La guerrera tiene la mirada fija en Dios que es quien le dará su victoria.
No pelea viendo a su compañero y muchas veces no pelea ni si quiera viendo a su comandante. De su boca no sale exaltación hacia el hombre pues que será de ella? el dia que el hombre caiga o falle. Medita y llega a la misma conclusión que llegó el siervo del Señor diciendo: «Pues yo mismo soy hombre».
Y por lo tanto estamos llenos de imperfecciones de errores de miedos. Por eso pelea viendo al autor de la fé, siguiendo sus pasos, caminando según sea su voluntad y su perfecto propósito.