vez en su vida adulta lloraba de rabia y no de vergüenza ni de temor—. ¿Por qué no se marcha? ¿Por qué no me deja en paz? Le pega a Jaehwan, estropea el picnic... ¡El puto Leo de mierda! —Intentó golpear de nuevo la puerta, pero Shindong no le soltó la mano—. ¡Puto Leo de mierda!

Shindong asintió. 

—Sí. Puto Leo de mierda. 

—¡Es como una... una marca de nacimiento! ¡Cuanto más la frotas e intentas librarte de ella, más oscura se vuelve! ¡ Leo de mierda! ¡Puto Leo apestoso de la puta mierda! ¡Lo odio! ¡Lo odio! 

Se interrumpió e intentó recobrar el aliento. El rostro le palpitaba, tenía las mejillas surcadas de lágrimas..., pero no se sentía exactamente mal. 

¡Bin! ¿Dónde está Bin? 

Se volvió, seguro de que esta vez sí habría desaparecido, pero ahí estaba. Volvió a saludarlo. El le devolvió el saludo, algo más calmado. 

—Eso es, Hyuk, enfádate. Tienes todo el derecho del mundo a enfadarte. Pero...

—Oh, claro que estoy enfadado. 

—... pero no ha estropeado el día, ¿sabes?

Hyuk parpadeó. 

—¿Qué? Pero ¿cómo han podido seguir? Después de...

—¿Cómo pudiste seguir tú después de todas las palizas que te dio? —interrogó Shindong.

Hyuk se limitó a menear la cabeza sin comprender. 

—En parte es perseverancia —explicó Shin—. En parte, supongo, es pura y simple testarudez. Pero sobre todo, Hyuk, se trata de dar la cara. De demostrar al mundo que no pueden intimidarnos. ¿Crees que es la primera vez que pasa algo así? No, señor. Leo es el peor, pero no el primero. Y lo que haces cuando se te presenta un aguafiestas en el picnic y esparce su mala vibra es esperar a que la brisa se lleve lo peor y luego seguir. Eso es lo que están haciendo ahora mismo en Ettinger's Pier, y no sólo porque hayamos firmado un contrato con los chicos de Infinite. Seguimos porque tenemos que convencernos de que no nos pueden jorobar la vida..., el derecho a la vida. Oh, algunos se habrán marchado, como Lana Kline y sus pacientes, supongo, pero el resto estará allí. Suga y Minhyuk volvían a Ettinger's cuando hemos salido del hospital. 

—Bien hecho, chicos —comentó el teniente Hale desde el asiento delantero. 

—¿Cómo ha podido dejarle escapar? —preguntó Hyuk en tono acusador—. Por el amor de Dios, ¿sabe al menos cómo lo ha conseguido? 

—Bueno, la verdad es que nosotros no le hemos dejado escapar —puntualizó Hale en tono suave —. Han sido los de Seguridad del parque; cuando han llegado los primeros policías, hacía ya rato que tu ex había desaparecido. 

—Creemos que ha robado una máscara de niño —intervino Geng—. Una de ésas que cubren toda la cabeza. Se la ha puesto y se ha esfumado. La verdad es que ha tenido mucha suerte. 

—Siempre tiene suerte —masculló Hyuk con amargura mientras entraban en el estacionamiento de la comisaría, con Bin a la zaga—. Ya puedes soltarme la mano —dijo a Shindong. 

Shin obedeció, y Hyuk asestó otro puñetazo a la puerta. Esta vez le dolió más, pero una parte
recién descubierta de su ser se regocijó en el dolor.

—¿Por qué no me deja en paz? —repitió sin dirigirse a nadie en particular. 

Sin embargo, una voz dulce y embriagadora le respondió desde lo más profundo de su mente.

"Te desharás de él", aseguró aquella voz. "Te desharás de él, Hyukkie".

Hyuk se miró los brazos y comprobó que se le había puesto la piel de gallina.

¥ESTERDAY (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora