Sus amigos decían que un corazón
no se rompe si tienes el alma
teñida de amarillo.
Yo sabia que mentían,
que todos tenían el corazón
echo pedazos,
que echaban de menos algo
que los mantenía vivos.
Todos habían perdido el hilo
que los unía a ellos mismo.
Él dijo que era una estupidez,
que todos estamos rotos
y que el negro siempre forma parte
de uno mismo,
que la clave esta en querernos
con todos los colores posibles.
Sabía que tenía razón,
me costaba reconocerlo.
Pero sus verdades dolían
y eso me consumía por dentro.