7

2.5K 306 54
                                    

― ¿Por qué nadie quiere contarme? ―Ofendido Tanaka vociferó cuando entré al gimnasio. ― ¡Oi, Kageyama, dime!

Enarqué una ceja, ignorando el hecho de que aún tenía el rostro dolorido.

―Secreto. ― me limité a responder, calmando a los demás. Al parecer no podíamos tocar el tema y no iba a ser el primero en sacarlo.

― ¡Comiencen la entrada en calor sino quieren que use sus cabezas como balones para rematar! ― El entrenador Ukai gritó terminando de atar la red. Daichi, seguido de Suga, comenzaron a trotar. En silencio los seguimos.

El entrenamiento, a mi parecer, había sido más corto de lo usual o se me había pasado muy rápido. Al final, cada uno había ayudado con su parte al guardar las cosas. Hinata no me molestaba como usualmente lo hacía. Cuando lo vi alejarse sin ayudarme en absoluto. Le el paso aún con un balón entre las manos.

― ¿Qué te sucede hoy, idiota? ―Exigí al pelirrojo, quien había fruncido el ceño.

― ¡Maldito Kageyama, es tu culpa! ― ¿Qué? Quién se había llevado la peor parte era yo y aún así me echaba las culpas. Estúpido Hinata, lo había hecho por él.

Cuando llegué al pasillo, Tsukishima y su amigo, quien no conocía, discutían sobre quién se declararía primero. Sorprendida, aceleré el paso encontrándome con un grupo de personas mirando no muy disimuladamente.

― ¿Qué sucede? ― Pregunté tirando de la camiseta de Nishinoya. ― Deidad guardiana. ―Repetí lo que decía en su espalda. Él me miró entre sorprendido y avergonzado.

―No dejes que te vean.― Susurró empujándome delante de él para ver mejor.

― ¿Noya?

―Hay algo que debo decirte. ― Comenzó en voz baja, cerca de mi oído, enviándome un escalofrío.―a Kageyama le gusta Hinata.

―Ya lo sabía. ―Susurré mirando sobre el hombro, para encontrarme varias personas que dirigían su mirada incrédula. Yuu me dedicó una media sonrisa.―Ustedes son lentos, chicos. ― Suga me guiñó un ojo para luego volver la vista al par, discutiendo en la cancha.

Kageyama hacía girar una pelota entre sus manos, dejando que Hinata le gritara.

― Es tu culpa. ― La voz de Kageyama era apenas audible. 

― ¿Mi culpa? ―Hinata exclamó sin comprender.

― ¡Me gustas, idiota! ― Kageyama se había sonrojado y tenía la vista en la pelota. Mientras que un confundido Hinata, fruncía aún más el ceño. Tartamudeó su nombre, finalmente, reaccionando. ―Piénsalo al menos. ―Gruñó arrojando el balón, junto con los demás.

Hinata estaba del color de su cabello. Kageyama, cansado de esperar, lo abrazó y susurró algo. El pelirrojo negó con la cabeza mientras le rodeaba la cintura. Me mordí el labio para mantener mi momento fangirl dentro de mí. Kageyama le tomó el mentón y lo besó.

Sin poder dejar de sonreír, aparté a las miradas curiosas.

― No es nuestro asunto, sigamos. ―Susurré empujando a Daichi y a Tanaka. Nishinoya aguantaba una carcajada y Suga empujaba a Asahi.

―No lo entiendo. ― Decía. ― ¿Están saliendo?

Suga, como la madre del grupo, se encogió de hombros.

―Ya lo sabremos. ―Le dio una mirada a Daichi. ― Nada de comentarios hasta que esto se haga oficial, ¿Entendido?

―Ossu. ― Respondimos a la par.

Me despedí con la mano una vez en la puerta de la escuela.

― ¿Irás sola? ―Preguntó Tanaka, ganándose una mirada de odio por parte de Nishinoya.

―No te preocupes. ―Le dediqué una sonrisa tranquilizadora. ― Hoy los buses pasan hasta tarde.

― ¡Akira-san! ―escuché la voz efusiva de Hinata. Este alzaba su mano, saludándome. ― ¡Tenías razón!

Solté una risita, pues volvía a ser el centro de atención.

― Me alegra saberlo ―Respondí con alegría.―Hasta mañana. ― Volví a despedirme con la mano. Los ojos de Nishinoya siguieron cada movimiento. Le tiré un beso, pues los demás estaban intentando contenerse a preguntar, hablaban entre ellos en voz baja. Él se sonrojó mientras que, con timidez me saludó con la mano.

No Me Dejes CaerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora