Cierro mis ojos y comienza...
El lugar era diferente a donde vivía, no era Querétaro en donde estábamos sino que, por lo visto estábamos en San Luis Potosí -¿cómo lo sabía? Ni idea, pero ahí estábamos.- acompañada de mi hermana, mientras que mis padres seguían en Querétaro.
Estábamos caminando por la calle y por alguna razón guardada en mi retorcida mente tenía la necesidad de huir de ahí, algo estaba realmente mal, pero no con el lugar ni las calles ni las personas que pasaban, más bien con la persona que estaba. Tenía que ser mi hermana pero nunca vi la imagen de ella, más bien estaba acompañada de una mujer extraña y otros hombres más que no tenía ni idea de quienes eran.
En cuanto hubo la oportunidad me eché a correr con el corazón latiendo a mil por hora, corriendo como si mi vida dependiera de ello, el cual sentía que era cierto.
Normalmente cuando la gente sueña que está corriendo, la imagen que de tiene de la persona misma en el sueño en realidad no corre, o lo intenta pero nunca avanza o puede que llegue a hacerlo pero con muchísimo esfuerzo y recorre una mínima distancia.
En este sueño, no. En este sueño corría en verdad, y corría velozmente, ni siquiera en la vida real corría de esa manera. Pero, a pestá de que iba a gran velocidad, tenía el presentimiento de que las personas con las que estaba se encontraban muy cerca de mi, como a la vuelta de la esquina por cada bloque que recorría.
El corazón estaba a punto de estallar, latía tan fuerte por la mezcla entre el acto de correr pero sobre todo por los nervios y el miedo de quien estaba escapando.
Después de media hora de correr ain rumbo, paré. Me detuve y me senté en una banca en lo que parecía un paque por el centro, en mi mente había pensamientos como: ¿a dónde voy a ir? ¿dónde estoy? ¿qué voy a hacer? ¡Ni siquiera soy de aquí! ¡No conozco nada de este lugar! Y la desesperación crecía. Recordando el motivo de aquel escape, salí del trance y seguí corriendo pro ahora por menos tiempo, a lo lejos ya no se veían edificios ni personas ni coches. Recorrí con la mirada a donde había llegado y localizé un hotel pequeño.
Entré al edificio y subí las escaleras pasando por los cuartos y buscando un número, pero en realidad no sabía el número Que idiota, no me he registrado y no tengo cuarto. Tuve que volver a las escaleras pero ahora hacia abajo, en dirección a la recepción.
Llegando hasta abajo, ya no podía más, todo mi cuerpo estaba tenso, temblaba a cada rato, mis manos no podían controlarse, mis piernas se doblaron y terminé sentada abrazando mis perinas junto a una pared que cubría la entrada, al menos no me veían los que pasaban por ahí.
Sentada ahí no podía más que pensar que me estaban persiguiendo, y que necesitaba avanzar, pero no podía hacerlo estaba muy cansada y nerviosa. La ansiedad crecía y crecía, hasta que llegó una persona y de se quedó viendo.
Lo volteó a ver y lo reconozco, es Ángel Rivas, un chico de mi salón, es muy lindo y es mi amigo y no se que hacía ahí pero de la nada me encontró. Se acercó y cuando me reconoció me dedico una gran sonrisa, característica suya, y me preguntó que qué hacía en el suelo, con un poco de preocupación como siempre lo hacía cuando veía que algo no andaba bien en mi.
Quería hablarle, quería explicarle que estaba escapando y que estaba muy cansada y que por eso estaba en el suelo, quería decirle que no conocía por aquí y que me guiara a una lugar seguro. Quería pero no podía... no podía controlar mi respiración y no podía hablar, me costaba tanto trabajo abrir la boca y sólo podía hacerle saber que estaba mal con gestos.
Intente tranquilizarme y cuando por fin pude pronunciar unas palabras sólo dije: perdona, estoy muy cansada, he estado corriendo.
Se sentó a mi lado y logró tranquilizarme un poco, ya no temblaba pero aún no se me quitaba el pensamiento de que estaba siendo perseguida.Checo el lugar detrás de la pared para ver si no venía nadie, pero entonces los vi, estaban justamente en la entrada del hotel. Volvía la ansiedad, el miedo Ahora ¿cómo carajos voy sa por de aquí?. Mi amigo notó la situación pero cuando me volví para pedirle ayuda, ya no estaba. En cambio estaba una chica muy linda de carácter que al parecer ya sabía del problema y se ofreció a ayudarme.
Nos levantamos, mientras entraban más personas hacia la recepción y aprovechando la distracción de la chica, salimos por la entrada principal como si nada, actuando normal. Hasta que ya habíamos avanzado una calle y corrimos las dos igual de rápido como ya lo había hecho antes ese mismo día.
Llegamos a su casa y me sentí un poco mejor, más segura y con la esperanza de que no me hubieran visto. La chica vendía panqueques enfrente de su casa, entonces salió a hacer su trabajo mientras yo me quedaba en su sala preguntándome si debía o no prender mi celular ¿mi mamá sabrá que escapé? ¿mi hermana se preocupa por mí? ¿me encontrarán más fácil si ven mi última conexión?
Entonces recibí una llamada, era mi mamá diciéndome que ya sabía que me había escapado y yo le trataba de explicar que tenía que huir de ahí lo antes posible porque en serio algo no estaba bien, que estaba muy nerviosa. Pero no me estaba haciendo caso, sólo me daba el avión para ganar tiempo porque me explicó después que mientras la llamada se producía, mi hermana me estaba rastreando por un lado.
Pero lo único que pudieron descubrir era un vídeo de mi enterrada actuando como si estuviera muerta.
Abrí los ojos y todo había terminado.