Los mellizos volvieron de la academia muy felices, ya que habían aprobado un examen muy difícil, al llegar Shisui vio que su papá estaba entrenando en la parte trasera de la casa.
-Papá, ya estoy listo para seguir practicando – Dijo entusiasmado el pequeño Shisui, Itachi los miró desde la puerta que daba al patio con una sonrisa, pero con un semblante triste. Sasuke lo notó y vio como el pequeño pelinegro se volteaba para subir a su habitación.
-Itachi – Lo llamó el Uchiha mayor, el pequeño lo miró – ven aquí.
Itachi lo obedeció y se acercó a su padre, Shisui los miró curioso y Sasuke finalmente hablo.
-Shisui, te tengo una tarea. Quiero que vayas a la biblioteca y saques uno de mis pergaminos e intentes leerlo con el Sharingan, ese será tu entrenamiento de hoy, Itachi tu y yo vamos a entrenar juntos.
Ambos mellizos asintieron y el pequeño Itachi estaba realmente emocionado ya que entrenaría él solo con su padre.
Sakura volvió más temprano de lo habitual a su casa ese día y grata fue su sorpresa al ver que Sasuke entrenaba con Itachi, al parecer la pequeña charla que habían tenido había servido para que su marido no dejara de lado a su pequeño hijo.
Ya entrada la noche Sakura estaba en el baño dispuesta a ducharse antes de dormir, Sasuke entró a la habitación de ambos y escuchó como su esposa tomaba una ducha, miró largamente la puerta que lo separaba de la pelirosa, apretó los puños y tomó una decisión, se quitó su ropa y entró al baño. Sakura no reparó en la presencia de su marido hasta que dos manos la abrazaron por la cintura, se sobresaltó y Sasuke puso su boca en la nuca de su mujer y le dio un suave beso.
-Sasuke, ¿qué...? – pronunció despacio la pelirosa.
-Shhh – La silenció Sasuke – No digas nada.
El pelinegro la volteó y la arrinconó en la pared de la ducha, sus ojos eran profundos y la miraban con deseo, se miraron unos segundos y luego ambos saltaron a la boca del otro de una manera casi desesperada, Sasuke la levantó y ella automáticamente rodeó su cintura con las piernas soltando un leve gemido, el pelinegro besó desesperadamente su cuello y bajó a sus pechos lamiendo sus sobresalientes pezones, Sakura sintió la erección de su marido rosándose contra su parte íntima y su respiración se aceleró aún más, la necesidad de sentirlo en su interior la estaba torturando, pero afortunadamente el pelinegro no la hizo esperar y entró en ella de una certera embestida, el agua caía sobre ambos arrastrando el sudor de cada uno, Sakura mordía sus labios reprimiendo sus gemidos, Sasuke entraba y salía cada vez más rápido y ella enterró sus uñas en su espalda producto del placer casi doloroso que estaba sintiendo, extrañaba a Sasuke, la muralla invisible que había entre ellos la estaba volviendo loca y en ese momento estar así, le hacía tener esperanzas de que todo volviera a la normalidad. Sasuke entró y salió cada vez más rápido, mordiendo el cuello de su mujer. Volvió a besarla de manera demandante hasta que ambos estallaron en éxtasis, ella envolvió la masculinidad de Sasuke y él se derramó dentro de ella en un orgasmo arrebatador, la besó nuevamente y terminaron duchándose juntos sin decir palabra alguna. Se fueron a la cama y ella se acostó sobre su pecho mientras él la envolvía con un protector abrazo.
-Te amo – le susurró ella con ojos cerrados, él besó la coronilla de su cabeza y acarició su espalda, Sakura se sintió triste al no recibir respuesta de parte de Sasuke, se acurrucó más a él y se dejó vencer por el sueño.
Sasuke la observó dormir, lentamente salió de su lado y se puso sus pantalones de dormir. Al ver que la luz de la luna se colaba e iluminaba la cara de Sakura, notó que tenía el ceño levemente fruncido, su dormir no era tranquilo y él sabía que gran parte era culpa de él. Caminó al balcón de su habitación y se apoyó en la barandilla mirando hacia el horizonte, el viento mecía sus negros cabellos y la luna era quien le hacía compañía. Observó su implantado brazo izquierdo y sin poder evitarlo miles de recuerdos vinieron a él. Había hecho tantas cosas malas y sin embargo Sakura seguía amándolo de esa manera tan incondicional. Volvió nuevamente a su habitación y se tumbó junto a ella sin dejar de mirarla. Tenía que ser sincero con ella y contarle todo lo que estaba pasando. Cerró los ojos y cayó en los brazos de Morfeo.
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Una misión inesperada
RomancePor fin estaba de vuelta en la aldea, pero jamás pensó en que el estúpido de su amigo lo obligaría a hacer semejante misión, sin embargo habían importantes motivos para realizarla él mismo, aunque las prohibiciones de Naruto lo obligaron a alargarla...