Parte 30

376K 31.8K 3.7K
                                    


—¡Alex! ¡Despierta! Vamos, ¡arriba! —escucho una voz que no logro reconocer aún estando dormida —Alex ¡por Dios! Que holgazana eres —ya un poco más despierta reconozco que es la voz de Oliver, entre-abro mis ojos, la luz de la lámpara ilumina un poco la habitación, veo la silueta de Oliver con un buzo negro y poniendo una sudadera roja en su musculoso torso —Alex ¡ya! —continúa y se acerca a mí con su entrecejo fruncido.

—¿Qué? ¿Qué te pasa? —mi voz adormilada se nota a leguas.

—Tú me prometiste salir a correr... ¿Lo recuerdas? —sus ojos demandantes me miran y mi cerebro intenta recordar cuando yo hice esa promesa.

Ah es cierto ¿Porqué prometo cosas sin pensar? Puta.

Tira de la cobija que cubre mi cuerpo e inmediatamente siento cada vello de mi cuerpo erizarse por el frío. Miro el reloj sobre la mesa de noche, y las letras rojas y enormes marcan las 4 y 23 am.

—Oliver ¡Son las 4! —intento recuperar la cobija para ponerla nuevamente sobre mí pero Oliver tira de ella nuevamente dejándola aún más lejos.

—Lo prometido es deuda —agrega, poniéndose su tenis derecho ¡Vamos!

¡Ahhhhh! ¡Maldita sea!

Me levanto aún media dormida y me pongo lo primero que encuentro para salir a correr a estas horas. Mis vans son los que sufrirán hoy. Me maldigo una y otra vez por prometer cosas sin pensar.

Ya había pasado media hora de explorar el enorme patio de los Anderson y ya no soporto, puedo ser delgada pero ligera jamás. Miro a Oliver que sonríe victorioso casi a medio kilómetro de distancia de mí. Maldito Oliver.

Quiero recostarme en esa banca de color blanco que diviso a un metro de mí, y así lo haré. Me acerco a la banca y con la respiración entrecortada me recuesto ¡Ah! es tan cómoda, cierro mis ojos.

—¡Alex! ¡Por Dios! ¡Levántate! Falta más de un kilómetro —la voz de Oliver de nuevo, ya estoy comenzando a odiarlo otra vez.

—Oliver, vete al diablo —digo, con mi tono enronquecido, yo quiero dormir.

—Espera.... ¿me haces comer hamburguesa para luego no cumplir lo que prometes? —no abro los ojos, estoy tan cómoda aquí.

—Ya salí a correr contigo, tampoco dije cuánto —sólo quiero que me deje en paz. Oliver se sienta, dejo reposar mi cabeza sobre sus piernas.

—Te odio Oliver Anderson —él suelta una estruendosa risa.

—Y yo a ti Alexandra Carlin, no soportas correr ni dos minutos.

—Por Dios, llevamos corriendo como 4 horas —ahora sí abro los ojos para encontrarme con un gesto divertido y esos orbes azules viéndome con intriga.

—Eres una exagerada —y vuelve su mirada al frente —por cierto, aquí se casó Henry —habla —recuerdo perfectamente ese día, mi padre no paraba de decirme el porqué Henry hace las cosas mejor que yo.

—¿Sabes? El día del matrimonio de mi hermana, mi padre me dijo que yo no era parte de la familia, él no me hablaba, sólo abrió su boca para decirme eso —y aún lo recuerdo, acomodando su corbata, con un gesto de superioridad. Oliver no dice una palabra, sólo mira hacia un punto en específico, me incorporo sobre la banca quedando a su costado —al menos nunca tu padre te ha sacado de la familia —él vuelve su mirada a mí con su entrecejo levemente fruncido.

—¿Nunca le preguntaste por qué ha sido así?

—No... —vuelvo mi vista al frente hacia unos arbustos con flores —pero estoy segura que es porque nunca he hecho lo que él ha querido que haga con mi vida. Tengo hambre —cambio de tema, estos no son tópicos de los que me guste hablar.

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora