28. Que remedio...
—¿Es enserio? ¿Quieres que te lleve a conocer a mi manada? —preguntó sorprendido.
Yo asentí.
—Sí, ¿Por qué es tan raro? Ya que voy a ser su Luna, tendré que conocer la manada donde vives... —lo miro— ¿Qué pasa? ¿No quieres que la conozca?
—No, no es eso, si yo quería llevarte, lo que pasa es que creía que iba a ser pronto para tí, y no quería presionarte, con todo lo que ha estado pasando últimamente...
—Por eso mismo, como tu has dicho antes, necesito distraerme, y, ¿Qué mejor manera de distraerme que conocer a mi futura manada?
Él sonrió.
—Me alegro que quieras conocerlos, para mí es como si conocieras a mis padres, que también estarán allí por cierto, pero es muy importante para mí, y agradezco que hayas sido tú la que haya propuesto la idea.
—¿Por qué? —lo miro frunciendo el ceño.
—Ya te lo he dicho, con todas las cosas que están pasando, no quería añadir a la cola que también tuvieras que conocer a la manada pronto, ya te estaba presionando bastante con toda la información de que yo sea un hombre lobo, de que seas mi mate, de que vas a ser la Luna de una manada entera y ahora con lo de tu hermano... No quería añadir más presión.
—No pasa nada, me cuesta un poco de trabajo asimilarlo todo, pero al final acabo haciéndolo.
Él sonrió tiernamente.
—Me alegra oír eso.
Levantó su mano hasta llegar a mi mejilla, la cuál acarició suavemente.
Cerré los ojos, disfrutando su leve caricia.
Hasta que sentí sus labios sobre los míos, besándolos lentamente.
Su lengua y la mía se movían lentamente, sin querer separarse ni un momento.
Adam me atrajo hacía él, subiéndome encima suya en el asiento del conductor.
Llevó una de sus manos a mi espalda baja, mientras que con la otra intentó levantar mi camiseta.
Me separé de él.
—Ahora no, no tengas prisa, cuando lleguémos a casa terminaremos esto. —susurré en sus labios.
—Entonces comamos y volvemos, ya iremos a conocer a la manada mañana.
Reí.
—Ya que estamos fuera podemos ir, tenemos todo el tiempo para nosotros... —le guiño un ojo.
—Menos mal que tengo una casa para mí solo en la manada, así no hará falta esperar para llegar a casa. —dijo sonriendo pícaramente.
No pude evitar reirme.
—Anda mejor vamos, que tengo hambre. —dijo mirándome.
—Que remedio... —río levemente y me levanto de encima suya — y, ¿qué te vas a pedir?
—Ah... Pues no sé, cualquier cosa, no me apetece comer mucho ahora mismo.
¿Qué mierda?
—¿Eh? Pero si acabas de decir que tenías hambre. —lo miro frunciendo el ceño.
—Ya, he dicho que tengo hambre, pero no de qué. —me miró con una sonrisa.
—¿Ah si? —digo a lo que él asiente— ¿Y se puede saber de lo que tienes tanta hambre? —alzo una ceja mientras le cojo la mano y nos dirigimos al restaurante.
—Tu ya lo sabes.
Yo niego.
—Nop, no lo sé. —remarqué la "p".
Él rió.
—Anda no mientas, sabes muy bien de lo que hablo, sabes que tengo hambre de tí. —me miró con una sonrisa pícara.
—Pues me parece que vas a tener que esperar un poco, ya que vamos a ir a conocer a tu manada...
—Tranquila, sé como arreglármelas.
—Si tú lo dices...
Entramos al restaurante, que era bastante bonito, a decir verdad.
Las mesas eran redondas y estaban decoradas por bonitas luces a su alrededor.
Sobre esta había un precioso mantel blanco, adornado con una servilleta a juego y un par de cubiertos.
—Este sitio es precioso Adam. —dije mirándolo todo.
—Y aún no has probado la comida.
Cogí la carta y le eché un vistazo a todos los platos del menú.
—No sé que elegir, todo parece estar buenísimo... —hice un puchero.
—¿Quieres que yo elija por tí?
—Sí porfa, ¿Tú que vas a pedir?
—Todavía no lo sé, ¿pero qué tal si pido lo mismo que te voy a pedir a tí y comemos lo mismo?
Me encojo de hombros.
—Como quieras, tú eres el que ha venido aquí antes, confío en tí.
Él sonrió.
—De acuerdo. —pidió dos platos que no entendí a la camarera.
Al poco rato ya los teníamos encila de la mesa.
—Que aproveche.
Adam se quedó mirándome mientras probaba el plato.
—¿Y qué? ¿Te gusta?
Asiento.
—Está muy bueno.
—Me alegro de que te guste. —dijo para después empezar a comer de su plato.
La comida estuvo bastante bien, me relajó bastante, y como no hacerlo, estando con Adam se me olvidan los problemas por un rato, además de que sabiendo como estaba no paraba de hacer tonterías para subirme el ánimo.
Y cuando me quise dar cuenta ya nos dirigíamos a su coche, y pronto él empezó a conducir hacía su manada.
Tardamos un rato, no pensaba que estaría tan lejos.
—¿Preparada?
Yo asentí y bajamos del coche, empezamos a andar hasta entrar en una especie de pueblo.
—¿Pero a quién tenemos aquí? —dijo una voz a nuestras espaldas.
Xx.
Hola! Aquí os dejo el capítulo 28.
Espero que os guste.
Nos vemos en una semana.
Besos.
ESTÁS LEYENDO
Mi Alfa, Mi Mate [MAMM1]
Manusia SerigalaLa vida te puede cambiar en un segundo. ¿Cómo pasas de ser una chica normal, con una vida normal, a ser la Mate de un Alfa? -Eres mía, solo mía. -gruñó olfateando mi cuello. Soy Zoe, y te invito a conocer mi historia. Queda totalmente prohibida cual...