Capítulo 7: No hay nada que decir.

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- Vale, veo que no vas a responder así que mejor me voy... - empecé a caminar rápido para distanciarme de ellos.

Mientras me iba se quedaron mudos. La arrogancia por no responderme se desvaneció por completo del ambiente y ninguno sabía muy bien qué hacer. Y yo me incluyo en el grupo.
¿De verdad quería alejarme de dos de los chicos más guapos que había visto jamás? No, definitivamente no. Pero tampoco quería quedarme ahí.
Así que era eso o el suicidio, pero era demasiado joven para morir.

A lo lejos, por detrás de mí, oí unos pasos.

- Hola. -reconocí su varonil voz al instante, era Manuel. No sabía si debía alegrarme o tirarme de los pelos por haberme ido justo antes de que llegase el tercer hermano.

Me alegraba porque no tenía ganas de aguantar a los hermanos majos, así que al pitufo gruñón no me lo quería ni imaginar.
Aunque seguro que era ocho mil quinientas veces mas fuerte que yo, le dejaría unos pellizcos horribles en los brazos en caso de enfrentamiento cuerpo a cuerpo.
Al mismo tiempo me sentía idiota por haberme ido justo cuando llegó. Porque, al fin y al cabo, aunque fuese bipolar y borde, era el chico más guapo que había visto en mi jodida vida. Ver una obra de arte en un museo cuesta dinero, mientras que yo podía ver y hablar con una mucho mejor, y gratis.

Estaba debatiendo con mis demonios internos, uno llamado "hormonas" y el otro "razón", cuando alguien me agarró del brazo. Me giré y era Hugo.
¿Como era posible que no hubiese escuchado sus pasos? ¿Me estaría volviendo sorda? ¿Sería una loca? ¿Moriría sola? ¡¿Me estaba muriendo?!

Demasiado drama, Paula. Demasiado drama.

- ¿Qué? -lo dije cortante, con la mirada fría intentando que viese lo enfadada que estaba. Aunque en el fondo no me había molestado tanto lo que habían hecho.

- Tengo que hablar contigo. -Su voz sonó autoritaria, lo cual me enfadó de verdad. Todavía no me había soltado el brazo y aumentó su presión sobre éste. Eso hizo que me detuviera y que le gritase una cantidad inhumana de insultos hacia su persona para que me soltase, aunque que esto no sirvió para nada. Ni siquiera me miró.

Estuvimos quietos hasta que el resto de los hermanos nos alcanzaron. Manuel me miró por menos de un segundo, lo justo para asegurarse de que era yo.

- ¿Qué hace ella aquí? -lo dijo sin separar los dientes mientras fulminaba a sus hermanos con la mirada.

- Queremos decirle algo. -Hugo me soltó el brazo por fin y yo lo sobé porque dolía como la mierda.

- Y ha dicho que será mi novia. -Dani me abrazó con un brazo por la cintura y sonrió autosuficiente. Manuel hizo de sus manos puños y sonrió de la manera más falsa que había visto jamás.

- ¿Y qué le queréis decir? -seguía hablando con los dientes apretados y ahora estaba mirándome fijamente a mí, que no sabía cómo reaccionar.

¿Debía soltar el agarre de Dani en mi cintura? ¿Debía quedarme callada y escuchar? ¿Debía mandarlos a todos a la mierda? ¿Debía salir corriendo y no mirar atrás?

LO QUE DEBERÍAS ES DEJAR DE HACERTE TANTAS PREGUNTAS Y ESCUCHAR.

- Ya sabes lo que le queremos decir. -Hugo también sonrió falsamente.

- Mientras vosotros hablábais Paula y yo hemos decidido que tendremos tres hijos y que nuestro perro se llamará Toby. -Dani hizo hamago de besarme en el moflete pero le hice la cobra y no lo logró. Suspiró desanimado mientras que yo bufaba y me zafaba de su agarre en mi cintura. Los miré a los tres a los ojos con la intención de intimidarlos, pero en vez de eso, ellos me intimidaron a mí. Más concretamente Manuel. Creí que me desmayaría de lo guapos que eran. Pero, gracias a Dios, no lo hice.

Manuel BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora