PARTE DIECISÉIS

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Hong Bin estaba a punto de volver a llamar, maldiciendo su nerviosismo (era un hombre que por lo
general no se ponía nervioso en ese tipo de asuntos), cuando él contestó.

—Ya voy. Ya voy, un momento.

No parecía enfadado, gracias a Dios, de modo que tal vez no lo había sacado del baño.

¿Qué diablos hago aquí?, se preguntó mientras oía los pasos de Hyuk acercarse a la puerta.
Esto es como una escena de una comedia romántica de tres al cuarto, la clase de película a la que ni Tom
Hanks puede sacar partido.
Tal vez era cierto, pero ello no cambiaba el hecho de que el chico que había ido a su tienda la
semana anterior se le había quedado grabada en la memoria. Y en lugar de ir desapareciendo con el
paso de los días, el efecto que había surtido en él parecía ser acumulativo.

Sabía dos cosas con certeza. Era la primera vez en su vida que compraba flores para un chico al que no conocía, y no se había puesto tan nervioso antes de pedir a un chico que saliera con él desde los dieciséis años.

Cuando los pasos llegaron al otro lado de la puerta, Hong vio que una de las grandes margaritas estaba a punto de escaparse del ramo. La ajustó en el momento en que se abría la puerta, y al levantar la vista vio al chico que había cambiado el diamante falso por un cuadro bastante malo mirándolo
con ojos asesinos y blandiendo lo que parecía una lata de duraznos. Parecía paralizado entre el deseo de asestar un golpe preventivo y el esfuerzo con que su mente acababa de darse cuenta de que él no era la persona que esperaba. Bin pensó más tarde que aquél fue uno de los momentos más exóticos de su vida.

Los dos se quedaron mirando en la puerta de la habitación que Hyuk ocupaba, él con su ramo de flores primaverales de la floristería de Hitchens, el otro con su lata de duraznos en almibar de un kilo levantada sobre la cabeza, y aunque el silencio no duró más de dos o tres
segundos, a Bin se le antojó eterno.

Sin duda fue lo bastante largo como para que se diera cuenta de algo inquietante, desconcertante, molesto, asombroso y maravilloso. El hecho de verlo no cambiaba las cosas, como había esperado, sino que las empeoraba. No era muy guapo, al menos no desde un punto de vista convencional, pero a sus ojos era bellísimo. El aspecto de sus labios y la línea de su mandíbula le cortaban la respiración, y el sesgo gatuno de sus ojos de color café le hacía temblar las piernas.

Sentía la sangre alterada y las mejillas ardientes. Sabía muy bien qué indicaban aquellos síntomas, y se enfureció al notar que se apoderaban de él.

Le alargó las flores con una sonrisa esperanzada, pero sin perder de vista la lata.

—¿Tregua? —preguntó.

*****

La invitación a cenar de Bin lo cogió tan desprevenido después de darse cuenta de que no era Leo que aceptó. Suponía que el alivio también había desempeñado un papel importante.

No fue hasta que estuvo sentado en el asiento del acompañante del coche de Bin cuando el señor Práctico-Sensato, que llevaba bastante tiempo relegado a un rincón, lo alcanzó y le preguntó qué estaba haciendo.

"Mira que salir con un hombre (un hombre mucho más grande que él) al que no conocía. ¿Acaso estaba loco?"

Aquellas preguntas encerraban un matiz de terror verdadero, pero Hyuk las identificó como lo que
eran… Puro camuflaje.

La pregunta más importante era tan espantosa que el señor Práctico-Sensato no se atrevió a formularla, ni siquiera en las profundidades de la cabeza de Hyuk .

¿Y si Leo te encuentra? Aquella era la pregunta más importante.

¿Y si Leo lo encontraba
cenando con otro hombre?

¥ESTERDAY (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora