Cita con el mejor ganador de peluchitos del mundo

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No creo que realmente sea una cita, yo creo más que es una "salida casual" por lo cual decido vestirme para la ocasión ósea en el lenguaje de Nathally: una falda que me llega hasta la mitad del muslo con unas medias y una playera color negro acompañada de una chaqueta estilo cuero y unos botines que me encantan. NO estoy vestida para una cita, creo...
Como por arte de magia justamente a las cinco y puto llaman a la puerta, está viendo un episodio de the vampire diaries el cual por suerte termine de ver, apago la televisión por qué se quién está llamando a mi puerta justo esta hora. Tomo mi bolso y me dirijo a la puerta.
Cuando la abro BOM, en la puerta esta parado Thomas. No con la ropa desaliñada que lleva a la universidad, si no todo lo contrario. Lleva puesto el estilo de un chico popular y el peinado de algún protagonista en la película de algún chico popular, se ve ¿cuál sería la palabra? ¿Guapo? Si, se ve guapo.
-Hola, Thom- le digo ocultando mi aparente asombro por su apariencia.
-Hola, ¿estás lista para la mejor visita a la feria de tu vida?- me dice con todo de presentador de la t.v.
Me limito a reír por su comentario, y a asentir con la cabeza.
-Hay un ligero problema, nada del otro mundo.- me dice.
-Te escucho.- le digo volteándolo a ver, este forma una sonrisa de niño pequeño que hizo un travesura, se podría decir que su cara es tierna, me dan ganas de ¿pellizcarle los cachetes? Ok, eso es raro. No lo aré.
-Mi hermoso auto se averió y lo tuve que llevar al mecánico, estará listo dentro de dos días. Lo que significa que iremos en autobús.- me informa, y en su rostro se forma una sonrisa al ver mi cara de espanto. Provocada por el echo de que nunca he viajado en el autobús de esta ciudad.
-Genial.- digo tratando de mostrar la poca (mucha) importancia con respecto hacia ese asunto.
-ok, la parada está a máximo dos calles- me informa.
-andando- le contestó haciendo una sonrisa forzada.
Caminamos en silencio por qué lo exactamente pase calle y media hasta que veo la parada de autobuses, que para ser esta hora está medio lleno. Me subo sin pensarlo dos veces verificando que tenga el destino de la feria.
-y dime ¿como te va en las clases?- dice Thomas, rompiendo el silencio que se había formando entre ambos.
- algunas, para mi gusto son algo aburridas, pero me acostumbraré- le contestó haciendo cara de decepción.
El resto del viaje que es como de quince minutos no la pasamos hablando de la escuela y coincidimos que el el señor Marshall debe de dejar de usar la colonia que hasta la fecha usa, ya que aparte de matar las neuronas de las moscas, mata nuestras fosas nasales.
Después de caminar un poco más, Llegamos a la entrada de la feria y Thomas decide que sería bueno comenzar con los jugos relajados para después pasar a la casa de los susto, y la montaña rusa.
-es buena idea, primero nos preparamos y después que ya hayamos procesado el echo de que realmente nos divertiremos pasamos a lo más pesado- dice intentado convencerme.
Me hago la que lo pienso, aunque sé que ya ganó.
-de acuerdo- digo en tono de rendimiento.
Pasamos a la zona de tiro al blanco donde si aciertas más de tres veces te llevas un enorme peluche.
-¿está preparada para ver al mejor ganador de peluchitos en todo el mundo?- dice en tono juguetón, pero yo tengo ganas de reír por el modo en el que pronunció «peluchitos»
-asombrarme- le respondo.
Le dan 5 flechas para apuntarle al blanco, lo que significa que puede perder dos veces.
Se concentra y hace cara de estar en los Juegos Olímpicos y da el el blanco, eso se repite una vez más. Me asombra. Apunto de darle a blanco la ultimas vez para ganar falla, y la siguiente la vuelve a fallar.
-Parece que don experto en ganar peluchitos, se quedo sin suerte- le digo en todo burlón.
-que te parece si apostamos. Si yo fallo esta última, te dejaré que escojas los próximos juegos. En cambio si yo gano tendré un cita la próxima semana. ¿Te parece?- me pregunta ofreciéndole su mano para estrecharla y cerrar nuestro trato.
De ninguna manera el va a ganar así qué aceptó su mano con un gesto de superioridad.
Mis palabras quedan completamente calladas cuando el siguiente tiro da justo en el blanco.
-¿que te parece si pasó por ti a las cuatro?- me dice con su cara de triunfo recibiendo el enorme peluche que le entregan.
-de acuerdo- digo volteando los ojos como si fuera una tortura.
- No creo que este peluche se vea muy bien en mi recámara, es todo tuyo- me dice ofreciéndome el oso.
-Lo tomó, pero cárgalo tu. Yo ya di mucho para llevar el primer juego.
El resto de los juegos son muy divertidos, incluyendo la parte el la que en la montaña rusa Thomas gritó más que yo, incluso la chica encargada de la seguridad del juego pareció divertirle.
-hora de tomar nuevamente el autobús, señorita no grito en la montaña rusa y dejó en ridiculo a mi acompañante que tenía todo planeado- dice acercándose más a mi, dejando relativamente muy poco espacio entre nosotros- para hacer que esta fuera la mejor ida a la feria de tu vida, te lo prometí.- dice y por primera vez desde que lo conocí veo la calidad de sus ojos. Después vuelvo a la realidad y me alejo de el.
-si, es hora de volver a casa. Es tarde- le digo rascando mi cabeza.
Caminamos hasta la parada del autobús y con tan solo entrar me doy cuenta del frío que hace afuera y de el echo de que habría sido buena idea traer una chamarra más abrigadora.
Nos sentamos alado de una señora que tiene un niño que parece de tres años y a un bebé en brazos. Yo tomo el asiento alado del pequeño.
Intentó sonreírle por qué me ve con una cara muy seria, al momento el pequeño se echa a llorar, haciéndome sentir una idiota.
Volteo a ver a ver a Thomas que se encuentra observándome con atención y con una clara cara burlona.
-tranquila, no es posible que todo el mundo te ame- dice tratando de hacerme sentir mejor, lo cual es un intento fallido.
-gracias, ahora me siento mejor- digo sarcástica.
-es un honor- responde riendo y yo me uno a su risa.
El autobús para, lo que significa que llegó la hora de bajar de el y adentrarnos al frío invernal de la noche. Envuelvo mi brazos alrededor de mi, intentando evitar al frío que comienza a calarme los hueso.
-¿tienes frío?- dice Thomas mirándome.
-no... bueno tal vez un poco, si. -le contestó.
-toma- dece ofreciéndole su abrigo. Lo miro por un segundo y no pierdo más el tiempo el ponérmelo.
-gracias- digo sonriendo y avanzando para llegar pronto a casa.
En el porche del departamento me detengo y volteo a ver a Thomas, a quien parece que no le afecta el frío.
-me divertí hoy- le digo mirándolo.
-si, fue genial conseguir un cita contigo.- me dice e inmediatamente siento las mejillas calientes lo que significa que paresco jitomate.
-jaja- le digo.
-bueno hasta mañana, pequeña- me dice ofreciéndome el peluche que gano para mi.
-hasta mañana, que descanses- digo tomando el oso y dirigiéndome a la puerta.
-¿Nath?- me pregunta Thomas parado en el mismo lugar.
-¿dime?- le contestó volteándolo a ver.
-meee jajaja- dice partiéndose de la risa a lo cual yo solo ruedo los ojos.
-no enserio, mi abrigo. -Dice señalando su prenda.
-jaja claro, toma- le contestó quitándome el abrigo.
-bueno ahora si, adiós- dice.
-adiós- contestó.
Me adentro en mi departamento y me tiro en el sofá, estoy agotada. Fue un día genial. En particular por qué conocí el lado amable y simpático de Thomas, no el clásico «soy un chico malo» que pensé que era. Me alegro el conocer esa parte de el, Me gusta este Thomas.

El Amor De Tu Vida Puede Presentarse Dos Veces. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora