Han pasado ocho años desde que fueron interrumpidos los exámenes Chunin por Momoshki y Kinshki. Posteriormente aparecieron varios villanos con el único fin de destruir Konoha, pero ninguno fue capaz de lograr su objetivo, puesto que Konoha tenía un innumerable grupo de Shinobis dispuestos a dar la vida por la aldea. Sin embargo, uno de los tantos enemigos de la aldea heredera de la voluntad de fuego estuvo a punto de cumplir con el objetivo de destruir Konoha junto a toda su gente, su nombre era Kawaki. Un joven poderoso que arrasó con las instalaciones de la aldea, incluso creyó que había derrotado al mismísimo Hokage, sin embargo, estuvo muy lejos de eso, su ingenuidad y arrogancia lo llevaron a la derrota.
Desde entonces, Konoha junto a las demás grandes naciones Shinobis, viven en paz. Obviamente siempre habrá ladrones, bandidos o secuestradores, pero más allá de eso no había mayores problemas.
Boruto, Sarada y Mitsuki ya tenían veinte años, los tres eran reconocidos Jounin que cumplían con éxito cada una de las misiones encomendadas. El séptimo Hokage, Naruto, estaba muy interesado en que la joven Uchiha formara parte de los escuadrones Anbu. Boruto aún era inmaduro, por lo que incluirlo a él, no sería una gran idea.
En la academia Ninja, nuevos Shinobis comenzaban a formarse, sin duda las generaciones nuevas tenían mucho talento y siempre había uno que otro pequeño que destacaba por sobre el resto.
-Shi-kun, eres asombroso. – gritaba una pequeña niña.
-Shi-kun ganó sin ningún esfuerzo, ¡es tan cool! – otra pequeña gritaba de manera eufórica.
Las niñas de no más de siete años estaban fascinada con aquel niño a quien apodaban cariñosamente como 'Shi-kun', sin embargo, aquel joven no era el único que se llevaba todos los elogios, otro chico de su misma edad tenía casi la misma popularidad que él, incluso se podría decir que se equiparaban en popularidad, las niñas estaban divididas entre uno y otro. Quizás el ser mellizos influía bastante, pero también era algo que ambos no podían evitar, era algo hereditario, algo que ambos llevaban en la sangre.
-¡Hey, chicos! Es hora de irnos. Recuerden que hoy es el cumpleaños de papá – Ambos aludidos se voltearon al escuchar aquella voz.
-¡Hermana! – gritó felizmente uno de ellos, mientras que el otro, un poco más calmado, fue con ella sin emitir una palabra.
-¿Papá ya volvió de la misión? – dijo el más calmado.
-Si, llegó esta mañana. En estos momentos se encuentra con el Séptimo, así que debemos darnos prisa, ya saben lo histérica que se pone mamá- dijo la Joven.
-¡Muy bien! Entonces, una carrera a casa – gritó emocionado el más parlanchín de los pequeños.
- ¡hmp! Hecho – dijo el otro igualmente emocionado y salieron corriendo a toda velocidad.
-¡Oigan! pequeños maleantes... Shisui, Itachi ¡esperen!- gritó Sarada en vano ya que ninguno de los dos escuchó, suspiró resignada. A veces sus hermanos lograban sacarla de sus casillas.
Shisui e Itachi Uchiha, mellizos. Ambos tan iguales, pero a la vez tan diferentes. Shisui Uchiha era mayor por dos minutos, su peinado, al igual que el de su hermano Itachi era el mismo que el de su padre a esa edad, con la diferencia que Shisui lo tenía un poco más largo y con una pequeña coleta, aunque a pesar de amarrarlo abajo, sus alborotados cabellos en la parte superior de su cabeza seguían igual de rebeldes. Su cabello era de un extravagante color rosa –herencia de su madre- y unos ojos tan negros como los de su padre. Él era muy tranquilo y serio, siempre se destacaba en la academia en todas las disciplinas y cada día se esforzaba por superarse. Itachi Uchiha en cambio, era todo lo contrario a Shisui, sobre todo en su personalidad. Itachi era mucho más alegre y extrovertido, le gustaba mucho hablar y socializar con sus compañeros, sus ojos eran de un verde Jade y su cabello era más corto que el de Shisui y era de un hermoso negro con reflejos azulados. Él al igual que su hermano también se destacaba en todas las disciplinas, en ese sentido sus padres eran muy estrictos con ellos a la hora de rendimiento tanto físico como académico, en especial su padre, que en su época de academia se destacaba en ambas cosas. Sin embargo, Shisui tenía una pequeña ventaja sobre su hermano en la parte física.
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Una misión inesperada
RomancePor fin estaba de vuelta en la aldea, pero jamás pensó en que el estúpido de su amigo lo obligaría a hacer semejante misión, sin embargo habían importantes motivos para realizarla él mismo, aunque las prohibiciones de Naruto lo obligaron a alargarla...