Capítulo 10

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No hubo rastro de Adam en lo que quedó de la semana, y de alguna manera me alivió; hasta que llegó el día en el que volví del trabajo y el alma se me calló a los pies. Adam y la mujer de aquella noche, sentados en una mesa, tomados de las manos mientras que ella le susurraba cosas al oído y él sonreía. Lucía feliz y enamorado y yo los observaba de lejos, sola y enamorada de él.

No te quejes, tú misma se lo pediste. Me recordó mi frío interior.

Así que, eso hice, miré hacia otro lado y como si fuera un día cualquiera, entré a la cocina, dispuesta hacer lo que mejor se hacer.

Al entrar, la mirada reprendedora del chef me heló y supe que fue por mi demora. Hoy me tocaría, nuevamente, limpiar la cocina. Y yo que pensaba que me dejarían en paz.

Me lavé las manos y me uní a Barry. El me tendió una masa y harina. Tomé la harina y la dejé caer en mis manos y en la masa, y en ella, descargué la furia que creía en mi interior recordando la imagen de Adam y Devora.

            — ¿Alguien despertó del lado incorrecto de la cama? —preguntó Barry en mi oído, sorprendiéndome.

Hice una mueca.

            —Algo así. —respondí girando los ojos.

El soltó una risa.

            — ¿Es porque Adam está con su esposa, desayunando en el salón, no es así? —supuso él. Apreté la mandíbula y estrujé la masa un poco más.

            —No. —gruñí.

            — ¿Te han dicho que se te dan fatal las mentiras? —preguntó él.

Lo miré con ojos de loca celosa.

            —No estoy para bromas, Barry.

            —Al contrario, yo considero que bromas son las que necesitas. —volvió a decir él. Giré los ojos.

Fue en ese momento en el que Adam entró a la cocina llamando la atención de todos los presentes en esta.

            —Buenos días con todos, como sabrán traje a mi esposa esta mañana y me gustaría darle una sorpresa, me preguntaba si podría tener su ayuda en esta.

Todos los cocineros automáticamente respondieron que sí. Claramente, buscaban un poco del aprecio del gerente del restaurant.

            —Excelente. Les contaré que tengo planeado.

No planeaba participar y mucho menos escuchar lo que tenía que decir. Así que, dejando de lado tolo profesional y hecha una furia, salí de la cocina por la puerta trasera y tomé un poco del aire que el exterior me proporcionaba. Necesitaba despejar de mi mente a Adam y a su maldita perfecta esposa.

La puerta trasera sonó y maldije interiormente, me giré y vi a Barry y pude sentir como una pizca decepción me embargaba; ya que, había deseado que fuera alguien más.

            — ¿Qué haces aquí? —pregunté—Te reprenderán si te ven afuera y no adentro.

            —Lo mismo contigo. —habló Barry cruzándose de brazos— Además, necesitaba alejarme un poco de esa chorrada romanticona que él planea.

Cerré los ojos.

            — ¿Qué tan romántica? —pregunté.

            —Si quieres mi opinión, es muy forzado y cliché. —habló Barry acercándose a mí— es claro que lo único que desea es ponerte celosa.

Suspiré.

            —Pues lo consiguió. —gruñí— Sé que le pedí que lo intentara con ella, pero... no pensé que dolería tanto.

El hizo una mueca.

            —Sí... debiste de haberlo pensado mejor. Aunque, si quieres voltearle la tortilla, hay una forma...

Fruncí el ceño.

            — ¿Y cuál podría s...

Las palabras murieron en mi boca cuando él posó sus labios sobre los míos robándome el aliento. Sus manos tomaron mi cintura y una de ellas bajó hasta mi espalda baja para atraerme más a él. Cerré los ojos y continué con su beso, buscando alguna forma de distracción y afortunadamente la encontré. Resulta que Barry era un buen besador y un buen distractor. Nos separamos por la falta de oxígeno y una sonrisa divertida y confundida yacía en mi rostro, al igual que en la de él (solo que sin lo confundido; él, más bien, lucía satisfecho).

            — ¿Por qu...

            —Shh...—pidió él acercándose a mí y colocando un dedo sobre mi labio. Con su mirada, me pidió que mirase hacia la puerta y eso hice y me encontré con los ojos flamantes de furria de Adam que, al verme, no hizo más que gruñir y entrar al La Fonté hecho una furia.

Barry se alejó de mí y me sonrió.

            —Soy bueno en lo que hago, ¿o no? —habló el guiñándome un ojo.

            —Eso estuvo...

            —Bueno, excelente, grandioso, excitante... lo sé. Soy un buen besador.

            —...Mal en muchas formas. —continué yo, pero él aún continuaba con su sonrisa creía en su rostro—Aunque, efectivo.

            —Así es. Alégrate, el intentó encelarte y falló; tu hiciste lo mismo y lo hiciste mejor y... te ganaste un beso mío. Parece que tu día acaba de mejorar, Bianca. Alégrate.

Y él también se fue y por más inmaduro o egoísta que pareciera, yo me alegré.

Para cuando llegué a casa, le conté a Tracy lo sucedido con Barry y ella no hizo más que alegrarse. Sin duda le agradaba que hubiera encontrado a alguien más de quien hablar que no fuera "Adam".

            —Necesitas traerlo a cenar. —me pidió ella— tiene que venir. —esta vez, ordenó— Lo quiero conocer. ¡Hazlo mañana por la noche! Así me haces compañía a mí y a Owen.

Mi sonrisa se borró ligeramente y un ceño fruncido curioso lo reemplazó.

            — ¿Owen? —pregunté yo. Las mejillas de Tracy se tiñeron de color carmesí ligeramente y aquello me sorprendió y alegró al mismo tiempo. —Tú y Owen... ¿Han estado pasando más tiempo juntos de lo que pasamos los tres? —pregunté.

Ella sonrió.

            —Sí... no lo sé. Una noche apareció y tú no estabas... y hablamos. Algo está pasando, B y me gusta. —sonrió ella— Aunque me desespera que no haga movimientos. ¡Yo sé que le gusto! Lo he visto. Al principio pensé que eran ideas mías, porque toda la vida supuse que él vivía por ti, pero... algo es diferente en él, en nosotros ¡Y quiero que haga algo! ¡Por Dios que ni siquiera me ha tocado!

Solté una estruendosa risa.

            —Ya sabes cómo es Owen, le gusta esperar.

            —Sí...—ella giró los ojos— pero a mí no. —hizo puchero.

Yo sonreí.

La Receta para el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora