Un mal día

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Apenas desperté me bañe, lo necesitaba; tengo la cabeza hecha un caos y no hay nada mejor que una ducha para pensar y despejarme.

Se supone que ayer, Tiago y yo nos...emm...nos besamos. Si. Nos besamos. Y me gusto...

¿Se supone que debe pasar algo? ¿Tengo que hablar yo primero?

No, no, no, no, no, no, no, no... Que lo haga él.

Me vestí y bajé al comedor estilo medieval. No había nadie.

¿Por qué no hacer el desayuno? Voy al refrigerador para ver que se puede hacer para desayunar.

Podría hacer panqueques, lo único que me faltaría es el polvo royal. Pero no conozco del todo la casa, no se dónde puede estar.

Reviso los bolsillos de mis pantalones y encuentro algo de dinero. Puedo ir a comprarlo. Ya que...

Salgo por la enorme puerta de roble y empiezo a caminar hasta el final de la calle, ahí está el negocio "Donde Elsa Pallo".

-Buenos días, doña Elsa.- Saludé a la señora de...creo que de unos 46 o por ahí; es complicado adivinar su edad por que es una mujer algo hiperactiva pero con muchas arrugas encima.

-¿Qué tienen de buenos?- Me respondió mordaz, diría que casi me gruño. Olvide mencionar que es MUY simpática y agradable (nótese el sarcasmo). No pude evitar mirarla mal.- ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?-

-¿Aparte de muchas arrugas y una enorme y horrible verruga en su cara? No, nada, nada.- Pensé, tenia muchas ganas de decirlo, pero no me quiero arriesgar a que me deje sin royal.- No, nada... Es sólo que no pude evitar fijarme en su hermoso cabello.-

-¿Cierto que es hermoso?- Dijo peinándose con los dedos su pelo amarillo chillón.

-En realidad, no.- Le dije, enseguida me miro con esa aura que irradia peligro.- Como sea, ¿Me vende un royal? Por favor.-

No dijo nada, tan solo se puso a refunfuñar mientras se daba vuelta y buscaba el sobre.

¡Oh! Llego Joaquín; es el gato de la señora momia (Doña Elsa). Es un gato de lo más amoroso. Es negro con unas manchas blancas. Además, me encantan sus ojos, son pardos. Sin pensarlo mucho comencé a darle caricias a lo largo de su espalda, me encanta como se encorva.

-Oye, niñata, aquí esta el royal.-Me gruñe la señora, Joaquín de inmediato se va.

Le doy el dinero y me voy sin despedirme.

Iba avanzando de a poco, me gusta observar las casas...

-¡MEL!- Alguien grita mi nombre y a lo lejos veo a Tiago y a Sebastián corriendo hacia mi.

¡Dios! Vienen como una estampida.

-¿Qué pasa?- Intente preguntar apenas llegaron frente a mi (Por suerte, sin atropellarme) pero Sebastián pasa un brazo por detrás de mis rodillas y otro por mi espalda para luego colocarme sobre su hombre derecho.

-¿Pero qué diablos haces?- le pregunté, Tiago se puso detrás de él y me miraba preocupado.

-¿Donde estabas?-

-Comprando royal, quería hacer panqueques.- Le conteste, ¿Por qué le conteste?

-Pudiste, mínimo, haber avisado.- Me recriminó Sebastián, dándome un golpe en el trasero.

-¡Oye!- Dijimos Tiago y yo al mismo tiempo.

-No hagas eso, maldito pervertido.- Le dije a Sebastián.

-No soy un pervertido... Solo admiro el cuerpo de las mujeres.-

-Idiota.- Murmuré. -¿No que había cambiado?- le pregunte a Tiago.

-Y cambio...- Dijo sonriendo.

-A todo esto; ¿por qué tanta preocupación?-

-Los "amigos" de tu hermano ayer me dejaron para la cagada. Me dio terror que pudiera hacerte algo.- Respondió Sebastián.

-Exacto, así que desde ahora vivirás con nosotros.- Acotó Tiago.

-¡¿Espera qué?!- Grite y me puse a patalear como niña. -Bajame.-

Sebastián me bajo (recién me fijaba que ya habíamos llegado a la casa y estábamos en la entrada).

-Claro que no viviré con ustedes. ¡Es una locura!- Les recriminé.- Y por idiotas se quedaron sin panqueques.- Dije y salí corriendo a mi casa...

¡Vamos! Son solo nueve casas de diferencia. Llegué a la seguridad seguridad de mi hogar... ¿Hogar?
¿Esto en realidad es un hogar?

Estoy muy confundida ahora, tal vez tocar algo me ayude.

Agarre mi guitarra y me acomode en el suelo, apoyando mi espalda en el sillón. Empecé con acordes al azar, pero al momento se realizar un FA# la cuarta cuerda se rompe provocando un sonido agudo y desafinado, además de molesto.

-Genial... Mi guitarra esta mal, y no tengo dinero para una cuerda nueva.- Masculle para mi misma. Vi la hora en mi celular, faltaba media hora para las dos de la tarde. ¿Tan rápido había pasado la mañana? Me quedan solo 15 minutos para ponerme mi ropa de trabajo y con suerte comer algo (no he desayunado).

Mi traje solo consta de una polera azul, como el logotipo del cine, de pantalones o zapatillas puedo usar lo que quiera (con tal de que no sean tacones).

Me pongo a revisar el celular, me meto en la galería y reviso las fotos, borro algunas y me río con otras. Cuando menos lo espero faltan siete minutos para las dos...

¡ESTOY FRITA!

Es mas que seguro que llegaré tarde... ¡Vamos, Melissa, apurate!

Salí de mi casa y sin quererlo mi mirada cayó en la ultima y enorme casa de la calle. Corrí a las esquina e incluso ignoré a Mr Rex. Ya le daré una galleta, un pedazo de pan o algo.

Tomo una micro cualquiera (en total todas me sirven) y voy rezando para que mi gerente llegue unos minutitos tarde.

Llego al cine (¡Por fin!) y cojo la escoba y me pongo a limpiar como si hubiera estado allí desde un buen tiempo.

-¡Este si es un ejemplo a seguir, damas y caballeros! Melissa trabajando desde hace rato.- Dijo con el pecho lleno se orgullo mi jefe. ¿Y el gerente? Normalmente es él quien nos alaba o nos alega.

Mis compañeras me veían y se reían. Aunque no se reían de mi, si no del jefe; un hombre pequeño (exageradamente pequeño), regordete, con un bigote gordo y café que no combina con su teñido y casi nada de pelo rubio; como una versión de Mario Bross británica.

Quise ignorarlo y continúe limpiando.

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Y así paso toda la tarde hasta que me tuve que ir al lavado de autos. Estoy agotada, para variar aun no he comido nada.

-¡Oye, Melissa, la máquina esta mala! ¡Ve si acaso puede repararla!- Me grito Patricia desde su oficina.

Ya que... Voy a donde este monstruo de metal y le doy un vistazo... Son solo unos tornillos flojos y la manguera algo gastada, lo mas "grave" seria el motor que esta algo...emm...antiguo.

Lo reparé cuanto pude y por ahora funciona.

-¡Mira mamá! ¿Y esto para que es?- Un niño se acerca y presiona un botón azul; la manguera comienza a expulsar agua a montones. Es como una serpiente loca tirando a cualquier lado su veneno. Yo con algo de dificultad la detengo. ¿El precio? Quedar empapada.

El día va de mal en peor...

En busca de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora