Me dirijo al baño, necesito arreglar mi cabello o todos creerán cosas malas de nosotros por nuestras cuantas horitas fuera. Le pido a Oliver que me acompañe y este accede, bueno, no tiene de otra, además, no tengo amigas acá así que Oliver es mi única opción. El me espera afuera con su porte erguido y varonil, todo un caballero que hace que toda chica que pasa a la par de él se quede contemplándolo por varios segundos, pasan dos chicas y se le quedan viendo, él las observa, me recuesto sobre el marco de la puerta del baño para observar como les dedica una mirada seria pero seductora a las tipas esas, el volteo a verme, le hago una seña con mi mano de que lo estoy viendo y él ríe a carcajadas, le sonrío y cierro la puerta del baño, arreglo mi cabello y mi maquillaje, aún me veo bien a estas horas de la noche, salgo y ya está Oliver viendo su reloj.
—Diablos, tendré que esconderte todos los relojes —menciono, caminando hacia él, levanta la mirada y me sonríe.
—Si me escondes los relojes fracaso como empresario, si no vas a ser disciplinado con el tiempo que haces las cosas, mejor no las hagas —no duda en responder y yo frunzo mi entrecejo.
—¿Qué? Más vale tarde que nunca, mi amor —él me mira levemente con una media sonrisa, de seguro porque lo llamé mi amor, pero bueno, eso ya es mala costumbre. Toma mi mano y caminamos hacia la fiesta.
—Eso fue inventado por un flojo que no quería hacer su trabajo a tiempo. Conmigo vas a aprender que cinco minutos son cinco minutos —me detengo de golpe y lo observo.
—Tú y yo nunca nos vamos a entender —digo seriamente, él ríe a carcajadas y entrelaza sus dedos con los míos mientras continuamos nuestro camino.
—Por supuesto que no —exclama, miro por el rabillo del ojo que esboza una sonrisa.
Buscamos a los chicos en la fiesta, los divisamos en la zona VIP, nos hacen seña para que nos acerquemos a ellos.
—Yo quiero irme —expresa —¿Y tú, Alex? —está muy cerca de mi oído por el sonido de la música, su cercanía hace estremecer algo en mi interior.
—Bueno, está temprano aún —contesto, él asiente tomando mi mano y dirigiéndose hacia los otros chicos.
Lo único que hay disponible en este lugar es un pequeño sillón blanco a la par de su amigo Dason, me lleva hasta el lugar con su mano rodeando mi cintura, toma asiento y me hace de seña que me siente en sus piernas, lo hago y puedo admitir que al inicio fue un poco incómodo pero ¿ya qué? total y es mi esposo, según la ley y aquel abogado bigotudo que aplaudía solito cuando nos casamos.
El joven mesero nos lleva unos tragos, tomo uno para mí y otro para Oliver que en estos momentos está hablando con Dason quién es corredor de bolsa de Wall Street, ¿Todos estos amigos de Oliver son jóvenes exitosos? Mis amigos con costo y pueden pagar sus cuentas básicas y prestando dinero.
Tomo uno de los tragos y le doy el otro a Oliver directamente en su boca.
—Quieres emborracharme para luego aprovecharte de mí ¿Cierto? —enarca una ceja, y sonríe ampliamente.
—No sabes las cosas que pienso hacerte —le guiño un ojo mientras pongo en la mesa ambos contenedores, él suelta una leve risa y rodea mi cintura con ambos brazos.
—Entonces continúa —agrega, también guiñando su ojo. Ambos reímos, sólo nosotros entendíamos nuestro sarcasmo.
O espero haya sido sarcasmo.
Me acomodo y me recuesto sobre el regazo de Oliver, continúa su plática con Dason, a quién su novia le está besando el cuello y comienza a reír, lo que hace que Oliver también ría y a mí también me causa gracia. Podría dormirme perfectamente en estos momentos, la suave y cálida mano de Oliver está acariciando mi cabello, pone unos mechones detrás de mi oreja y comienza a acariciarlo suavemente, que bien se siente, si pudiese congelar el tiempo, sería específicamente ahora.
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Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)
RomanceAlexandra Carlin, es una chica recién graduada de la universidad, sin éxito en el campo laboral, es contratada por fin como secretaria del presidente de una revista de prestigio a nivel internacional, Oliver Anderson, un joven apuesto de 25 años, Ol...