16.

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Solía esconderme entre las palabras,

entre explicaciones,

entre mentiras.

Me daba miedo hablar por

si él escuchaba demasiado,

por si acaso estaba esperando

para hacerme pedazos.

Sus palabras eran dinamita

para mi pequeño corazón amarillo

y sus ojos siempre estaban en mi,

como dos soles que se apagaban

con sus enormes sueños.

Y todas las noches, entre la niebla

de las calles grises

me acercaba a él y le gritaba que

los corazones se rompen,

porque son aún más frágiles

que nosotros mismos

y que el alma se alimenta

de colores vivos,

como él mismo.

YellowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora