Nos detuvimos frente a la "casita" de Tiago y Sebastián. Mi hermano quedo algo anonadado por el tamaño de la vivienda.
-¿Y dices que aquí viven tus "salvadores"? - Pregunta señalando la casota.
-Sip. - Le respondo. Le indiqué donde estacionar el auto y ambos bajamos para luego caminar hacia la entrada.
No alcanzamos a abrir la puerta cuando esta fue abierta por Sebastián. Él ojiverde se cruzó de brazos frente a Daniel. Enseguida noté que intentaba intimidarlo.
-Así que... ¿Tú eres Daniel? - Preguntó con voz tosca.
-Así es... Y supongo que tú eres Sebastián. - Respondió altanero.
-Así es... - Respondió de la misma manera. Esto me da mala espina.
Sebastián se quedó mirando fijamente los ojos de mi hermano. Un atisbo de enojo y rabia surcó el rostro del ojiverde al momento de lanzarle un puñetazo en toda la nariz a Daniel.
-¡Maldito infeliz!- Gritó Sebastián al ver a Daniel en el suelo.
-¡¿Y a ti qué te pasa?! - Le recriminé por su estúpido acto.
-¿No lo has visto, Mel? ¡Mírale los ojos!- Dijo apuntando a mi hermano que aún estaba en el suelo, con una mano en la nariz para intentar parar el sangrado.
-¿Sus ojos? - No entiendo.
-Si, sus ojos; están rojos, se ha estado drogando. No dejaré que estés con un drogadicto. - Estaba muy enojado.
-¿Drogadicto?- No pude evitar reírme. Vi a mi hermano y le ayude a reincorporarse. Me fijé en sus ojos; están rojos, pero por el llanto de hace poco.
-¿De qué te ríes? - Pregunta Sebastián, confundido.
-Me has golpeado por nada, estúpido.- Respondió mi hermano, sin dejarme hablar. No importa, yo seguía riéndome.
-¿Cómo? -
-Tengo los ojos rojos porque me dio un ataque de sentimentalismo.- Respondió Daniel, cubriéndose la nariz. No sé si esta sonrojado o es sangre. - Y tu para de reír, acaban de golpearme.- Me recriminó.
-Admite que esta confusión es graciosa.-Le digo y él, derrotado, asiente sonriendo.
-Por cierto... Buen golpe.- Felicita mi hermano a Sebastián que estaba estupefacto.- ¡Ah! Necesito hablar contigo, en privado.- Señaló mirándome e indicándome que me fuera.
-Esta bien.- Contesta Sebastián antes de mirarme.- Princesa, Tiago está con Hannah y Katherine en su habitación.-
-Gracias.- Iba a entrar pero regresé. - Y no quiero mas golpes. - Indiqué sonriendo antes de traspasar la puerta.
Subí las escaleras de madera hasta llegar al segundo piso, busqué la habitación de Tiago y me dirigí a ella. No fue difícil adivinar que estaban ahí; podía escuchar perfectamente las risas de su prima y su novia.
-Hola, hola.- Saludé con entusiasmo apenas ingresé a la pieza.
-Hola. - Me contestaron las chicas a la vez que me dirigían una bella sonrisa. Pero Tiago solo se quedó mirándome; tenía sus hermosos ojos verdes muy abiertos, y sus labios fruncidos.
Creo que las chicas se dieron cuenta de la tensión presente en el aire, porque de inmediato abandonaron la habitación. Tiago seguía mirándome. ¿Por qué tenía que tener una mirada tan indescifrable? ¿Está enojado? ¿Por qué estaría enojado? ¡Ah! Cierto... Yo también me enojaría si el chico que me gusta desaparece de repente para luego avisar que está donde su hermano "causa problemas" que lleva desaparecido por más de 8 años...
ESTÁS LEYENDO
En busca de la luz
Teen FictionUna vela, una lámpara, el sol, una luciérnaga, nuestra alma; todo aquello da luz, espanta a la oscuridad e invita a la sombra a acompañarnos... Pero, ¿qué pasa con las personas que no pueden invocar a la luz porque no la tienen? La tienen que buscar...