Wild Soul.

Capítulo 25.

Elyse P.O.V

-¿La ves hijo? Es un maldito monstruo-repite Amirov mientras mira a su hijo. Zayn se limita a observar la escena con horror.

Yo sigo tirada en el suelo cual moribunda, necesito sangre y no de animales. El dolor que proviene de las dos estacas clavadas en mi estómago cada vez es más fuerte y yo cada vez más débil. Maldito Dru, ¿dónde está cuándo le necesito?

-Déjame salir de aquí-murmuro y Amirov se limita a reír fuertemente.

-Va, acércate a ella Zayn, salva a tu amada-se burla. Zayn no nota la ironía en el tono de voz de su padre, le hace caso y se acerca a mí.

Las venas que descansan bajo la piel inferior a mis ojos se hacen notar y noto como mi mirada se ensangrienta, Zayn me mira con terror pero se sigue acercando. Mi mirada recorre todo su cuello hasta llegar a su yugular, ésta palpita demasiado rápido y se me hace muy apetitosa. Bajo las órdenes de mi cerebro sigo sin poder moverme, pero no quiero averiguar si dejándome llevar por el instinto primitivo del vampiro podré hacerlo.

-No quiero hacerte daño, aléjate-le gruño al moreno que ya está a menos de un metro de mí.

-Confío en ti, Elyse-responde el chico, acorta la poca distancia que nos separaba y acaricia mi mejilla con su cálida mano. Mis ojos se tornan color rojo escarlata y el instinto empieza a tomar poder sobre mi cuerpo.

-A ver si confías ahora en ella-gruñe Amirov que está parado detrás de su hijo. Inclina un poco la cabeza y entran dos hombres de negro al almacén, cuando éstos están detrás de mí, Amirov coge la mano izquierda de su hijo y le hace un pequeño corte en la palma de la mano con un cuchillo.

-¡¿Qué haces papá?!-exclama Zayn asustado y cierra la mano apretando con fuerza la herida. Unas gotas de sangre caen al suelo y evito mirarlas, pero el olor es penetrante. El cerebro ya solo manda una orden a mi cuerpo y mi instinto está encantado por cumplirla: atacar a la víctima.

Me pongo en pie y me acerco rápidamente a Zayn antes de que sus guardias, él y su padre perciban mi movimiento y poso mis colmillos sobre la yugular del chico y en milésimas de segundo su sangre caliente ya sacia mi sed. Lo que hay a mi alrededor ya empieza a nublarse y solo existo yo atacando a Zayn. Éste se debilita mientras le agarro con ambas manos y las piernas le empiezan a flaquear. No soy consciente de mis actos, solo importa su sangre invadiendo toda mi garganta y el placer que provoca ésta en mí. Fuertes brazos me rodean y tiran de mí con fuerza para alejarme de mi víctima pero doy un giro brusco y me suelto de su agarre. Oigo a lo lejos una voz que reconozco bien, de repente se acerca a mí y con una fuerza sobrenatural me empuja lejos de mi víctima. Por instinto animal le gruño al ponerme en pie. Le miro y veo a Dru levantando a Zayn del suelo. Otro vampiro que reconozco como Dominic Nicholson está cogiendo a Amirov por la espalda, evitando así que vaya a por su hijo. Los guardias se limitan a temblar de miedo por la escena. El rubio de Dru coge a Zayn, lo saca de allí rápidamente y a los pocos segundos vuelve al almacén para ayudar a su hermano con los dos guardias miedicas y el bruto de Amirov. Éste se retuerce para salir del fuerte agarre de los dos originales pero sus esfuerzos son vanos. Me acerco a los dos humanos miedosos colocándome bien la ropa y quitándome el polvo de la camisa. Tiro fuertemente de las dos estacas que atraviesan mi estómago y las saco de mí aliviando así el dolor y las tiro cerca de Amirov. Mi piel se recompone rápidamente y a los pocos segundos solo quedan mi camisa blanca manchada de sangre, ni una herida, ni una marca. Vuelvo a ser la de antes, fuerte y poderosa.

-A vosotros dos os mataré rápidamente, no sufriréis-digo acercándome más a los dos guardias, estos están inmóviles, por no hacer nada ni parpadean. Poso mi mano izquierda sobre el pecho de uno y la derecha sobre el pecho de otro. Clavo mis uñas y provoco un agujero en sus pechos, mis dedos ya notan el palpitar de sus débiles y humanos corazones. Extirpo el órgano vital en un abrir y cerrar de ojos y a los pocos segundos los guardias caen desplomados a mis pies. Me giro con ambos corazones en mis manos, miro a Amirov y se los tiro a la cara y me regala una mueca de asco y repugnancia.