Parte 11 - El rugido del león

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El viento soplaba fuerte mientras la lluvia helada caía poco a poco hasta transformarse en nieve blanca...si ahora llora...su salón...más nadie queda allí...—La voz grave y melancólica de un hombre se escuchaba solitaria en un campamento lejano, cantando una tonada lenta a la luz de una fogata casi extinta, siguiendo con cada nota como si el mismo estuviera viviendo la historia que narraba—...escucha mi rugir...—termino aquella triste canción con el orgulloso lema de su casa, sintiendo los copos de nieve caer sobre su rubio cabello.

A lo lejos del hombre, en un campamento un poco más grande que estaba siendo levantado por soldados. Los ojos de Tyrion Lannister miraron con tristeza la fogata que estaba siendo apagada por su hermano, quien, a pesar de acompañarlos, se mantenía alejado de todos los demás, como si fuera un repudiado.

Ha perdido la mujer que amaba...—Dijo Tyrion sintiendo la presencia fuerte de Daenerys a su lado, tratando de explicar la actitud solitaria que había adoptado su sangre.

Tu también la has perdido, y sigues aquí, a mi lado—Daenerys contestó mirando la distancia que ponía Jaime Lannister con los demás, apartándose de todos, dejando incluso la guardia real cuando por fin se le había ofrecido regresar a ella.

Es cierto...pero yo la tengo a usted—Tyrion dio media vuelta, observando el camino hacia adelante.

Poco tiempo les tomo llegar desde ese momento al castillo propiedad de los Stark, quienes los recibieron con brazos abiertos a pesar de su fama de dureza.

Han venido a pesar del invierno—Jon miraba a la gente adentrarse en su castillo, las serpientes de Martell, la vieja mujer Tyrel y un sobrino que había adoptado su apellido, las casas vecinas de Winterfell , los Greyjoy, sorprendiéndose con la casa Lannister seguida de la reina Targaryen.

—Jamás faltaría a la boda de mi príncipe Jon—La reina se acerco abrazando educadamente al de negro, él le regreso el gesto con cariño y efusividad, y para desánimo de Robb, se veía sumamente feliz con haciéndolo...San athchomari yeraan...—murmuro la reina en dothraki, sabiendo que todos escucharían pero que tan solo Jon, ella y un par de personas en su sequito sabrían entender.

Jon sonrió suavemente, como si las palabras fueran una especie de frase triste, algo que Robb logró entender pero no tuvo oportunidad de preguntar.

Me alegra que hayan logrado llegar bien, la nieve no ha dejado de caer desde la primera nevada—Hablo Robb poniéndose al frente, ofreciendo su brazo a la reina para llevarla por el camino, una vieja costumbre de cortesía de su padre, mientras Jon ofrecía su brazo a Missandei, sonriéndole amigable. La gran mayoría se quedaría afuera en sus propios campamentos y solo aquellos representantes tendrían el honor de asistir a dicha ceremonia.

Un cena fue otorgada como bienvenida, pero el banquete principal sería justo al siguiente día, cuando la unión por fin fuera celebrada en los bosques de los viejos dioses.

Ha hecho una gran labor mi lady, aceptarnos a todos nosotros en la entrada del crudo invierno...es un logro que no podía imaginar en manos de otra persona—Tyrion se había posicionado a un lado de Sansa quien vigilaba todo como si fuera la guardiana de aquel castillo—y no lo digo en su presencia pero no puedo imaginar estos logros viniendo solamente de sus hermanos—Guiño un ojo a la pelirroja y esta le regalo una sonrisa divertida.

Tengo que admitir que yo tampoco lo imagino—Contestó ella mirando a su hermano mayor conversar con la reina y a Jon con Sir Jorah. Todas las mesas parecían complacidas, incluso su madre trataba asuntos con Varys sin su típica actitud de intriga y sospecha—No veo a su hermano con nosotros—Señalo a ella al no ver a Jaime entre la multitud.

Matrimonio de LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora