Parte 29

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Correspondo su beso suavemente, esos labios húmedos se pasean por los míos de una manera sosegada que me gusta. Se separa lentamente de mí y me observa a los ojos.

—Oliver... Te aclaro algo, yo soy la persona más seria que tú hayas podido conocer —tomo sus manos que aún estaban tomando mi rostro y entrelazo sus dedos con los míos.

—Sí, claro —me mira con su mirada más sarcástica posible —Vamos a comer algo luego que compongan esta basura. ¿Te parece?

—¿Basura? Oliver ¡Es una Land Rover del año que viene! ¡Ni siquiera de este año! ¡Sino del año que viene!

—Puedo comprarte una de estas si quieres Alex. Pide gusto.

—¿Qué? ¡Por supuesto que no! Oliver, yo no quiero tener cosas por ti o por alguien, yo quiero tener cosas que yo pueda pagar y comprarlas por mi propio esfuerzo.

—Lo sé, mi amor...

Extremo silencio entre ambos.

¿Mi amor? Esas palabras sonaron tan bellas en mi cabeza. No sonaron como otras veces que me ha dicho mi amor por sarcasmo, esto fue diferente, podría llorar de emoción en estos momentos, pero sería ridículo porque puede ser actuación nada más.

No hay que confiarse de un hombre guapo trajeado. Es regla básica.

—La forma que te sonrojas con este tipo de cosas... es única —dice, luego de verme a los ojos por unos 5 segundos.

—¿Qué? ¡No! —río nerviosa —es que... bueno... esa tu forma de mirarme a los ojos es un tanto intimidante, y bien, acepto la cena —digo, cambiando este tema incómodo —pero no en uno de esos lugares finos que acostumbras. Quiero una hamburguesa.

—¿Una hamburguesa? Eso no es comida. Es chatarra.

—Bueno, yo amo la chatarra.

—Bien... —suspira derrotado —pero con una condición.

—¿Cual condición? —pregunto, intrigada con mis ojos entrecerrados.

—Que salgas a correr conmigo mañana —¿Eso es todo? Levanto una ceja.

—Bien —me encojo de hombros cuando unas luces cegantes se posan frente a nosotros, parpadeo rápidamente para acomodarme a la luz, veo la silueta de un hombre recio.

—¡Por fin! —exclama Oliver, supongo es el mecánico.

Me bajo del capó del auto y Oliver me ayuda con su mano, me siento en el lugar del copiloto mientras el mecánico arregla la camioneta, está helando afuera, esta es la mejor opción. El mecánico habla con Oliver sobre lo que pudo haber fallado, su cabello largo es revuelto con el viento y él intenta acomodárselo detrás de la oreja, yo no entiendo de autos así que no presto atención, y sé que Oliver tampoco entiende pero finge que sí. No puedo evitar sonreír al verlo tan interesado a lo que el mecánico dice.

Una vez que la camioneta está compuesta, el mecánico se despide de nosotros. Oliver sube y yo me acomodo el cinturón, pone la camioneta en marcha y tan sólo 10 minutos después estábamos frente a una estación de hamburguesas, Oliver observa el lugar sin querer bajar del auto.

—¿Estás segura? —pregunta, enarcando una ceja.

—Por Dios, Oliver ¡Baja de una vez! —me bajo y rodeo el auto hasta llegar a su puerta, la abro y casi a jalones saco a Oliver de ahí. Le tomo la mano y caminamos hacia el lugar, es un buen sitio, hay una enorme hamburguesa con lindos piececitos al frente y el nombre "Burger Wold" está en la frente de la gran hamburguesa en gigantes letras iluminadas.

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora