En el camino de la guerrera muchos la han reprendido, algunos con suavidad y otros con severidad, nunca es de mucho agrado que seas tú el objetivo de un grito, y mucho menos de un sermón que si viene del hombre puede durar años por la misma causa, palabras que hieren son lanzada de manera constante, pero al final la corrección bien fundamentada trae consigo unos valores implacables. Cuesta pero vale la pena.
Pero la corrección implacable de Dios, viene sin gritos, sin palabras ofensivas y sin daño físico, pero como duele. Dios es un padre amoroso pero dice la palabra que a quienes amó a esos disciplinó por qué si no seríamos como bastardos sin padres que nos corrigieran. Y si nos disciplina es para que podamos participar de su santidad. Duele la represión pero es necesaria para obtener el fin deseado por nuestro Dios.