Estamos en un lugar el cual nunca había visto ni visitado en toda mi vida, no recuerdo como llegamos ahí ni el porqué de nuestra estancia pero tengo el presentimiento de que no saldremos de aquí.
Estoy rodeada de personas mas o menos de mi misma edad, y todos parecen tan confundidos como yo. Al principio nos quedamos solos, cada uno descubriendo y guardando en su memoria cada rincón de este lugar, cuando llegan unos adultos en grupo, que por sus rostros, saben lo que hacen y, porque no están confundidos como nosotros, al parecer son los encargados de todo esto. Reconozco quien está al frente del grupo, es mi padre- pero no tiene la cara ni el cuerpo de mi padre fuera de este sueño, pero por alguna razón, al menos en esta historia, es mi padre- y no sé qué está haciendo aquí y por qué no me ha explicado nada de lo que está pasando.
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Meses después, y tras constantes lecciones nos explicaron. Estamos aquí porque afuera hay un virus, pero no uno como la gripe o hasta tan grave como la lepra, era mucho peor. No nos quieren decir mucho acerca de la enfermedad, la única idea que tenemos es que si salimos de aquí nos vamos a volver unos monstruos tan locos, con cara deforme y con ganas de comer todo, a quien sea, como sea, y como lo cuentan, da mucho miedo.
Casi no veo a mi padre, los adultos solo nos hablan una vez cada tres días para recordarnos lo afortunados que somos por estar a salvo. Pero no estoy segura de si sentirme afortunada, todos tenemos habitación propia, y el lugar es tan grande que tenemos gimnasio, un gran patio con pasto sintético, toda clase de tecnología y una enorme biblioteca, no te podrías quejar de nada. Pero creo que no soy la única que tiene un sentimiento de estar encerrada.
Entre el grupo casi no hablamos, al principio tratamos de entendernos pero no podíamos, no todos hablábamos si quiera el mismo idioma o dialecto, nos llegamos a desesperar tanto que, sin decir nada ni escribir algo, quedamos en acuerdo en no molestarnos. Entre el grupo había un chico que hablaba tres idiomas, el mío, el de otro chico y el suyo original. Los primeros días nos la pasábamos juntos recordando nuestra vida antes de venir aquí, es ahí cuando descubrimos que no podíamos recordar nada. Teníamos conocimientos, claro. Recuerdo perfectamente todo lo que me enseñaron en la escuela: como despejar una incógnita (matemáticas), cómo están formadas las moléculas (química) etc. Pero cuando intento recordar quiénes eran mis amigos, o quiénes eran mis padres, o si tenía hermanos... me quedo en blanco. A excepción de mi padre, aunque solo sé eso, que es mi padre, nada más.
Ese chico mil idiomas me hablaba mucho, y era muy lindo y hacía que las lecciones que los adultos nos daban fueran más divertidas. Un día estábamos en su habitación y empezó a sentirse muy mal, casi no podía respirar y tenía tanta sed que parecía que no había bebido nada de agua en un mes, aunque hace 10 minutos se había acabado una botella. Días después descubrimos, con ayuda de algunos libros de la biblioteca, que tenía claustrofobia.Después de permanecer en un mismo lugar todos los días y no poder verla luz del sol o respirar aire natural, a las pocas semanas falleció de un ataque al corazón.
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Ayer estaba en mi cuarto y se acercó mi padre, se metió sin preguntar y fingió arreglar unas cosas en la pared y después cerró la puerta. Se sentó en mi cama y empezó a contarme muchas cosas, hablaba tan rápido que solo pude captar las palabras más importantes y solo entendí una cosa: no somos los únicos así. Al parecer no somos los únicos "afortunados" que decían que éramos, hay más lugar como éste en otra parte, aunque estaban muy lejos pero se mantenían comunicados entre ellos. Mi padre sale de la habitación y no me vuelve a hablar en todo el día, yo no se qué hacer con esta información y trato de procesarlo.
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Hoy uno de los chicos del grupo se volvió loco, estaba en el pasto sintético y de repente empezó a dar vueltas acostado e intentaba comerse el pasto y las plantas falsas que se encontraban por ahí, los adultos lo calmaron y en unas horas estaba de vuelta a la normalidad. Ya en la noche iba caminando por el pasillo cuando me lo encuentro, pero los adultos lo llevan amarrado. No veo cuál es el problema hasta que veo la otra mitad de su rostro que no se veía, estaba completamente deformado. Mitad de su cara tenía enormes ronchas, y las venas le sobresaltaban, mientras que la otra mitad seguía intacta. Al voltearse me ve, y me mira como si fuera una gran presa y se vuelve loco de nuevo, empieza a desesperarse y trata de zafarse pero lo llevan a otro lugar antes de que pase otra cosa. Uno de los adultos se me acerca y me ordena que vaya a mi habitación.
Mi padre, por otro lado se me acerca, le pregunto que a dónde lo llevan y por qué está tan mal y solo me responde que lo llevarán a otro de los lugares como éste. Respuesta rápida y me lleva a la habitación.
Ahora que lo pienso, saco la conclusión de que hay una posibilidad que el chico se había enfermado del gran virus de afuera, no sabemos cómo pero podría ser eso. No aguanto la ansiedad y salgo hacia donde estaba el chico el otro día, sentándome en el pasto sintético pensando en que tal vez no es el virus, tal vez solo sea que este lugar te vuelva loco.
Suena una alarma y las puertas empiezan a cerrarse, por lo que nos enseñaron: esa alarma y foco rojo significa no salir de los cuartos. Pero yo no estaba en mi cuarto y las puertas ya se habían cerrado. Siento mi trasero mojado y creo es por el pasto, veo mi mano y está mojada, pero no es agua parece baba, me he sentado en saliva. Me siento mareada y lo único que puedo pensar es en que me duele mi cara y tengo mucha hambre.
Veo a los adultos correr hacia mi y me siento mucho mejor ahora, me levanto y corro hacia ellos. Hoy voy a salir de este lugar.