"No puedes solo mirarme a los ojos y pensar que no sentiré nada, joder."
Me acerqué a sus labios con miedo
a romperme en el camino,
aún sabiendo que lo único que podía
romperme eran sus manos.
No era la primera vez que lloraba
lágrimas amarillas frente a sus ojos,
tampoco sería la última.
Pero me sentía bien teniéndolo cerca,
me sentía bien creyendo en él,
ya se lo había demostrado miles
de veces.
Me dolía verle roto y con el alma
a oscuras,
porque él siempre fue el que supo
curar(nos).
Me besó los párpados
tarareando una canción
que no tenía fin,
suspirando cada palabra.
Y me alegro de tenerlo aquí,
arrasando mi corazón,
sabiendo que la mejor melodía
que podía escuchar era él.