Capítulo 17

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El Señor Bieber llamó a unos hombres para que vinieran a revisar la casa y sacar al hijo de puta que estaba en ella mientras nosotros nos íbamos a su departamento.

Al entrar a su departamento pude notar lo hermoso y varonil que era. La sala tenía sillones negros con una pequeña mesa de centro del mismo color y en frente un gran televisor plasma.

Las paredes estaban separadas por la mitad. Arriba tenían color blanco y abajo negro.

A un costado había una pequeña librería color marrón oscuro y logros separados según su color.

Al fondo había una pequeña cocina americana color blanco y luego había un pasillo que de seguro daba a los dormitorios.

No se podía decir que el departamento era pequeño. Todo lo contrario.

—Debes estar cansada. Le diré a Jenn que te prepare la habitación de huéspedes.—Dijo mientras tiraba su saco en el sillón.

—Gracias.—Realmente sí, estaba cansada pero dudaba mucho que pegara un ojo. Tenía mucho miedo de lo que podía pasar en mi casa y sobre todas las cosas que se habían llevado. A mí me había costado tener una casa como esa y me costaría aún más hacerlo de nuevo.

Después de un rato el Señor Bieber me dejó sola en la sala para irse a su cuarto y yo esperaba que el dormitorio estuviera listo.

—Ya está, Señorita..

—____ Cooper.—Me presenté ante la señora que salía del cuarto de invitados.

—Yo soy Jenn, un gusto Señorita Cooper—Dijo con un agradable sonrisa.

—Llámeme ____. No hay problema

Se notaba que el Señor Bieber la había despertado. Pobrecita.

—Gustaría comer algo antes de ir a la cama Señ--, ____?—Se corrigió de inmediato.

—No gracias, puede irse a la dormir también—Me dedicó una sonrisa y salió de la sala.

El Señor Bieber apareció con un pijama y no pude dejar de notar que se ajustaba perfectamente a sus caderas. Traía también una sudadera blanca, casi transparente que hacía notar sus trabajados abdominales.

Se veía condenadamente sexy, joder.

—No tengo ropa de mujer en casa, así que puedes ponerte esto para que duermas.—Me pasó una polera negra larga y unos bóxers, por supuesto todo de él. —La polera ya la había usado antes, pero está limpia. Y los bóxers están completamente nuevos.

—Gracias, Señor Bieber.—Dije sonrojándome un poco al imaginarme a mí con esa ropa.

Él se retiró a su dormitorio de nuevo y yo me fui al que por esa noche me pertenecería.

Me puse la ropa del Señor Bieber, la cual me quedaba completamente grande, hasta los bóxers, pero tendría que dormir con ello. Me veía bastante graciosa, la verdad.

A media noche desperté exaltada. Tenía lágrimas por mis mejillas y recordé la pesadilla que segundos antes había tenido.

En ella estaba en mi casa justo en el momento en que había escuchado un ruido en la cocina. Iba a ver que era y alguien me tocaba la cadera, igual como había pasado realmente. Lo extraño del sueño era que al darme vuelta veía a Polett ahí, a punto de enterrarme un cuchillo.

Vi el reloj y recién eran las las dos con treinta de la mañana. Era temprano aún pero yo no podría dormir más.

Me dirigí a la sala ya que en el dormitorio hacía mucho calor. Llegué a esta y abrí el gran ventanal que tenía. Me senté un rato en el sillón y coloqué mi cabeza en el respaldo de este.

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