Parte 10

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Oliver se va de la habitación, salgo del baño y observo que su almohada no está, lo que es perfecto porque significa que no tendré que pasar con él esta noche, mañana todo vuelve a la normalidad, los señores Anderson regresan a California y yo regresaré a mi apartamento, me cambio y me voy a dormir.

Suena la alarma, como siempre, me levanto antes que todos para preparar desayuno, hoy es mi último día fingiendo ser la esposa perfecta, me levanto, me pongo mi bata, me lavo la cara y me maquillo un poco para no dejar ver mis ojeras por no dormir por culpa de satanás paseándose por mi mente toda la noche, voy a la cocina, Rosa ya está aquí, se me había adelantado y olía tan rico.

—Muy buenos días señorita Alexandra —sonríe de oreja a oreja, mientras menea algo en un tazón con una cuchara.

—Muy buenos días, Rosa —contesto, también sonriente y recuerdo el día que casi me ataca, supongo que Rosa ya sabía de nuestro matrimonio falso ya que ni siquiera se asombró al verme en bata y recién levantada.

— Veo que le gusta levantarse temprano. Este olor ya no tarda en levantar al joven Oliver —vuelve a sonreír, unas cuantas arrugas se marcan en su rostro.

Su cabello castaño está amarrado en una pequeña coleta porque lo lleva bastante corto. Sus ojos avellana me miran y regresan al tazón.

—El joven Oliver dice que usted cocina muy bien —agrega, frunzo mi entrecejo.

—¿Qué? ¿Oliver dijo eso? —asiente ¿Como que Oliver habla de mí con ella? voy a preguntar cuando escucho unos pasos dirigirse en nuestra dirección, llevo mi vista al sonido.

Oliver al parecer se había levantado antes a hacer ejercicio, tiene una toalla en su cuello y está sin camisa, sólo usa un buzo color negro, tiene el abdomen perfectamente marcado, sus brazos musculosos y fuertes, sus pectorales bien definidos, enserio que este hombre está completo, casi se me van los ojos revisando cada parte de su cuerpo pero lo intento disimular y me volteo en dirección al refrigerador y saco un jugo antes que se me pasen miles de escenas eróticas por la cabeza.

—Buenos días, Rosa —saluda, mientras camina hacia el desayunador, no me mira ni yo a él.

—Buenos días Oliver —contesta Rosa, lo mira levemente y voltea hacia la cocina.

Oliver se sienta en una banqueta poniendo sus codos sobre el desayunador, Rosa le sirve sus pancakes de fresa, ignorándome por completo, no es que quisiera que me saludara tampoco, es más no quiero que me hable, sí, que madura Alex. Rosa también me sirve a mí dos pancakes de fresa que olían muy rico y me hace una seña de que me siente a la par de Oliver.

¡Estupendo! ¡Lo que me faltaba! Hago lo que Rosa me dice, no tengo de otra.

—Talvez deberían mostrar más entusiasmo —murmura —se supone que son una pareja de recién casados, mi pablo y yo tenemos 35 años de matrimonio y aún nos miramos como el primer día que nos casamos —frunzo mi entrecejo —así tienen que verse ustedes, tienen que creérselo ustedes primero para que el resto lo crea, si continúan así los señores Anderson comenzarán a sospechar, mírala —se dirige a Oliver —mírala a esos bellos ojos, abrásense, bésense —¿Ah? bien Rosita, alto ahí —si tu padre no se cree eso de que la amas te quitará la presidencia igual y este esfuerzo de ambos será en vano, tómale la mano.

¿Qué? Oliver vuelve a verla dudoso ante su petición y yo igual.

—Vamos, toma su mano —insiste y yo continúo desconcertada , Oliver pone ahora la toalla que tenía en su cuello sobre el desayunador, lo que deja toda la parte superior de su musculoso cuerpo a la vista, no puedo seguir con esto, me distrae. Él toma mi mano y enarco una ceja observándolo, sus manos son muy suaves.

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora