Fobias [EunHae + 18]

17. Día en el campo

POV Compartido

Despierto en la mejor almohada de todas, el pecho de Hyukkie. Ayer cuando llegamos del acuario hicimos el amor dos veces y de ahí nos fuimos a dormir temprano, porque había que madrugar, a ti te gusta llegar temprano donde tu primo, quieres ayudar. Cierro mis ojos nuevamente, tengo pereza, mi reloj biológico dice que la alarma de mi celular está por sonar pero no voy a soltarme de tu agarre hasta que eso pase y quizá hasta un rato más, adoro regalonear contigo. Me apego más a tu cuerpo invadido por tu aroma, cuando despierto junto a ti siempre estoy de tan buen humor y yo nunca he sido alguien que adore las mañanas, pero en tu compañía se que puedo sonreír aunque tuviera que despertarme al alba.

Abro uno de mis ojos al escuchar sonidos inteligibles de tu parte, mueves tus labios y se escapan esos soniditos otra vez, que lindo eres. La somnolencia me gana de nuevo y cuando estaba empezando a dormirme suena mi alarma. No quiero moverme, estoy tan a gusto y calentito acurrucado contigo. Comienzas a removerte pero sigo sin hacer siquiera el intento por despertar o soltarme.

—Mmmmm... Hae—. Tu voz grave, somnolienta, me hace sonreír.

Una de tus manos acaricia mi pelo. —Bebé... —el sonido de mi alarma cesa, creo que la apagaste.

—Despierta —alejas tu mano de mi pelo y la devuelvo en el acto. Una risita casi imperceptible sale de tus labios. —Hae, vamos.

Suspiro al sentir tu caricia de vuelta en mi pelo, muevo negativamente mi cabeza.

—No —me quejo. —Un ratito más Hyuk.

—Siempre me la pones difícil en las mañanas. Eres un regalón dormilón— tu tono no es de molestia, es de adoración.

Es cierto, lo soy completamente. Abro un ojo, luego el otro y digo —¿Soy tu bebé regalón?

Asientes sonriendo. Y me levanto apenas para moverme y quedar a la altura de tu rostro, al lado tuyo.

Mis manos acarician tu cara y alejo un par de mechones de pelo que tapan tu frente.

—Buenos días. ¿Cómo dormiste, Hyukkie?

—Genial cielo, me siento descansado. ¿Y tu?

—Yo igual.

Me restriego un ojo, y paso una mano por mi pelo, hago un puchero porque al sentir los dos remolinos que me han acompañado desde siempre, no necesito ni mirarme para saber que mi pelo debe estar en todas direcciones.

Siento tu mirada en mí y mis ojos te buscan de inmediato, no me quitas la mirada.

—A veces eres tan adorable que me dan ganas de comerte.

Me sonrojo todo y tiemblo —¿Uhhmmm?

—Ven aquí, quiero mi beso de buenos días.

—No sé, voy a pensarlo —digo todavía sonrojado.