Capítulo 8; 2/2

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Dylan estaba en el cobertizo, ocupándose de reparar el motor del tractor, cuando escuchó que la puerta se abría. Al girarse vio que su padre acababa de entrar.

- Imaginaba que te encontraría aquí - dijo Patrick.

- Se supone que tienes que estar descansado.

- Enseguida descansaré. Pero antes quería hablar contigo.

- ¿Va todo bien? - preguntó Dylan mientras su padre se sentaba cansinamente en un bidón tumbado. Tenia el rostro grisáceo, y sus ojos parecían especialmente apagados cuando asintió -. ¿Seguro que estás bien, papá? Será mejor que vayamos dentro a hablar.

- Dejate de tonterías. Quiero hablar aquí.

- De acuerdo - dijo Dylan con un suspiro -. ¿De qué se trata?

- De ti. De ti y de Thomas. Esta mañana no ha sido la primera vez que os habéis besado - aquello no fue una pregunta, sino una afirmación.

- Eso es asunto mío - dijo Dylan, a la defensiva -. ¿Supone algún problema para ti?

- Solo quería advertirte que tuvieras especial cuidado en esta ocasión.

- ¿Disculpa?

- Thomas es distinto, Dylan - el anciano alzó un admonitorio y tembloroso dedo -. Es adecuado para ti. Es un auténtico cuidador.

- ¿De qué diablos estás hablando, papá? - preguntó Dylan, asombrado.

- Lo sabes muy bien. De Thomas y de ti, por supuesto.

- Tranquilizate, papá. No sabes de qué estás...

- Escuchame - interrumpió Patrick con sorprenderé firmeza -. Sin juegas bien tus cartas con ese chico, podrías tener tu vida resuelto.

Dylan gruñó. Lo último que quería eran los consejos de su padre sobre un posible esposo. Pretendía mantener razonablemente controlados sus sentimientos por Thomas.

Necesitaba estar bien cuando llegara el momento de ver cómo se iba.

Su padre solo se estaba dejando llevar porque le gustaba como cocinaba Thomas.

- Sabes muy bien que, si estuviera buscando esposo, no podría ser un chico de la ciudad.

- Puede que Thomas sea un chico de ciudad, pero es diferente. Le gusta de verdad este lugar. No está simulando.

Dylan se quedó mirando a su padre. Por un momento, casi había parecido que estaba hablando con cordura. Estaba claro que Thomas parecía gustarle estar allí. Pero tampoco era de extrañar, porque estaba cobrando un sueldo que necesitaba imperiosamente.

- Bueno... Gracias por el consejo, papá. Lo tendré en cuenta.

- Espero que sea así, Dylan, porque estoy hablando muy en serio.

Dylan se acercó a su padre y apoyó una mano en su hombro.

- Ahora que has solucionado mis problemas, te diré que estoy preocupado por ti. Me alegra que vayas a ver al doctor Campbell la próxima semana.

Su padre asintió con un gruñido.

- Malditos doctores... - murmuró pero, cuando fue a levantarse, apenas pudo hacerlo.

Dylan lo rodeó al instante con un brazo.

- Tranquilo, papá. Apoyate en mí.

- Estoy bien.

- Claro que sí, pero deja que te acompañe a casa.

Para sorpresa de Dylan, su padre no protestó más y dejó que lo acompañara hasta su habitación. Incluso permitió que le ayudara a quitarse las botas y a meterse en la cama.

El Milagro De La Vida (Dylmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora