Para Dylan, regresar al rancho solo fue como dar un paso atrás en el tiempo. La sensación de soledad que experimento fue casi un dolor físico, crudo, sangrante.
A pesar de que se entregó a su trabajo de forma casi obsesiva, el dolor apenas remitió a lo largo de las siguientes semanas. Sabía que Thomas y Mel se habían ido, pero se encontraba a cada rato esperando escuchar las risitas de la niña, ver la cálida sonrisa de Thomas.
Sin embargo, era consciente de que, de algún modo, tenía que aprender a vivir sin ellos.
¿Cómo era posible que se le hubiera ocurrido proponer matrimonio a Thomas de forma tan poco romántica? No era de extrañar que lo hubiera rechazado. Estaba tan poco acostumbrado a hablar del amor... una palabra era que apenas estaba en su vocabulario. Lo más probable era que hubiera cometido el mismo error que su padre, que nunca saber a la mujer que amaba cuánto la apreciaba. Y ahora la historia se había repetido.
Solo había algo bueno en todo aquello; estaba tan acostumbrado a perder que, a pesar de su desesperación podía aceptar la marcha de Thomas como su destino.
***
Un mes después, Dylan vio desde su despacho que un coche blanco se acercaba por el sendero hacia su casa.
Salió al porche mientras el coche se detenía. Un hombre grueso bajó del vehículo y se encaminó hacia la entrada.
- Buenos días, señor - saludó con un amargo de sonrisa -. Vengo para hablar con el señor Thomas Brodie.
Dylan se tensó de inmediato. Se había esforzado mucho en aquellos días para apartar a Thomas de su mente y, de pronto, todo regresó en una dolorosa ráfaga.
- No está aquí - replicó escuetamente.
- ¿Volverá pronto? Necesitó hablar con el señor Brodie - el hombre frunció el ceño -. Por que vive aquí, ¿no?
- Disculpe, pero ¿quién es usted? - preguntó Dylan, irritado -. ¿De qué se trata?
- Soy Ron Harvey, de Servicios Financieros IMP - dijo el hombre a la vez que le daba una tarjeta -. Es importante que hable con el señor Brodie. Si no podemos cobrar la deuda se tiene, será demandado. ¿Es usted socio del señor Brodie?
Dylan tuvo que hacer esfuerzos para no tomar a tal Ron Harvey por el cuello.
- No. Mi nombre es Dylan O'Brien y podría decirse que soy parte interesante en el asunto.
- Ah - Ron Harvey lo miró con expresión cómplice -. Supongo que también le debe dinero, ¿no?
- No, pero me preocupa la situación. Parece un asunto serio. Imaginó que no habrá venido hasta aquí por unos pocos dolares.
- La deuda es sustancial. No puedo informarle de la cantidad exacta, pero sí puedo decirle que no conduzco seiscientos kilómetros por nada bajo seis cifras.
Dylan se quedó muy quieto para ocultar su asombro. Sabía que Thomas andaba corto de dinero y tenía alguna pequeña deuda, pero nunca había imaginado aquello.
- Puede que le resulte difícil encontrarlo - dijo con cautela -. Trabajó aquí, pero ya se ya ido.
- Pues necesitó averiguar rápidamente dónde está, o sus problemas no harán más que empeorar.
- No puedo ayudarlo a él ni a usted porque no sé dónde está.
Ron Harvey carraspeo.
- Debo reconocer que este no es unos de los aspectos más agradables de mi trabajo, pero le sorprendería saber cuantas hombres y mujeres acaban heredando las de deudas de sus maridos y esposas - se encogió de hombros -. Me temo que este asunto acabará en los juzgados, pero mi trabajo consiste en buscarlo y darle una última oportunidad.
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El Milagro De La Vida (Dylmas)
DiversosHasta que salvo en una tormenta al embarazado Thomas Brodie-Sangster y lo ayudo a tener a su bebe, Dylan O'Brien nunca había tenido un bebe en sus brazos. Thomas nunca olvido a su salvador y, en cuanto su bebe tuvo unos meses, aprovecho la oportuni...