Mi futuro cuñado

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Despierto por el sonido del teléfono. Jack sigue dormido y ver dormir a alguien a mi lado es algo nuevo.
Observó la pantalla del móvil y me congelo al ver que es Diane.
— Hola Diane. —contestó.
— Hola Mirella, ya te envié la dirección. Sólo dime la hora en la que puedes venir.
— Estaré allí a las seis. ¿Está bien a esa hora?
— Si, está bien. Adiós.
Cuelgo y me acomodo para seguir durmiendo. Cierro los ojos y siento los brazos de Jack rodeando mi cintura.
Me recorre las manos por las piernas y va subiendo hasta la cadera y luego vuelve a bajar a las piernas.
Me pierdo en el movimiento de sus manos y todo sueño que hubo en mí desapareció.
— Basta, me haces cosquillas. —digo retorciéndome cuando coloca sus dedos en mi vientre.
—Oh, basta tú. Si sigues moviéndote así despertarás a alguien más en esta cama.
Me toma un rato entender lo que había dicho.
—Eres un maldito pervertido. —le digo tratando de liberarme de él pero fracase en el intento.
De pronto se coloca encima de mí y  me hace más cosquillas.
— Oh detente por favor ¡Jack! —Grito pero él sigue con las cosquillas. Levanto las piernas y le doy un empujón, haciendo que caiga de la cama.
— Bien, me rindo. —dice volviendo a la cama. Me envuelve otra vez con sus brazos.
— Mmm.. Buenos días.
— Buenos días Princesa. —susurra.
¿A qué mujer no le gustaría despertar con un Buenos días Princesa?
— ¿Dormiste bien?
— Oh nena, tuve la mejor noche de mi vida.
— Me alegra saberlo.
— Y ¿Ahora qué? —Pregunta
— Necesito alistarme para ir a trabajar y luego ir a la casa de Diane.
— No, no hablo de eso. Quiero saber cuál es la relación que tenemos los dos ahora.
No tengo idea.
— ¿Tú qué piensas?
— Yo aceptaré lo que tu digas.
— Y sí digo que te alejes, ¿Lo harás?
— ¡Ni de broma! No lo haré.
— Bien, eso pensé...  Entonces hay que intentarlo.
— ¿Qué? —Pregunta con una sonrisa de oreja a oreja. —No estás jugando ¿verdad?
— Deja ya esa sonrisa estúpida.
— Oh ¡Diablos! Eres estupenda.
Hunde la nariz en mi pelo y puedo sentir su sonrisa. Su respiración se va acelerando, al igual que la mía.
— Jack... aún no se lo digas a nadie.
— ¿Por qué?
— ¿Qué pasa si esto no funciona? No me gusta estar explicando mi vida privada a otras personas. Además, Diane no nos puede ver juntos hasta el día del juicio.
— Esta bien. Ahora vamos a desayunar.

Entramos al ascensor tomados de la mano. Es raro estar tomada de la mano con Jack. No he estado en una relación desde hace siete años; todo un año lloré desconsoladamente por el final de una relación y en los otros seis años conocí a Jack, esos seis años fueron un veinte por ciento de felicidad y un ochenta por ciento de sufrimiento, tristeza, celos, odio, enojo y desamor.
—¿Quieres tener una cita conmigo?— Pregunta
— ¿Una cita?
— Si, mañana pasaré por ti a las siete.
— No te he dado mi respuesta.
— No necesito una respuesta.
— Idiota. Oye ¿Por qué Diane sabe mi nombre?
— Cuando ella todavía era mi pareja le hablé de ti. Le dije que tú me odiabas hasta la muerte. Esa es la razón por la que hoy iras a hablar con ella.
Pues, si te odiaba.
— Oh. Ya entiendo. Debo reconocer que Patrick es un genio.
El ascensor se abre y salimos del edificio, Jack se despidió deseándome buena suerte y yo me dirigí al trabajo.

La juguetera estuvo repleta de personas llevando juguetes. Muchas personas compran los regalos de Navidad a último minuto, era estresante escuchar el grito de los niños. Me libere de esos gritos unos minutos para salir a atender a Patrick, traía la grabadora y las imágenes falsas de Jack drogándose. Él también me deseó suerte, Camille también lo hizo mandando un mensaje a mi móvil.
Eso me inquieta más, porque ellos confían en mí y el problema es que yo no confío en mi.
Maldita sea. ¿En qué lío me he metido?

Tome un taxi para dirigirme a la casa de Diane. Nunca estuve tan nerviosa en mi vida. Siempre los nervios me ganan, pero esta vez tengo que vencerlos.
Llevo un regalo para el pequeño Elián. Espero que le gusten los carros a control remoto.
Bueno... es ahora o nunca. Toco la puerta y inmediatamente abre una mujer que lleva un uniforme celeste. Supongo que era la sirvienta, pero percibí que no lo era ya que lleva cargado a Elián en un brazo.
—Buenas noches señorita. Pase por favor. —me dice amablemente.
Debe ser buena en su trabajo, me habla con tanta afabilidad que me niego a no regalarle una sonrisa.
—Gracias. —le digo.
Antes de terminar mi entrada me quedo estancada observando a Diane esta espectacular. Se mantiene bien como para ser madre. Lleva un enterizo color negro con un collar a juego y unos zapatos de punta color vino. Luce muy elegante, lo que estropeaba todo es el excesivo maquillaje que se ha puesto, pero aún así luce hermosa. ¿Será un monstruo por dentro?
— Por fin te conozco. —dijo con una sonrisa falsa.
¡Guau! con esa sonrisa espanta a cualquiera.
— Aún no sé por qué sabes mi nombre. — miento y le devuelvo la misma sonrisa.
Si, querida. Yo también puedo jugar al mismo juego.
— Jack me dijo que lo odiabas. Oh espera, repito lo dicho: lo odias.
Sonrió para mis adentros.
Esto me está resultando divertido pero peligroso. Debo abstenerme de mis impulsos y actuar como si fuera una profesional.
— Por eso estoy aquí. Eh traje esto para tu hijo. — Le doy el juguete y ella le hace una señal a la niñera para que lo reciba.
¡Que altanería la de esta mujer! No soporto a las personas así.
— Bueno. Hay que hablar. Nayir lleva al niño arriba. — Dice dirigiéndose a Nayir.
— Supongo que tienes más posibilidades de ganar la custodia. Normalmente la madre se queda con el niño.
¡Eso es! Sigue así.
— Si, dime que tienes para mí.
Le entrego la carpeta que lleva las imágenes, ella la abre y se desconcierta al verlas, luego suelta una sonrisa maliciosa.
— Creí que Jack lo había dejado. Nunca creí que él volvería ese vicio.
— Contraté a algunas personas para que lo siguieran y eso fue lo que ellos descubrieron.
— Y dices que ¿no quieres nada a cambio? ¿Por qué lo haces?
— Dime tu primera. ¿Por qué le haces esto?
— Pues, con estas imágenes creo que ya tengo la custodia del niño. Le dije al juzgado que Jack era un drogadicto y que su familia es igual a él. Claro que sólo lo dije para ganar la custodia. Al ganar la custodia me iré a Canadá con Elián. Ahora dime tú. ¿Por qué lo odias?
— Tuve una relación con él en la escuela. Hizo que yo quedará en ridículo. Me engaño con cada mujer que se le cruzaba. Y yo por supuesto siempre le perdonaba. Hasta que me enteré que él dijo que yo era su perra a la que siempre usaba para tener sexo.
Hasta yo estoy sorprendida por lo que estoy diciendo.
— Eso sí duele.
— ¿Qué harás cuando llegues a Canadá?
— Tengo una pareja allá. Lo conocí hace un tiempo y me iré a vivir con él.
— Y ¿sí llegas a perder la custodia?
— Me iré de todas formas. No puedo dejar pasar esta oportunidad. Siempre quise irme de este lugar.
Ah.
— Dejarás a tu hijo.
— Estará bien. Jack no lo dejará, él ama a su hijo.
¿Cómo puede dejar a su hijo?
— Bien dicho. Si tuviera la oportunidad de irme, no lo pensaría dos veces. Tienes mucha suerte.
— Si. Bueno. Gracias por las fotos. Tengo un compromiso y ya tengo que irme.
— Bien. Espero una postal cuando estés en Canadá.
— Prometo mandarte una postal. —dijo emocionada.
Lo prometido es deuda. No quiero una postal de ella.
—Gracias. Y espero volverte a ver.
— Eso espero.
— Adiós.

Regreso a mi departamento y encuentro a Camille, Patrick y Jack sentados en el sofá, con cara de preocupación.
— Soy una maldita actriz. —digo alzando la grabadora.
Patrick da un salto y corre para darme vueltas en el aire.
— Oye que suerte que no le hagas caso a mi hermano. Tengo más posibilidades de salir contigo ¿eh?. —dice con un guiño en el ojo.
Le lanzó miradas de súplica a Jack para que me saque de esta pero el cabron se burla de mi vocalizando un Te amo.
— ¡En tus sueños Patrick! —dice Camille sin darse cuenta de la escenita que estoy haciendo con Jack.
— ¿Vamos a celebrar? —Pregunta Jack.
¿Quiere celebrar?
¿No está cansado?
Pues, yo estoy muy cansada, y me duelen algunas partes de mi cuerpo.
Algunas...
— Celebren ustedes. Estoy muy cansada. Sólo quiero ducharme y dormir.
— Vámonos. Mi futura cuñada tiene que dormir. — dice Patrick
— ¡En tus sueños Patrick! —Digo 
Jack sonríe y menea la cabeza.
Los acompaño hasta la puerta y Jack espera para salir último.
— Nos vemos mañana, cariño. —susurra.
Sonrió— Adiós cariño. —me despido en un tono juguetón.

Es Difícil Olvidar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora