CAPÍTULO 29.

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ANAHÍ:

Volver a la rutina después de haber estado semanas perdida en tú mente, hacen que te sientas como si estuvieras visitando un nuevo país. Todos tenemos problemas, todos tenemos pensamientos horribles, y que te llenan de miedo, todos nos enamoramos y tal vez nos traicionaron.

Me miraba en el espejo y me sentía como un edificio derrumbándose, día a día perdiendo una pieza nueva, día a día con una nueva grieta. Y hoy intento reconstruir ese edificio, juntar cada pieza rota de mi alma, de mi corazón, de mi cuerpo.

Cuesta, cuándo creo que lo estoy consiguiendo... me vuelvo a derrumbar. Basta con ver una fotografía de Dulce para derrumbarme, basta con pensar en ¿que nos paso?, todo parecía marchar bien, pero el motor de nuestra relación falló y nos perdimos en la nada misma.

Dulce se fue a California, me llama desde allá pero yo no le respondo. Una respuesta mía, me daría una suya y así iniciaremos una conversación, pero esa no es la idea. La idea es dejarnos ir. Porque aunque duela, cuándo te tienes que alejar lo tienes que hacer con todo el dolor del mundo. Tus heridas se irán sanando, pero es mejor retirarse con menos heridas a quedarse y dañarte más.

Renuncié al puesto en el instituto, por más que ame mi trabajo. Tengo que hacerme responsable de la empresa junto con Hannah, las acciones de Dulce se las devolví a ella, y está llevando las cosas de la empresa de lejos.

No se cuándo la veré, pero si se que en cuánto la vea, me sentiré débil, se que dije que iba a hablar con ella. Pero cada vez que recuerdo lo ocurrido me da rabia, no porque se besaran, si no por las intenciones de ese beso que claramente estaba pasado de tono, Dulce se encontraba sin su saco y las manos de Emma cerca de los pechos de Dulce, si no llego evidentemente pasa algo más. Tengo dignidad y yo infidelidades no perdono.

No la voy a superar de la noche a la mañana. Porque cuándo superas rápido un amor, entonces jamás fue amor. Porque superar cuesta, es un camino largo y difícil. Y yo estoy en proceso, no es fácil dejar ir, nunca lo fue, nunca lo sera.

Me encuentro en casa de Fabiola cenando y sus ojos me demuestran que pronto me va a salir con algo de lo que probablemente no quiera hablar.

-Any, eres increíble.

-Fa, ¿cómo a estado ella?- le preguntó y suspira- En serio quiero saber.

-Triste y enojada... No se si está bien que lo sepas.

-No importa- intento sonreír.

-¿Puedo saber porque si la amas tanto y así. Tú no la perdonaste?- dice metiéndome un poco de pastel en la boca.

-Puedo darle una segunda oportunidad, pero aveces las segundas oportunidades que damos se transforman en miles de oportunidades que das. Y eso lleva a dañar tú alma.

-Any, sí lo se... Pero Dulce no es de las chicas que andan con más personas y lo sabes. Cuándo estaba más pequeña tuvo dos novios y luego a ti. Any, ella cometió un error.

-Y creeme que lo se, yo la amo.

-Lo noto en tus ojos.

-Espero que se recuperé.

-Ella espera lo mismo de ti... ¿Sabes que me preguntó?.

-¿Qué?.

Se ríe y niega con la cabeza- Me pregunto que si tú... Estabas llevando mujeres a la casa.

-Osea, ¿es en serio?.

-Sí, lo es...

-Jamás meteria a una mujer a nuestra casa, y ademas está bien que piense esas cosas, ese sera su castigo, aunque yo no me ande revolcando con nadie.

UN AMOR IMPOSIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora