Capítulo 5

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Estoy en clase de Matemáticas. Un aburrimiento, aún no se como he pasado de curso. Estoy sola en clase, nadie es capaz de ponerse a mi lado, eso me preocupa. ¿Qué estoy haciendo mal? ¿por qué soy un bicho raro? Nadie me dirige la palabra me siento sola. Sin embargo, Eric se sentó sin pensarlo al lado mio, sin importar lo que pensara el resto de la clase. Se que por eso, las chicas me han excluido del todo.

Suena el timbre para ir al recreo. Me dirijo a la cantina para comprar mi almuerzo y me siento en una mesa. Pienso en Marta, cuando ella estaba aquí no me sentía sola, ella me comprendía, me defendía, y yo a ella eramos como hermanas inseparables, pero ella tuvo  que irse a Madrid a seguir con sus estudios. Desde entonces me siento sola. Una voz me saca de mis pensamientos.

—Rocío, ¿por qué estas sola? ¿no tienes amigos? —dice. 

Uff... que asco. Es Marga, la popular de la clase, y está acompañada de sus amigas que le siguen a todas partes. Sinceramente, me dan asco.

—Marga, métete en tus asuntos si no tienes nada que hacer molesta a otra. —digo molesta y aguantando mi ira.

—Rocío, eres muy patética. Siempre estás sola, y no tienes amigos. —se ríe. 

—Para tener amigas como las tuyas que te bailan el agua y no tienen personalidad, prefiero estar sola. —digo cada vez mas cabreada. Al final se lía.

—¿Que has dicho? —me dice una de sus amiguitas. 

—Si no os importa me gustaría almorzar tranquila, gracias. —digo.

En estos momentos me gustaría que Eric estuviera aquí, para que esas petardas no me dirijan la palabra y encima que se retuerzan de la envidia. pero Eric no ha venido hoy.

—Pues fíjate que hoy no vas a estar sola vamos a hacerte compañía, para que luego no digas que te sientes sola. —dicen en tono sarcástico. Nada que hoy les ha dado por tocar un poco los huevos, no pasa nada Rocío, no te rebajes a ella. La indiferencia es la mejor arma. 

Dios mío que pesadas, no se callan nunca de decirme cosas. Al final cobran y se van calentitas a clase. Ufff... me empiezan a subir los calores. Que día de mierda. ¿van a ser a sí todos? 

Por fin suena la campana. Como se suele decir, ¡salvada por la campana! 

Vuelvo a clases, esta vez de biología. Y me vuelvo a sentar sola, pero esta vez no pueden hablarme menos mal. El profesor esta explicando y yo voy apuntando lo que creo que es importante para luego estudiarlo mejor. El día mas fuerte de la semana es hoy, hoy damos las asignaturas de puras ciencias. 

—Rocío, sal a la pizarra y realiza el ejercicio. —dice el profesor.

¡Mierda! justo el que no tengo echo. Hoy es un día redondo. 

Me levanto y voy hacia la pizarra, soy una diana para todos ellos, están esperando el mínimo fallo para reírse de mi. Leo el ejercicio, una y otra vez, hasta que se me aparece la virgen y se como se hace. Menos mal. Lo hago en la pizarra y el profesor me da el visto bueno. Salvada. Pero al girarme e ir hacia mi pupitre me tropiezo y me caigo. Rocío ¿como puedes ser tan patosa y en este momento? Todos se ríen. Y el profesor pone orden. 

Me dan ganas de llorar en ese momento, pero me aguanto, tengo que ser fuerte o por lo menos aparentarlo. El día se me está haciendo insoportable. Aún me queda el recreo y una hora más. Suena el timbre. Y me levanto rápido y me dirijo al aseo antes de que esas arpías me vean entrar.

Cuando estoy dentro del aseo, miro bien por si hay alguien y cuando confirmo que estoy sola, sin querer se me saltan las lágrimas. Cojo el papel y me las seco. Me tiro en el aseo un buen rato hasta tranquilizarme. Decido salir, no hay nadie por los pasillos, lo agradezco. Y voy a la última clase que es física. 

No me hables, solo bésame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora