Capítulo Siete.

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Me detengo hasta que dejo de sentir los pies y ruidos dejo de escuchar, aunque en realidad no sé en que momento los ruidos de las pisadas cesaron.

Pierdo el equilibrio, y apenas puedo estabilizarme al poner mis manos en el pasto duramente para no lastimar mi cara. Siento el viento recorrerme y al pasto mover mientras recupero el aliento... Y recuerdo no haber visto a Till, tampoco recuerdo escucharlo mientras corría.

Muevo mi cara, abarcando distintas zonas del parque, no hay rastro de su presencia misteriosa en algún lugar. Me incorporo y camino para buscarlo. De las pocas personas que hay corriendo o caminando, ninguna está sola o sentada en las áreas más alejadas.

Los nervios me recorren mientras siento el viento helado aún más frío al pensar en que pudieron haberlo alcanzado; solamente una vez había mirado hacía atrás, iba unos pasos adelante de él, y solo fue para ver a aquellos chicos populares persiguiéndonos como unos idiotas, presumiendo su superioridad numérica.

Si tuviera el nùmero de su teléfono podría marcarle, ya llevo varios minutos buscándolo y no hay rastro, no sé si se desvió, si al igual que yo está buscándome, o sí a su casa pudo haber ido...

"Eso es, pudo haber ido ahí." Pienso mentalmente.

Cierro los ojos, tratando de recordar el camino a su casa, el cual me es fácil recordar. Ayer lo acompañé a su hogar, puesto que estaba herido, herido por aquellos bravucones sin razón...

"Siento haber arrancado hojas de tu libreta de poemas y arrojarlas al escusado..." Es lo que había dicho aquél tipo. Ahora que lo pienso hay algunos rastros de hojas rasgadas en su libreta; resulta tan extraño todo esto.

Resulta tan confuso todo esto, ir hacía su casa, el haberlo ayudado ayer, el saber lo que le hicieron esos tipos ayer, no saber en donde está... Resulta tan confuso y extraño viniendo de un chico al que apenas conozco.

"Un chico al que apenas conoces y te obsequió su libreta de poesía por que lo ayudaste, un chico al que apenas conoces y comparten el mismo gusto por la poesía, un chico que te ofreció compañía hoy en la biblioteca." 

No deja de ser confuso todo esto, pienso mientras camino hacía su casa. Recuerdo haberlo visto por primera vez sentado en uno de los árboles más alejados del parque el primer día en un nuevo instituto, con su ropa de color negro completamente. Quien ahora me encuentro en su búsqueda.

Y es que ni siquiera sé que pensar, simplemente camino a su casa para ver si está ahí y si está bien. Si en su hogar no está, pediré ayuda a uno de sus familiares y... No, no creo que sea buena idea contarle a alguien puesto que ayer, cuando lo había visto en el parque herido, escribió en su teléfono que no llamara a alguien, y puede que aún no le cuente a alguien sobre los bravucones idiotas. Por algo lo pidió, a pesar de que esta sea una situación distinta.

Si no está, simplemente puedo pedir el número de teléfono de Till y comunicarme con él.... 

¡Jóder! Hace unas cuantas semanas terminaba de mudarme en esta ciudad, aturdido por dejar muchas cosas y recuerdos de mi anterior ciudad, en la que pasé la mayor parte de mi vida, dejando a personas muy importantes atrás, diciendo adiós a ciertas cosas por más que dolieran pero reuniendo la suficiente fuerza para hacerlo...

Y ahora estoy preocupado, supongo, por Till, un chico al que apenas conozco, a quien ayudé ayer. Alguien distinto de las demás personas es, una persona cuyo missterio no había visto alguna vez y no me imaginaba que fuera a haber. Me dirijo a su casa, sin saber si logró huir o aquellos tipos lo tienen.

Distingo su casa a lo lejos, mientras sostengo la libreta que me dió, como prueba de que lo conozco. Al llegar toco el timbre, segundos después escucho pasos cada vez más fuertes, hasta que la puerta color azul de la entrada se abre.

Lado oscuro, mirada perdida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora