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Con esa frase la mente, solté la cuerda y disparé la flecha, que dio justo en el blanco, un pequeño espejo colocado sobre la pared de hormigón. El espejo se hizo trizas y cayó al suelo con la flecha atravesandole.

Entonces fijé mi vista en otro objetivo, un jarrón de cristal que se encuentra en una silla de una forma un tanto curiosa. Me agacho para poder apuntar mejor, cojo la flecha, tenso la cuerda y justo cuando mis dedos deciden soltarla, alguien me toca el hombro de una forma que me desestabiliza punto la flecha en vez de darle al objetivo, se acaba rompiendo por chocar contra la dura pared.

Me vuelvo furiosa, o más bien frustrada, ni yo lo sé. Quien literalmente quería que fallase ese tiro fue el mismo que, cómo no, me empujó: Kitsune.

Lo odio. Con todo mi ser

Narra Kitsune

No tardé mucho en fabricarme mi propia espada, minutos después ya estaba practicando con ella.

Hasta que empezó a fallarme. Me agache a recoger la hoja de la espada que se había salido de su sitio cuando un un ruido, como un chasquido, me sorprendió.

Un espejo que estaba colgado sobre la pared que tenía a mis espaldas, había sido atravesado por una flecha y ahora estaba en el suelo hecho trizas.

Alisson se acerca a recoger la flecha y vuelve a poner el espejo en la pared, como si nada. Yo me quedo ahí mirando como un imbécil.

Tiene buena puntería, eso hay que admitirlo.

Termino de remendar mi espada y me fijo en ella, está agachada y apunta hacia una silla. Me fijo mejor y me doy cuenta de que no apunta las sillas sino al objeto que está sobre ella, un jarrón con una forma indescriptible.

Hay una fuerza que me empuja hacia ella y yo tampoco pongo mucha resistencia.

Justo cuando va a lanzar la flecha hacia el objetivo, le doy un suave empujón en el hombro lo que hace que pierda el equilibrio y la flecha salga disparada hacia la pared.

Me encanta molestarla.

Se vuelve hacia mí con cara de pocos amigos y se levanta. Veo sus puños: los aprieta con fuerza, está enfadada pero prefiere contenerlo no sé por qué.

Se aleja a recoger su flecha sin decirme nada, de todos modos no hacía falta, su mirada ya me lo decía todo: quiere venganza

Atrapada en el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora