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Yachi era de mi agrado, la conocía muy poco, pues apenas intercambiábamos palabra pero ahora que se había vuelto manager del equipo de Voleibol, tendría que verla más seguido. Ella estaba en la clase avanzada y tomó mi puesto de ayudante en los exámenes de Hinata y Kageyama. Me apenó bastante, pues me había acostumbrado a su energía, incluso a sus peleas. A veces por simple curiosidad, intentaba seguir sus conversaciones durante el almuerzo, pues Atsushi comenzó a ignorarme. Dejó de llamarme Akichi, después de tantas veces que le había dicho que no lo hiciera. Aquel idiota de dos metros apareció con un nuevo corte y una actitud que no soportaba.

¿Era del tipo que se hacían un cambio de look cuando les rompían el corazón?

Estaba rodeada de gente, pero sola al fin y al cabo. Lo busqué por el pasillo y lo encontré cerca de las escaleras.

―Atsushi. ―lo llamé, al acercarme, ofreciéndole el jugo que nunca había alcanzado a darle. Aún no sabía la causa y sospechaba que había sido yo. Él, para colmo, volvió a hacer la vista gorda. ―Shi-kun. ―llamé esta vez, imitando la voz de una de las chicas del curso.

― ¡Akichi! ―Rio y aliviada le dediqué una sonrisa. Sabía que no podía contenerse en esta pelea estúpida que él solo había comenzado.

―No me ignores. ―No se me ocurrió mejor cosa que golpearlo pues su presencia me hacía falta. Pero, muy en contra de que había pensado, me abrazó con fuerza, encerrándome con su cuerpo contra la pared. Mi burbuja personal se había roto.

―Atsushi. ― Me quejé intentando separarme. No me gustaba estar de esa forma.

―No voy a soltarte. ― Por su tono, pensaba que ya lo había superado, era una broma. No me sentía bien. No podía moverme. La situación comenzaba a superarme y las lágrimas comenzaban a florecer. Le pedí que me soltara una vez más con la poca voz que me quedaba, empujando su pecho.

― ¿Akira-san? ― Pude escuchar la voz de Hinata detrás de él y toda la tensión de mis hombros desapareció.

―Ayuda. ― Alcancé a decir, dándome por vencida. Los ojos grises de Atsushi se estiraron un poco mientras la sonrisa que había odiado la última semana aparecía. Mis piernas flaquearon pero él me sostuvo entre sus brazos, algo que odié aún más.

― ¡Oi! ―Gritó Kageyama a mi lado. ¿De dónde sacaba todo ese odio? Intenté no reír pues no era el momento y él siendo amable era algo no se veía todos los días. En cambio intentaba ver el estado de Akira. ―Suéltala.

Tenía los puños cerrados a los costados, no parecía tenso, simplemente violento. Pero ¿Cuándo él no parecía serlo? Kageyama no dudó en avanzar y yo le seguí el paso. No entendía muy bien la situación, pero confiaba plenamente en que Kageyama lo resolvería con facilidad.

Me hizo una seña, a lo que me quedé mirándolo. ¿Un ataque rápido? ¿Lo iba a golpear? Joder, Kageyama, qué es lo que te sucede.

¿Atsushi? No recordaba el nombre. Simplemente me había sorprendido su altura cuando lo conocí, pero ahora no parecía tal cosa con Kageyama a mi lado. Akira no parecía consiente, por lo que mis palabras le ganaron a mis actos.

― ¡¿Akira-san? Kageyama, no respira! ― Alterado me acerqué al muro. De lejos se parecía a Aone. ¿Me estaba sonriendo? Tal vez mi cara le parecía graciosa.

―Eres parte del club de idiotas, supongo. Pierdete, enano.

No solo me había llamado idiota sin el consentimiento de Kageyama, sino que me había dicho enano.

―No soy enano. ―Gruñí mientras sentía la ira de Kageyama arder a mis espaldas. Le dediqué una media sonrisa.

A continuación mi compañero comenzó la pelea a lo que el idiota supremo, tuvo que soltar a mi amiga. Akira respiraba con dificultad. Por suerte y gracias al volley tenía bastante fuerza o ella parecía pesar muy poco. Pasé uno de mis brazos por sus hombros y el otro bajo las rodillas. Definitivamente ella pesaba muy poco, me preocupé.

No Me Dejes CaerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora