Estamos corriendo, mi amiga Liz y yo corremos pero no en forma de huir sino como juego. Estamos riendo y disfrutando del día.
Subo a unas escaleras y Liz ya no está, el ambiente cambia a un total gris y yo siento miedo. De repente ya no estoy corriendo por diversión sino que ahora realmente estoy huyendo de alguien, volteó para checar si me sigue y lo observo de lejos. Estoy huyendo de un señor muy grande y al parecer muy fuerte (en este sueño tomó la forma del personaje "Piscatella" del programa OITNB).
Sigo corriendo y el señor P me alcanza hasta quedar centímetros de mí, pero sin tocarme. Siento que llevo un buen rato huyendo y en vez de escapar, planeo una forma de derribarlo. No sé cómo pasó pero cuando se acercó hacia mí lo desvíe a un lado haciendo que se pegara en la cabeza con un carro.
Reflexiono la escena y espero a que no despierte, y vuelvo a correr lo más lejos posible de ese lugar. Llego a una casa que desconozco y está mi amiga Aideé, le cuento lo que pasó y la obligo a jurar que me mate si el señor P llegase a despertar, porque ambas sabíamos que me esperaba algo mucho peor si eso pasaba.
Esperamos a escuchar noticias de él...
Sobrevivió.
En cuanto supe que no estaba muerto le ordené a mi amiga que me matara. Mi amiga tomó la pistola y yo, parada, esperaba por el impacto de la bala en mi cuerpo.
-Me avisas cuando lo sientas- dijo y disparó
Grité y caí al suelo. Estaba sola y sentía dolor en mi costilla izquierda.Me quedé en el suelo por un largo rato y no entendía porque no estaba ya muerta. El impacto no había sido tan intenso y estaba en mis cinco sentidos, lo que llevó a la duda.
Me toqué la parte "herida" y me di cuenta que realmente no me había disparado, la bala sólo rozó esa parte de mi cuerpo y por eso me dolía. Me incorporé para poder sentarme y como la puerta estaba abierta, pude ver del otro lado de la calle a mis amigos de la prepa. Gonzalo Camarena volteó y con señas le dije que viniera, le avisó a los demás y llegaron a mí.
Cuando se acercaron esperaba a que entendieran lo que estaba pasando y eché a llorar muy intensamente sin poder decir nada. El único que captó la idea de lo ocurrido fue Chema, que se arrodilló a mí y me ayudó a pararme, lo abracé y me tomó con delicadeza.
Sabía que no había muerto y estaba tan enojada con Aideé por no tener la puntería que necesitaba y me moría del miedo por lo que el señor P me podía hacer.