8

2.6K 314 142
                                    

A diferencia del día anterior, sentía que me iba a desmoronar en cualquier momento y el tiempo pasaba tan lento que hacía replantearme la idea de que tan lento podría ir.

El día se me había vuelto eterno sin nada con qué distraerme. Me había hecho la manicura e incluso toda la tarea. Para cuando el reloj, finalmente, marcó las siete y media comencé a dirigirme al gimnasio. Escuché voces en el pasillo, por lo que me escondí por instinto.

―No sé qué le sucedía a Nishinoya-san. Estaba raro. ―Decía al que reconocí como Yamaguchi.

Cuando se fueron, seguí mi camino, sintiéndome feliz, pero aún más nerviosa que antes.
Sin embargo cuando llegué, las luces del gimnasio estaban apagadas. Entré sin pedir permiso.

― ¿Yuu? ―Dije frunciendo el ceño. Mi sonrisa había desaparecido. ¿Me había equivocado?

Las luces se encendieron mientras un balón venía en mi dirección. Al agacharme para agarrarlo, noté que estaba escrito.

"Te ves hermosa con uniforme." No entendía. Fruncí todavía más el ceño. Otra pelota tocó mis pies.

"Siempre me sacas una sonrisa." Al darme la vuelta encontré más y más balones escritos. Sorprendida, reconocí la letra, algo desprolija pero bonita de Nishinoya.

― ¿Yuu? ― Lo llamé intentando no sonreír con cada frase.

―Son las razones por las que te amo. ― Su voz era suave, cargada de tranquilidad. ― Lamentablemente no me alcanzaron los balones. Podría llenar este gimnasio si así quisiera, ¿Sabes?

Mientras hablaba me di la vuelta, encontrándolo con una flor. No podía apartar mis ojos de los de él. Parecía recién salido de la ducha, pues el cabello no estaba como usualmente. Estaba completamente hacia atrás, dándole solo un par de centímetros más. Llevaba una camiseta negra con letras blancas. ¿"Deidad guardiana de tu corazón"?

Una vez más me había dejado sin palabras. Los nervios no me dejaban moverme. Quería acercarme a él pero sentía que si lo hacía caería. Dejé caer la pelota.

―Siempre lo he hecho. ―Continuó acercándose a mí e inmóvil abrí la boca para contestarle.

―Yo también te amo. ― Respondí con la voz media ronca. Las manos me temblaban por lo que intenté que no las viera al tomar la flor. No podía dejar de sonreír ni tampoco quería hacerlo. Quería esto durara para siempre.

Él me tomó las manos, entrelazando sus dedos con los míos y apoyé mi frente contra la de él. Olía a jabón y vainilla. Tal vez para muchos él tenía poca estatura, lo que no sabían es que era perfecto para mí. Mis ojos se desviaron a sus labios por lo que los volví a sus ojos cafés.

―No puedo resistirme cuando se trata de ti. ― Susurró soltando mis manos para acercar mi rostro por la nuca y la barbilla. Sentí que solo existíamos él y yo. Me besó como siempre pensé que lo haría. Sus labios eran suaves y calientes al contacto. Se sentía como casa. Correspondí el beso con la misma dulzura con la que él lo hacía.

Un escalofrío me recorrió la espina dorsal mientras me separaba en busca de aire. Le acaricié el cabello de la nuca titubeando ligeramente. Quise volver a besarlo pero una voz estridente me devolvió a la realidad.

― ¡¿Ya puedo ver?! ― Escuché como decía Hinata desde el cuarto dónde guardaban las demás cosas. Quise separarme, pero me detuvo.

― ¡Cállate, idiota! ― La voz amortiguada de Kageyama me hizo reír.

Nishinoya a mi espalda, me rodeo la cintura con ambos brazos y apoyó su cabeza en mi hombro tras apartar el cabello con delicadeza.

―Lo siento, ayudaron bastante. ―Murmuró en mi oído. ¿Acaso se podía sonreír aún más?

― ¡Oi, chicos! ―Llamé feliz. ― Ya pueden salir.

A continuación el equipo de voleibol acercó para felicitarnos.

―Bonito perfume. ― murmuró antes de soltarme, haciéndome sonrojar.

― ¡Qué fue lo que le dijiste! ― gritaba Tanaka al ver mi expresión, mientras comenzaba a perseguir a un feliz Nishinoya, quien reía sin parar.

Jugué con la flor entre mis manos mientras les agradecía.

―Es todo muy bonito, pero mañana vas a tener que limpiarlas todas. ―Le hizo saber Suga a Nishinoya quien se detuvo a media cancha.

― ¿Qué? ― Fue lo último que alcanzó a decir antes de que Asahi y Daichi lo inmovilizaran. ― ¡Duele! ― Se quejó intentando detenerlos. El cabello le había quedado más divertido y alborotado de lo que había estado jamás, por lo que solté una carcajada.

Me gané unas cuantas miradas divertidas y avergonzada me cubrí el rostro con la flor.

― ¿No puedo quedarme con este? ―Supliqué mirándolo a Daichi, mientras le enseñaba el balón.

― ¿"Te amo"? ―Se burló mirando a Nishinoya, quien se volvía a sonrojar. ― Solo ese. ―Me guiñó un ojo para luego empujar a mi novio.

― ¡Pero usé marcador permanente! ―Decía incrédulo buscando ayuda con la mirada en los demás miembros.

―A veces me superas. ―Comentó Hinata dándole una sonrisa torcida mientras entrelazaba la mano de Kageyama.

No Me Dejes CaerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora