El restaurante era magnífico, con ventanales y altos techos, además de una terraza exterior desde la que se veía una pequeña nevada pero algo ajetreada Upper East Side. Thomas lo contempló todo con viva curiosidad mientras se quitaban los abrigos y les conducían a su mesa.Desde que habían llegado a Nueva York con Mel y la niñera, no habían parado de visitarlo todo y de ir de comprar.
Aquella noche Thomas llevaba un traje azul oscuro, de un tejido de seda, una camisa negra y una corbata también negra. Dylan en cambio, llevaba un magnífico traje italiano. Aquella noche se sentían como dos auténticas estrellas de cine.
- Estás deslumbrante - le susurro Dylan tras sentarse en la mesa.
- Tú también...- Thomas se miró el anillo. Era totalmente de oro.
Tras examinar en menú, optaron por costillas de lechal y atún en salsa tártara y, cuando se lo sirvieron, comprobaron que todo estaba delicioso.
- Entonces, ¿das tu aprobación? ¿Opinas que el chef sabe lo que hace? - preguntó Dylan.
- Admito que no está tan mal - respondió tras limpiarse el labio con la servilleta.
Estaban hablando de Mark Sangster, por supuesto, el hombre que Thomas creía que era su padre, chef y dueño de aquel restaurante. Habían averiguado a través de internet. Su madre le había mentido diciéndole que había muerto en un accidente de coche.
- Pero no pienso hablar con él. Me basta con verlos de lejos.
Estaban tomando el postre cuando se produjo un momentáneo silencio y todas las miradas al ver a un hombre alto y algo pálido, vestido de blanco en el umbral de la puerta. Mark era un hombre impresionante, con un rostro ligeramente arrogante y un magnífico pelo ya gris peinado hacia atrás. Thomas notó que la arrogancia desapareció en cuanto sonrió a los clientes de la mesa más cercaba.
- Parece que va a hablar con todo el mundo - siseo, repentinamente mareado.
- Eso no es lo que quieres - dijo Dylan a la vez que lo tranquilizaba tomándolo de la mano.
Thomas respiró profundamente al sentir unas ganas de vomitar por los nervios mientras Mark avanzaba por las mesas. Cuando llegó a la suya prácticamente se le olvidó respira.
- Buenas tardes - saludó el chef con un evidente acento australiano -. Soy Mark. ¿Habéis disfrutado de la comida? Espero que todo haya estado a vuestro gusto.
- Ha estado fabuloso - aseguró Dylan.
- Magnífico - logró añadir Thomas.
- Veo que sois australianos - dijo Richard, obviamente encantado -. ¿De qué parte?
- De North Queenslans - contesto Dylan.
- Bonita parte del mundo En otra época trabajé allí.
Mark sonrió directamente a Thomas y él comprobó que tenían el mismo color de ojos. Sentía que el corazón estaba a punto de saltarse del pecho y le aterrorizó la posibilidad de que se le escaparan las lágrimas. Estaba un poco hormonal últimamente, además de que no le había dicho a Dylan sobre "eso".
- El postre estaba delicioso - dijo, haciendo un esfuerzo supremo -. Todos los sabores están perfectamente equilibrados y se complementan maravillosamente.
- Gracias - Mark parecía claramente satisfecho -. ¿Es cocinero?
- Lo soy.
Mark lo miró un momento y, por un instante, su sonrisa pareció congelarse. Pero su expresión volvió a aclarase de inmediato y se despidió con un asentimiento de cabeza.
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El Milagro De La Vida (Dylmas)
RandomHasta que salvo en una tormenta al embarazado Thomas Brodie-Sangster y lo ayudo a tener a su bebe, Dylan O'Brien nunca había tenido un bebe en sus brazos. Thomas nunca olvido a su salvador y, en cuanto su bebe tuvo unos meses, aprovecho la oportuni...