-Erika mando a los gorilas a llevar el sillón y el plasma; y como no tenia un tercer secuaz yo me ofrecí para llevar la mesa.- Daniel ya no me miraba mientras narraba su historia, simplemente tenia su vista en ningún punto fijo.- Llegamos a una limusina enorme y muy lujosa; junto a los gigantes metimos las compras en la parte trasera del auto. Erika me agradeció la ayuda extra y me dio una tarjeta totalmente negra, la cual contenía un numero y una extrañas palabras:
"Ley no es lo mismo que justicia"
-¿Aún tienes la tarjeta?- Le pregunté.
-Nope... La tire a la basura.- Carraspeo un poco y luego continuó con su relato.- Me dijo que si necesitaba ayuda para un mejor trabajo, que la llamara. No quise hacerle mucho caso. Ese mismo día, tú habías llegado con una muy buena nota en no sé qué. Y mamá quería celebrar, así que compramos completos y una bebida. ¿Recuerdas ese día pequeña?-
-Claro que si. Y esa nota era muy importante: ¡Era mi nota anual! Fui la nota mas alta.-
-Esta bien, esta bien; ya me dejaste en claro que eras una nerd.-
-Si, y también... ¡¿Como que una nerd?!- Le dije algo molesta.- Yo seré nerd, pero no una floja como tú.-
-Oye, yo he estado trabajando duro, no soy flojo. Ahora cierra la boca y escuchame. ¿Quieres?- Me dijo "molesto". Yo volví a asentir.
-No le dije a nuestra mamá sobre la tarjeta. Lo mantuve en secreto hasta hoy.- Tomó aire.- Un día, mamá recibió un notificación del banco, nos quitarían la casa si no pagábamos una deuda que creció luego de la muerte de John. Y mamá, con su empleo, no podía pagarla, así que llame a Erika, increíblemente se acordaba de mi. Me dijo que hablaría con su esposo sobre una posible vacante. Dijo que llevara dos mudas de ropa en una maleta y cosas necesarias para un "pequeño" viaje. Nos íbamos a reunir en la plaza central.-
-¿Por qué fuiste?-
-Era un adolescente. No pensaba con claridad.- Se excusó.
-No es excusa; ser adolescente no implica no saber qué hacer, tampoco el ser adolescente es que no pensemos con claridad. No pongas estereotipos tan extraños.- Le regañe.
-Como sea; fui a ese lugar, no le dije nada a mamá ni a ti. En la plaza estaba la misma limusina de la otra vez, enorme y lujosa, apenas llegue al lado del auto, Erika se bajó junto a otra persona, la cual resultó ser su esposo: Ricardo.-
Sin quererlo recordé cuando Daniel me salvó y repitió varias veces el nombre de Ricardo; esa vez al mencionarlo, su rostro se torno en furia total; e incluso recuerdo que al momento de golpear a los sujetos su mandíbula estaba desencajada por el enojo contenido, sus ojos abiertos de par en par, su ceño fruncido exageradamente y sus nudillos (que se aferraban con firmeza la camisa del sujeto rubio) estaban blancos por la presión. Admito que me aterró ver por primera vez a mi hermano en ese estado de...descontrol.
-(...) Bajó del auto y caminó con aires de superioridad, estaba vestido como siempre: terno negro, camisa de seda y corbata. Después de una charla descubrí que trabajaría para él, ganaría millones en un sólo día, y lo único que tenía que hacer era ser su "cartero". No desconfíe y me subí al auto.-
-¿Su cartero?- Le pregunté confundida; ¿A qué se refiere con ese término?
-Algo así como su mensajero.- Me explicó.- Les expliqué mi situación, Ricardo se propuso ayudarme de inmediato con la deuda de mamá, con la única condición de que trabajara directamente con él en el extranjero.-
- Perdón que te interrumpa, pero...-
-No importa, ya me he acostumbrado a tus interrupciones.-Dijo burlón.
-No es que lo haga a propósito.- Me quejé.
-Sigues igual de curiosa...- Una sonrisa nostálgica se formó en sus labios.
-Es que me parece extraño que te hayan agarrado tanta confianza tan rápido.-
-Pensé lo mismo, pero Erika le explicó el pequeño favor que le hice y creo que le agrade a Ricardo.- Respondió. Apenas dijo eso una tos salió desde mi garanta. ¿Siempre hizo tanta calor?
Daniel puso su mano sobre mi frente, pero la quitó de inmediato. Puso la misma mano en mi nuca y me acercó a él, apoyó su frente sobre la mía y nos miramos a los ojos.
Mamá siempre decía que teníamos los ojos iguales, sé que es imposible, pero los tenemos bastante similares. Un tono café muy claro que dicen es parecido al tono de la miel, y en exageraciones de parte de los demás, dicen que al sol o a la luz se ven amarillos. Que exagerados.
-Has empeorado. Tu fiebre a subido por la falta de descanso. Te traeré un remedio y una taza de té, que te tomarás de inmediato.- Me explicó mientras se separaba de mi e iba a la puerta. Pero en el marco de la misma se detuvo, no me miraba, me daba la espalda y aun así pude escuchar claramente lo que dijo:
-Extrañaba cuidarte, hermanita.-
Lo dijo de una manera tan... Nostálgica pero animado, como si al fin hubiera logrado un sueño que pensó era irrealizable. Tal vez para él era un anhelo que se ocultaba en el fondo de su corazón.
Luego se esas tres palabras se marchó, cerrando suavemente la puerta.
-También te extrañe.- Ya perdí la cuenta de las veces en la que había repetido lo mismo.
Pero esta vez, sin nadie escuchando, salió de un sentimiento que creí hace años muerto.
-Extrañaba ver tu sonrisa, maldito idiota; extrañaba ver tu cara de preocupación, pedazo de tonto; extrañaba tus abrazos, intento fallido de galán; te extrañaba...- Sollozaba entre cada frase, y eso me estaba causando dolor de cabeza, otra vez.
-¡Yo también te extrañaba, pequeña alienígena!- Gritó Daniel, desde afuera de la pieza.
-¡Ya trae esa maldita pastilla, grandísimo metiche!- Le grité.
Escuché como se alejaba mientras se reía.
Es un completo diota, pero lo quiero.
ESTÁS LEYENDO
En busca de la luz
Teen FictionUna vela, una lámpara, el sol, una luciérnaga, nuestra alma; todo aquello da luz, espanta a la oscuridad e invita a la sombra a acompañarnos... Pero, ¿qué pasa con las personas que no pueden invocar a la luz porque no la tienen? La tienen que buscar...