Capitulo 2: Conociendo a los Smith

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El viaje no estuvo nada mal (primera clases ha sido de lo mejor), comí todo lo que quería y me senté todo el viaje junto a un chico muy guapo, mientras veíamos juntos una película animada. Hablamos casi todo el viaje, sobre el pasado, nuestros gustos y cosas que soliamos hacer. Pero tomamos más énfasis en el futuro y los planes que teníamos en este viaje.

Al bajarme del avión me despedí de Jake, quien me pidió mi número con la escusa de que no conoce a nadie y sería bueno llamar a alguien para salir un rato.
Se lo di sin dudar, esperando con ansias que me llamara. Me dió un beso en la mejilla que demoró más de lo normal y se fue.

Tuve que esperar como 10 minutos para que llegarán mis maletas; las tome y salí.
Al llegar a la zona de arribo internacional note que una niñita tenía en sus manos un cartel muy hermoso, decorada por ella misma donde sólo se leían dos palabras: SARA WILLIAMS. Junto a la niñita estaban dos adultos que al verme se alegraron mucho.

La pequeña corrió a mi encuentro y se lanzó a mis brazos (como si me conociera de toda la vida).

- ¡Bienvenida Sara! - dijo en un perfecto inglés - es un gusto conocerte al fin.
- El gusto es mío pequeña.
- Yo no me llamó pequeña - dijo un tanto molesta - mi nombre es Emily Smith.
- Oh. Lo siento Emily, no olvidaré tu nombre nunca más.

Le correspondí el abrazo y agradecí el recibimiento. Sus padres se acercaron y cordialmente dijeron.

- Hola Sara, es genial tener por fin con nosotros. Permitirnos presentarnos somos los señores Smith.
- Mucha gusto, yo soy Sara Williams y realmente les agradezco el haberme recibido en su hogar.
- No tienes nada que agradecer Sara.

El Señor Smith tomo mis maletas y las subió a su auto, que por cierto era muy grande y rojo.

El camino a mi nueva casa tomo como media hora entre conversaciones del viaje y chistes muy gracioso, mientras de fondo sonaba la radio a un volumen muy bajo.

Al llegar casi me da un paro cardíaco, frente a mi estaba una casa inmensa, de color blanco con detalles negros y un patio delantero muy grande, tanto que tenía una pileta en el centro con una estatua gris. Los carros estaban parqueados junto a una bodega, que luego me enteré que era la sala de juegos.

Dentro las cosas no aparecían ser diferentes, la casa estaba decorada tan bien que podría jurar que un profesional lo había hecho. En total, la casa tenía dos pisos. Abajo estaba la cocina (igual de enorme), el comedor, el cuarto de los señores Smith y la sala, donde había una pantalla plana muy grande y unos sofás muy cómodos.
Arriba había tres cuartos con baño cada uno, uno de Emily, el otro de su hermano (no se su nombre) y el último de huéspedes, que desde hoy era mío. Además había una biblioteca, un estudio y en el patio trasero una piscina. Era un lugar perfecto para vivir a los 18.

Al terminar el recorrido por la casa, me dieron la llave de mi habitación y me dijeron que podía decorarla como quisiera.

Mi habitación era sencilla, color blanco, con una cama muy suave en el centro y dos ventanas a los lados debajo de las cuales había unos cajones. Al frente de la habitación había una pantalla plana de 32 pulgadas y en un lado del cuarto un mueble grande para guardar mis cosas.

Mis maletas ya estaban allí, pero cuando me dispuse a ordenar mis cosas me llegó un cansancio tan grande que lo único que pude hacer fue acostarme en mi cama y dormir.

AMOR DE INTERCAMBIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora