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Narra Nina

Me acerco sigilosamente a la cama de Alisson. Quiero darle lo que yo llamo un susto matutino. Soy mala. Lo sé.

Cuando estoy lo suficientemente cerca me fijo en que tiene la mano cerrada en torno a algo. De pronto se da la vuelta y lo deja al descubierto, es un cuchillo.

- Vale yo no asusto a una loca psicópata que duerme con un cuchillo encima - dejo escapar. De todos modo no me va a escuchar

El mismo cuchillo que tenía Alisson en la mano pasa a mi lado, haciendo que suelte un grito por el simple hecho de que me pilló por sorpresa. Creo que hablé demasiado pronto.

- Te he oído - dice Alisson levantándose de la cama - di lo que quieras, tengo mis motivos

- Gracias por despertarme de la manera más desagradable que existe - replica una voz con un tono sarcástico, es Yona que bosteza mientras se quita las sábanas

- Hay maneras peores - intento defenderme inútilmente - como por ejemplo el susto que le tenía pensado pegar a Alisson

Al oír eso Alisson se vuelve hacia mí y me fulmina con la mirada

- Ves por qué tengo mis motivos - replica

- Lo que tú digas - la interrumpo - aunque no veo sugiciente excusa para dormir con un cuchillo encima

- ¿Es que no me has oído? - me vuelve a replicar, esta vez, interrumpiéndome - TENGO MIS MOTIVOS Y PUNTO

Suspiro y decido no insistir. Me dirijo hacia las duchas y entro en una de ellas. El contraste del agua fría con el ambiente cálido de la habitación me despierta más.

Un escalofrío recorre mi cuerpo de la cabeza a los pies y me llena de energía. Creo que estas son unas de las pocas cosas por las que no me pegué un tiro en el pasado, el hecho de estar vivo y poder sentir es algo maravilloso que la mayoría desprecia sin más. Yo en cambio adoro este don que la vida regala a cada ser nada más ver la luz.

Cruzo la puerta y salgo de la habitación. Llevo puesto un pantalón corto con un curioso estampado que conjunta con la camiseta.

Camino hacia el ascensor inmersa en mis pensamientos. Hasta que me tiran de un empujón.
Ah, sólo es Mike. Igualmente le quiero retorcer el cuello como venganza.

- ¿Cómo es que siempre que nos encontramos acabas tirándome al suelo? - me dirijo a él alzando una ceja, lo que provoca su risa

- ¿Será por casualidad? ¿O no? - me mira de reojo y le asesto un suave puñetazo en el brazo

- Eso depende de ti - digo mientras entramos en el ascensor. Mientras baja me mantengo a una distancia de él, bueno a la que siempre suelo mantener con el resto. Para mí él es uno más. Por ahora es así.

Atrapada en el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora