No era septiembre, ojalá lo fuera.
Pero el sol se colaba en mi vida
justo cuando las lágrimas querían
salir a volar.
No sabía si era amor
o que él era demasiado brillante,
pero me acostumbré a tenerlo
tan cerca de mis manos,
que un sólo centímetro basta para
echarle de menos.
Me sentía atada a él, lo estaba.
Pero realmente me daba igual,
yo sólo quería empezar a colorear
su vida de la misma forma en la
que él pintó mi alma.Sabía mirarme a los ojos y decir
que realmente nada estaba bien.
Y eso era lo único que necesitaba,
saber la verdad.