Marcus XXV

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Carla sube a la habitación justo detrás de mí. Llama a la puerta, pero no le abro así que entra con cuidado y se sienta al borde de la cama, a mi lado. Me acaricia suavemente el pelo. Después de un buen rato habla.

-¿Es ese el hombre que hemos visto antes, verdad?

Asiento. Ni si quiera soy capaz de articular palabra. Voy a tener que soportarle, que verle. Voy a tener que cenar en la misma mesa que él. Y no quiero hacerlo. No quiero verlo. Por otra parte, hace mucho tiempo que no veo a mis primos y me apetece verlos, pero no a él. A él le odio. Le odio profundamente. Necesito soltar de alguna manera toda la rabia que llevo dentro y antes de que pueda darme las lágrimas se derraman por mis mejillas. Mi madre llama a la puerta y seguidamente entra, sin esperar respuesta.

-Alicia, tenemos que hablar.-no la miro. Ni si quiera hablo. Simplemente me limito a esperara a que continúe.-¿Qué te ha pasado? ¿Hay algún problema en que vengan los tíos a casa?

Sí. Claro que lo hay, joder. -No.-respondo.-Ninguno.

-Entonces, ¿qué te pasa?

-Nada mamá.-digo. Me seco las lágrimas y la miro con una sonrisa.- No pasa nada, de verdad. El jueves comemos con ellos.

-Eso es, no quiero que haya problemas en la comida.-responde. Luego me da un beso y sale del cuarto, sin cerrar la puerta como de costumbre.

Carla se levanta y la cierra. Abre su mochila y coge su pijama. La observo mientras se viste, aunque realmente ni si quiera le presto atención. Solo veo sus movimientos mientras pienso.

-Me intimidas.-dice.

-No.. no era mi intención. Lo siento.-respondo ruborizada y dirijo mi mirada a otra parte.

-No pasa nada, tonta.-responde riendo.-Se me ha ocurrido algo.

La miro. Sus ideas suelen ser descabelladas. Muy descabelladas. A ver con qué me sorprende hoy.

-¿Qué idea?-pregunto.

-Puedes preguntarle a tu madre si puede venir Marcus a la comida del jueves, por esto de que es una comida familiar, y que con eso se lo presentas a tu padre, y a tus tíos. Si tu tío ve a tu novio, no creo que intente hacerte nada. Dudo incluso que se te acerque más de lo debido. Marcus no va a separarse de ti, así que no te vas a quedar sola en ningún momento.

Francamente, era una idea brillante. Solo había un inconveniente, el tener a Marcus comiendo en mi casa. Con mis padres. Iba a ser algo un tanto... incómodo. Aunque era una buena solución.

-Es una idea brillante. Gracias.-le digo.

Nos acostamos temprano, pero tanto ella como yo tardamos mucho en dormir.

"Justo delante de mí hay un acantilado. Corro hacía él huyendo de Dios sabe qué. El sudor recorre mi cuello y baja por mi espalda. Me tiemblan las piernas, estoy cansada y me cuesta respirar. El acantilado está cada vez más cerca, quiero parar pero no puedo. Tengo tanto miedo que tiemblo, no sé que hacer así que me resigno. Cierro los ojos y corro más rápido, más, un poco más y cuando llego al borde, salto. Por unos segundos juraría que volaba pero..."

Un grito me despierta de mis pesadillas. Estoy sudando, me cuesta respirar y las lágrimas caen por mis mejillas. Carla está también llorando. Sale corriendo de la cama y de la habitación. Escucho cerrarse la puerta del baño. Espero a que pasen unos diez minutos y voy a buscarla. Me estremezco al tocar el frío suelo con la planta del pie, pero no busco las zapatillas. Llamo dos veces a la puerta. Cuando voy a entrar ella sale. Está blanca y sigue teniendo los ojos muy hinchados. Creo que ha vomitado. La abrazo lo más fuerte que puedo. Regresamos a la habitación y la acuesto conmigo. Espero a que vuelva a dormirse. Y la escucho susurrar "gracias" antes de que la venza el cansancio.

Yo, sin embargo, no puedo dormir. Cada vez que cierro los ojos las imágenes de la pesadilla se acumulan y vuelvo a abrirlos. No quiero moverme por miedo a despertarla. Cojo el móvil para entretenerme un rato en twitter cuando veo que tengo un Whatsapp. Es de hace dos minutos y de Marcus. Lo abro y leo: "No podía dormir y estaba pensando en ti. Solo quería recordarte que eres lo más importante que tengo. Gracias por todos estos momentos. Te quiero, Alicia." Lo releo unas catorce veces. Solo de imaginar la sonrisa de tonta que debo de tener me sonrojo. Le contesto, cierro los ojos y me duermo, pero mi mensaje no termina con un "te quiero" nunca me resultó fácil decir esas palabras. Otra noche quizás...

A las dos horas suena la alarma. Me cuesta trabajo levantarme, para cuando lo hago Carla ya está incluso vestida. Cojo los primeros vaqueros que veo y una camiseta verde agua. Cuando salgo la habitación de enfrente a la mía está abierta. ¿Por qué coño está abierta? La cierro de un portazo. Nadie debería abrir esa puerta.

MarcusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora