Hermanita

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Fue doloroso,  increíblemente doloroso ver a mi hermano en ese estado...

Lo separaron de su familia, golpearon,  maltrataron y humillaron al amor de su vida que luego lo rechazó y lo sacó de vida,  para al momento enterarse que habían asesinado a su hijo...

La vida no ha sido amable con Daniel...

Me siento algo culpable... Él había pasado mucho tiempo tratando de hablarme y yo le huía; le tenía miedo.  Y me sentía traicionada,  pero siempre fue una traición malinterpretada.

¡Alto! Los idiotas que golpearon a Sebastián y los que me amenazaron... ¿eran "cazadores"?

-Daniel... - Le llamé,  intentando capturar su atención...  Mi hermano seguía caminando por la habitación,  tratando de controlar me rabia que emergió de lo profundo de sus recuerdos...

-No... No puedo. - Habló de manera entrecortada. - No puedo hablar así... No quiero hundirme de nuevo... - Se sujetó la cabeza con ambas manos y comenzó a jalarse el cabellos,  se estaba desesperando.

-No lo harás. - Traté de hablar lo más comprensiva y segura que pude. - No te hundirás mientras yo este contigo. - Me había levantado y acercado a él. Apoyé mi mano en su hombro derecho y él se quedó estático.

-No pude conocerlo... - Dijo con la voz ahogada.  Se dio la vuelta y me abrazó,  paso sus brazos por mi cintura y escondió su cara en la curvatura de mi cuello, no faltó mucho para sentir las lágrimas caer en mi hombro. Por mi lado, le pasé los brazos por su cuello.  Era mucho más alto que yo por lo cual estaba algo incómoda.  Pero mi hermano necesitaba apoyo.

Poco a poco fuimos bajando hasta quedar sentados en el suelo,  en ningún momento deshicimos el abrazo.

-Me hubiera gustado tanto... tanto verlo crecer. - Habló con la voz forzada y a veces lo interrumpía uno que otro sollozo. - Me hubiera gustado tanto verlo dar sus primeros pasos,  ir a algún partido,  ponerme como loco en sus primeros cumpleaños,  llevarlo a su primer día de escuela... Deseaba tanto casarme con Verónica,  le hubiera dado una rosa todos los días,  nos turnariamos para cambiarle el pañal a nuestro hijo... ¿Entiendes? NUESTRO hijo... - Solloza más fuerte,  sus dedos se entierran en mis espalda y yo siento su cuello tensarse. - Pero no pasará... Nunca tendré la oportunidad de que pase otra vez...-

Lloró unos minutos... Yo me quedé en silencio.

¿Qué podría decirle?  No he experimentado nada parecido como para consolarlo.

Lo único que hice fue acariciar la extensión de su espalda...

-Perdón... No debí haberme puesto así. - Dijo separándose de mi, sus ojos estaban hinchados y sus mejillas rojas. - Necesito... Necesito un té.  Si,  eso. - Dijo y se puso de pie.  Pasó sus manos por debajo de mis axilas y me levantó. Me sentí como una niña. Me acarició la mejilla izquierda y me miró con anhelo. Me besó la frente antes de salir de la pieza.

Miré el reloj,  son las dos de la mañana... Por suerte era domingo.

La habitación quedó en silencio.  Silencio que se rompió ante el estrepitoso ruido de un vidrio quebrarse contra el suelo.

Salí con prisas de la habitación y corrí a la cocina. Mi hermano estaba agachado, recogiendo lo que quedaba de un vaso sobre un charco naranjo.

-Daniel. - Le llamé pero no me miró.  Me arrodille a su lado y también comencé a recoger los pedazos de vidrio. Me sentía algo mareada. ¿Aún no se me quita la fiebre?

Echamos los pedazos rotos a la basura e ignoramos el charco naranjo que seguía humedeciendo el piso. De inmediato me senté en la silla. Daniel se preparó su amado té y se sentó al frente mio.

No quiero presionarlo, estoy más que segura que le duele hablar de esto...

-Luego... Luego de enterarme de quiénes habían golpeado a Verónica y todo...todo eso. - Hablaba bajo, casi susurrando.  No era necesario que hablara alto, el silencio de la cocina era abrumador .- Era muy obvio que fue Ricardo, quise denunciarlo, ir a carabineros y que detuvieran a ese...ese ...- La rabia se apoderó momentáneamente de su voz. - Como sea. - Suspiró y tomó un sorbo de tu té. - Pero si lo hacía, quedaba el riesgo de que les hiciera algo a ustedes... Y eso no lo soportaría. No quería perder a nadie más. - La taza que estaba entre sus manos temblaba. - Pero no podía dejar pasar esto... Claro que no. Fui al edificio, ignoré la seguridad y me dirigí a la oficina de Ricardo. El maldito estaba sentado, tomando vodka. Me preguntó si venía a pedir trabajo, no aguante más. Corrí hacia él y le golpee, él era más fuerte que yo, no pasó mucho para que quedara encima mio y comenzara a golpearme. Estuvimos así un rato. Hasta que nos separamos. De reojo pude ver a Jorge asomado por el marco de la puerta. Ricardo, al ser un maldito mafioso, jugó sucio; sacó una pistola y me disparó... Aquí, mira. - Se levantó la polera que llevaba dejando a la vista una horrible cicatriz, justo debajo de sus costillas.- No fue algo grave, me debilite por la pérdida de sangre, pero la rabia era mayor. Volví a correr hacia él, quería terminar con su mugrosa vida. Pero antes de llegar a él, se escuchó por la habitación un ruido sordo,  al segundo Ricardo se apoyó sobre su escritorio, con una mano se sostenía el hombro. Jorge le había disparado. Me gritó que saliera de ahí, que él se encargaría. Recordé lo que Ricardo le hizo a mi único amigo, así que me fui.  Salí del edificio y viajé al Caribe, se supone que Jorge llegaría ahí después. Y así fue, dijo que había matado a Ricardo, pero que Erika tomó el cargo de la "empresa" y estaba trabajando con la asesoría de otro Ricardo. Es como una tradición que todos los jefes se llamen igual que el que originó ese trabajo de "justiciero". Jorge y yo nos separamos, el se fue a Francia y yo me vine aquí. Te quería encontrar. Saber que estabas bien. Pero no te di una muy buena impresión .- Sonrió irónicamente .- La verdad es no sabia cómo actuar. No te había visto en años y no sabia si me odiabas o si me extrañabas. Y ahora estamos aquí.- Me miró y estaba sonriendo. - No me había fijado que ahora estoy aquí, con mi hermanita...-

¡Dios! Me estoy emocionando...

-No te dejaré... No de nuevo... Melissa, estaré contigo todo lo que me queda de vida, lo juro. - Daniel puso sus manos en mis mejillas y me miraba a los ojos. - Pero no llores, no lo hagas pequeña. - Dijo pasando su pulgar por mis pómulos. ¿Estoy llorando? ¿Por qué nunca me doy cuenta cuando lloro? - Pero te lo pido, no me alejes, por favor. - Me susurró.

-No lo haré, quédate conmigo... -

-Pequeña, no sabes lo oscura que fue mi vida desde que Verónica murió... -

No fui la única que vivió en la oscuridad por tanto tiempo... Daniel también sufrió... Y ahora quiere arreglar las cosas conmigo... Mi hermano volvió por mi.

-Me pegaré a ti como lapa.- Estaba sonriendo e incluso soltó una carcajada.- Te había preparado jugo de naranja, pero se me resbaló... Lo siento. - Seguía sonriendo.

-Sigues siendo muy torpe en la cocina. - Le dije.

En busca de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora