Marcus VII

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Lo de Marcus no me lo esperaba. Pensé que sería otra persona. Había hablado tan poco con él, y habíamos tenido tan poco contacto que era casi imposible que se hubiese fijado en mí. Pero todo esto era cierto aunque aun no me lo creía. 

Después del recreo hablé con Sara, Lydia y Ariadna aunque no les conté nada. No le había contado ni lo de las notitas y era demasiado explicar así que aprovecharía que mañana íbamos a ir a mi casa para contarlo. 

Hoy no iba a salir así que me pasaré el día tranquila en casa o eso es lo que yo pensaba. 

¡Ding, dong, ding, dong!

-Muy buenas pequeña, vengo a recogerte para nuestra primera tarde juntos.

Era Marcus aquel chico que estaba en la puerta era Marcus. Mi Marcus. Mi chico. Porque, ¿era mi chico no? Me acerqué a él y le di un gran beso. 

-Pasa, mis padres no están en casa.-dije al tiempo que él entraba y yo cerraba la puerta.-Pero si quieres que salga, tengo que cambiarme, no voy a salir con estas pintas. 

-Estás preciosa.

Y me dio un suave beso en los labios. 

-Voy a cambiarme anda, ahora bajo. 

Subí arriba y ni si quiera sabía que ponerme. Y es que estaba tan nerviosa, con cada beso, con cada abrazo, con cada caricia me gustaba más. No tenía tiempo de pensar en eso. Él estaba abajo y yo no sabía qué ponerme. Miré el armario. Cogí unos vaqueros ajustados y una blusa negra transparente. Me peiné y me pinté en el menor tiempo que lo había hecho nunca y volvía bajar las escaleras. 

-¿Dónde vamos a ir?-pregunté inquieta. - Es una sorpresa.

-No, venga, dímelo- rogué ensimismada.

-Si te lo digo no es una sorpresa- respondió mientras sacaba la lengua.-¿Nos vamos? 

Dimos un paseo por la ciudad. Aunque anduviésemos por calles llenas de gente parecía que estábamos solos. Cuando su piel rozaba la mía me sentía viva. Me sentía llena. El vacío que antes tenía Marcus lo había llenado y es que hace dos años las cosas no se parecían en nada a como eran ahora. 

Llegamos a un parque alejado de la ciudad. No había nada especial, solo muchas flores y un hermoso paisaje. 

-¿Por qué me has traído aquí?-pregunté intrigada. 

-Calla y espera. 

El parque estaba rodeado de grandes árboles y arbustos. Se paró justo delante de un gran árbol. Y lo rodeó. Atravesamos la maleza y detrás de ella había un laguito rodeado de flores. Era todo tan bonito que parecía sacado de una película.

-Me pareció un sitio bonito para nuestra primera tarde juntos. Es un sitio con mucha historia. 

-Es...es precioso. Nunca había venido aquí. ¿Cómo conociste este sitio?-pregunté asombrada.

-Bueno... Mi madre me traía aquí cuando era pequeño. Hacía mucho que no venía por aquí y pensé que sería un sitio que te gustaría. 

-Es perfecto. 

Nos tumbamos en el césped. Los besos iban y venían sin cesar. Cada vez sentía más por él, cada vez había más pasión, más amor. Cada vez tenía más claro que le quería. Era un chico muy tímido y no tenía prisa. Eso era lo que más me gustaba. Yo podía llevar las riendas a mi antojo con libertad. Sentada encima suya rodeé su cuello con mis manos. Su respiración y la mía estaban agitadas. Metió sus manos por dentro de mi blusa acariciándome la cintura. Pensé que quería llegar a algo más pero aparto sus manos de mi cintura y me separó suavemente. 

MarcusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora