Capítulo 12

8.7K 765 36
                                    

           

En el aeropuerto, me encontraba mirando mi reloj una vez más, muy nerviosa. Sostuve con fuerza mi valija y dejé que el aire saliera de mis pulmones. Tu puedes hacerlo. Fue entonces, cuando alguien tocó mi hombro y me giré para verlo. Adam lucía muy bien, en unos vaqueros sueltos, un suéter plomo oscuro y una gorra informal de lana que dejaba sus cabellos con cierto aire desordenado. No lucía para nada como el jefe mayoritario del restaurante más grande en América. Lucía como Adam, el que fue una vez mi Adam.

El me echó una mirada de arriba abajo con cierto descaro y luego, me miró a los ojos.

            —Llegas tarde. —salió de sus finos labios.

Fruncí el ceño.

            —Estuve aquí cuando me citaste, a tiempo. —hablé y era cierto.

            —Te cité en la torre. —habló señalando la torre continua a la que estaba yo.

Lo miré a los ojos, juntando las cejas.

            —Debiste de haber especificado en cual torre querías que nos encontráramos. —enfaticé. El tensó su mandíbula y dándome la espalda comenzó a irse. Procuré tomar mis cosas y seguirle a paso veloz.

            — ¿A dónde vamos? —pregunté siguiendo su andar.

            —A subir al avión. —respondió distante y sin más. No me esperaba este tipo de frialdad entre nosotros, no cuando realizaríamos un viaje largo, pero si era lo que él deseaba, se lo concedería.

En el interior de este, yo pedí el asiento de la ventana y el gentilmente me la concedió. Lo vi sacar una revista sobre la economía de los países del tercer mundo y leer. Giré los ojos y tomando mis audífonos, le subí todo el volumen que podía a la música que esta me permitía.

Fijé mi mirada en la ventana, aunque podía sentir como por el rabillo del ojo el me regala cierta mirada. Me di unas palmaditas en el interior por eso. Parte de mí se alegraba de que el aun sentía algo por mí. Aunque sabía que no estaba bien.

            —El hotel de Hospedaje será el River Side, ¿de acuerdo? —lo escuché hablar. Me saqué un audífono y asentí conforme. El me miró a los ojos por un par de segundos más y después fijó su vista a la revista.

El silencio inundó nuestro viaje, hasta que pude sentir cierta vibración proviniendo de su bolsillo. Mi lado curioso pudo más que mi lado sensato y observó el nombre de: "Debora" en la pantalla, causando estragos en mi interior. Aunque sentí alivio, cuando vi que él no le respondió.

            — ¿Nerviosa por la velada que nos espera? —preguntó una vez más. Lo miré y luego miré la ventana.

            —Es la oportunidad de mí vida, estoy que tiemblo. —admití apenada— Habrá gente de cierto rango superior en la cocina, estaré en ese salón con lo mejor de lo mejor y yo... —lo miré— la verdad es que no entiendo que hago aquí. Supongo que Barry debió de haber sido una mejor opción, él sabe de esto, conoce a este tipo de personas, él es uno de ellos.

El frunció el ceño.

            —Basta de eso.

            — ¿Qué cosa?

            —Minimizarte. No es justo y tampoco es cierto. Eres talentosa y apasionada... amas lo que haces y lo haces bien, no importa si Barry conoce el negocio y el medio, porque tú Bianca, naciste para esto.

Sus palabras hicieron que mi corazón diese un vuelco y la mirada que me dio después de sus reconfortantes palabras me dejó sin habla. Era más que claro que sería muy dificultoso mantener una relación profesional entre los dos, pero lo intentaríamos.

La Receta para el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora