Capítulo 8

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  Culmino mi día laboral, ¡por fin! Ansiaba llegar a casa, después de un día que había sido una montaña rusa de emociones. Aunque lo mas difícil había sido aguantar las horas laborales,  sosteniendo la calma después de su ausencia. Lo admitía, como nunca había  querido irme lo mas pronto que pudiera, quería terminar para irme a ver a Richard.

   A pesar de que mi día había empezado como la mierda, ahora irradiaba felicidad y nervios. Intente tranquilizar esa inquietud interior, que sentía que me gobernaría en cualquier momento, provocada por nuestra cita asegurándome que era una simple cena. No era tan simple como sonaba, hace tanto tiempo que no hacia esto... Era extraño, sobrevenía de haber estado evitando por tantos años que mis ligues fueran mas allá de una noche. 

    Adopte la postura de: no hablar nada personal, no intercambiar números, no hablar de un futuro, no charlas relajadas. Básicamente evitaba conocer al otro fuera de lo sexual, y ahora estaba rompiendo todas esas reglas propias.

  Un corriente eléctrica excitante recorría mi cuerpo haciendome sentir que volvía a mi esencia inexperta, la cual pensaba que había dejado atrás junto con mi adolescencia. Me reí de mi misma, negaba que no quedaba nada ya de esa antigua fase, y  últimamente en su defecto parecía volver a querer tomar posesión de cada una de mis partes débiles.

   No me detuve en cosas triviales, entre directo a mi cuarto para empezar a vestirme. Ya casi iban a ser las nueve, todavía no sabía ni que iba a ponerme. Me decidí por un look relajado pero sin perder el estilo. Unos pantalones de cuero ajustados que se pegaban correctamente a mis curvas, un top blanco y una campera de jean grande. Y como nunca, me atreví a bajarme de mis tacos y usar unas simples zapatillas. Me quite el poco maquillaje que cubría mi rostro, tome mi liso cabello rubio y me hice una cola alta.

  Me di un último repaso en el espejo, lucía bien sin perder el toque natural a la vez. Me gustaba, así quería que me viera, relajada. Si no estaba totalmente lista psicologicamente para enfrentar la situación al menos lo estaría mi atuendo. 

  Siempre había pensado que la ropa de una persona habla de su forma de presentarte a la sociedad, por mas que muchos piensen que es una frialdad. Una frialdad que para el pesar de esas personas lo dice todo del otro, de como te presentes al mundo depende tu éxito. 

   Cuando ya estaba irme ya, alguien decidió interrumpir mi salida haciendo sonar el teléfono de casa. Raro, recapacite... Solo mi familia tenia el numero de mi casa ¡Seguro era mi madre! Corrí para atender el llamado, cuando llegue a el apresuradamente, sin detenerme a procesar quien era  lo descolgué. No llegue ni a levantar el aparato maldito que ya había comenzado hacerme preguntas. Debí haber supuesto que esto pasaría, puesto que las revistas estaban llenas de fotos mías y de mi extraño acompañante, mejor conocido como el hombre que me traía loca o Richard. Por supuesto que eso mi madre, por lo menos por ahora, no estaría al tanto. 

 Agradecí en ese momento la suerte divina que tenia de que solo pudieran cubrir la entrada y no la fiesta, impidiendo que se capturaran fotos de nuestro magnifico primer beso. Si lo hubieran tenido, ahí si habría quedado totalmente expuesta como una pequeña frente a mi madre.

  Aleje el auricular de mi oreja, contando hasta diez para no perder la poca paciencia que tenia. Cada vez escaseaba mas. Suspire pesadamente. 

-Madre, ¿puedes parar? Me vas a dar dolor de cabeza- le suplique. 

-¿De esa forma me hablas después de tanto tiempo sin vernos? Ni un te extraño mi nena, sabes que las extrañamos mucho, a vos y a Rose.- puse cara de indignada, ella era la que me había agobiado con las preguntas y pretendía un te extraño.

Reviviendo sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora