Cuando me desperté por la mañana, él estaba ahí, a mi lado, dormido y muy calmado; me hubiese gustado acompañarlo, pero sabía que tenía que irme, antes de que el momento se arruinara. No quería que nada dañase lo que había pasado entre los dos, ni siquiera su arrepentimiento, o el mío. Por lo que, tomé mis cosas y hui.
Cuando llegué a casa, me encontré con Tracy y... Owen. Mis ojos se abrieron al verlo y tuve que alejarme de la puerta para no salir huyendo, presa de los sentidos de culpa.
—Owen...—susurré. Le sonreí— ¿Qué...? ¿Qué haces aquí? —pregunte. Fue entonces, cuando miré a Tracy y supe por su mirada acusadora que ella ya empezaba a sospechar y que un interrogatorio muy tedioso se aproximaba.
Él me sonrió. Aun después de todo, seguía siendo amable conmigo.
—Encontré a Tracy en el mercado, me preguntó por nuestra cena de anoche y se sorprendió al escuchar que había sido... cancelada. Así que...
—Así que decidí invitarlo a almorzar. —interrumpió Tracy. Me miró de arriba abajo y volvió a decir: —Pero... ¿Qué tal si vas a cambiarte, Bianca? —preguntó. Abrí y cerré la boca varias veces sin saber muy bien que decir, pero una mirada suya me dio a entender lo que necesitaba: Hablar conmigo a solas.
Asentí con la cabeza, la seguí dejando a Owen en la sala. Ella se adentró a mi cuarto, cerró la puerta y se recostó sobre ella.
—Empieza a hablar. —dijo ella.
—Tracy...
—No. —negó ella— Demonios, Bianca ¿eres estúpida? ¡Ocho años y en cuanto lo vuelves a ver no tardas en entregarte a él!
—No estuve con...
—No te atrevas a negarlo. —negó ella— te olfateé desde la otra punta de la sala y cuando pasaste junto a mí lo confirmé; ese perfume caro, es muy reconocible: Adam Coleman.
Suspiré.
—No lo entenderías, Tracy. Nunca has sentido o experimentado lo que yo siento por él...—susurré al borde del llanto.
Tracy suspiró, se acercó a mí y me abrazó.
—Tienes razón, Bianca. No entiendo por lo que pasas, pero sí se algo: Mientras más lo veas, más difícil será olvidarlo.
Nos quedamos en silencio por un momento y entonces, la puerta sonó.
— ¡Ya salimos Owen! —gritó Tracy girando los ojos.
— ¡Bien! Pero les advierto, la comida está quemándose.
— ¡No! ¡La comida! —gritó Tracy, abriendo la puerta y dejándose ver a un Owen muy divertido por todo esto. Le sonreí.
—Ve y salva nuestra cena ¿puedes? —dijo él. Asentí yendo tras mi hermana.
Hace ocho años...
Me sentía incompleta. Me miraba al espejo y no reconocía lo que veía; mis ojos cafés ahora estaban sin luz, y mis mejillas sonrosadas... pálidas, resaltando aún más mis pecas. Mis labios estaban resecos y toda yo estaba muy delgada, casi... perdida.
—Tienes que comer algo, Bianca. —susurró mi madre colocándome un plato en mi mesa. La miré y luego miré el plato. Sin poder evitarlo, toqué mi barriga plana y vacía y sentí un repentino deseo de gritar por la vida perdida que antes crecía en mí.
—No tengo hambre. —negué poniéndome de pie. Mi madre me impidió caminar a mi habitación.
—Bianca, por favor, el médico dijo....
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La Receta para el Corazón
RomansaEl pasado de Bianca y Adam es complicado y sin duda, terminó en una de las peores maneras. Sin embargo, el tiempo ha pasado, ambos maduraron y ahora Adam es un hombre de veintiocho años, casado y con una franquicia de restaurantes multimillonaria mu...