CAPÍTULO 22 - Parte 1

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Copio los últimos apuntes que están en el libro y lo cierro.
Saco los demás libros y los coloco sobre la carpeta para llevarlos a la biblioteca. Se me ha hecho una eternidad terminar de leerlos. Por fin puedo cantar victoria.
Antes de salir, reviso mi teléfono y observo que tengo tres llamadas perdidas de Camille. Le devuelvo la llamada y contesta enseguida.
—Llevo una hora esperándote afuera.  ¿Por qué rayos tardas tanto? ¿Con quién estas?
—¿Qué? —pregunto desconcertada.
¿Ha venido a recogerme?
—¡Apresúrate!
Camino deprisa mientras guardo los libros en mi bolso. No me queda tiempo para ir a la biblioteca.
En realidad el tiempo es insuficiente este día. La fiesta de Elián es en dos horas y aun no tengo un obsequio. No he podido mantener la mente en blanco desde que Camille menciono a Jack. Desde ese momento he intentado comunicarme con él y explicarle lo que está sucediendo con Cory, pero él no responde mis llamadas.  ¡Agh! No puedo creer que me haya dejado convencer por Camille.
¿Qué se supone que le diré en cuanto lo vea?
¿Por qué siento que debería disculparme?
Quizá no responde mis llamadas porque está ocupado…
¿Por qué querría responder mis llamadas? Es claro que si yo estuviera en su lugar, estaría muy enojada. Él tiene todo el derecho a estar enojado conmigo.

Noto que tengo a Ángeles detrás de mí, dando zancadas con sus llamativos zapatos de tacón alto. Cualquiera podría notar su presencia con el tintineo de sus aretes, es como una oveja llevando una campana alrededor de su cuello. Es estresante tener ese sonido en clase.
Una vez en la calle, miro el auto de Camille estacionado al frente de una cafetería. Ella esta distraída en el móvil.
Bajo los escalones sin quitarle la mirada. Los chicos que pasan a su lado contemplan a la mujer rubia de veintitrés años, piel blanca y… con la extraordinaria capacidad de ignorar esas miradas de acecho.  
—¡Mierda! —Grito cerrando los ojos en cuanto doy un traspié.
Por suerte, alguien evita que no toque el piso y me ayuda a recuperar el equilibrio.
Eres una maldita idiota. Me digo a mi misma una y otra vez.
Agradezco al que me sostiene mientras recupero el equilibrio. Antes de levantar la mirada, veo las zapatillas de la persona que acaba de ayudarme. La única persona que tiene la letra A trazada de color rosado en sus zapatillas es…
—Retiro lo dicho. —le digo bruscamente a Benjamín.
Él no hace caso a lo que digo y me doy cuenta que esta petrificado mirando detrás de mí.
¿Quién… ¡Oh! Maldita sea.
Tenía que pasarme justo hoy.
Es mejor no montar un numerito porque mi rottweiler saldrá del auto a atacar.
—Tus modales me sorprenden. —me dice Ángeles.
Me giro y la miro desafiante.
¿Cómo pude plantearme ser amiga de ella?
—¿Quieres hablar de modales ahora? —mascullo.
Ella hace un movimiento de mano y Benjamin desaparece rápidamente de mi lado.
—Venia para disculparme, pero me arrepentí en el momento en que fingiste esa caída. —Se inclina a mí y me susurra —Zorra.
Respiro profundamente y trato de calmar las ganas que tengo de lanzarme a ella y demostrarle quien es la verdadera zorra, pero por más que desee quedarme y seguir con esta discusión, doy media vuelta. Qué bien que Camille siga enfrascada en el teléfono, me encamino al coche pero me detengo en cuanto escucho a Benjamín.
—Ella no se disculpara pero yo sí. Discúlpame por favor. Estuvo mal lo que hicimos.
—Eres un idiota. —Le dice ella.
Ella es… ¡Detestable!
Me doy cuenta que Camille dejó el teléfono y ahora está mirándome atentamente y de pronto se me ocurre algo para que Ángeles contemple lo zorra que puedo llegar a ser. 
—Enciende el auto. ¡Rápido! —Le digo a Camille, articulando en silencio.
Cojo el bolso y vuelvo a girar. Antes de sacar los libros, pienso bien en lo que estoy a punto de hacer. Me tambaleo un poco e intento contener los nervios. Escucho el motor del coche encenderse y trago saliva.
¡Ay dios! Allá vamos.
Saco los libros y ladeo la cabeza mirando a Benjamín. Le lanzo una mirada desafiante a Ángeles y prosigo con lo que idee. Me acerco a él, aleteando mis pestañas y con la sonrisa mas coqueta que puedo poner.
Me acerco hasta invadir su espacio personal, le entrego los libros y lo único que puedo notar es su rigidez. ¡Este hombre está más nervioso que yo!
Continua, Carter. No te distraigas.
—Llévalos a la biblioteca por mi ¿Si? —le digo cerca a su oreja, con voz tenue y seductora.
Espero cualquier aprobación por parte de él mientras miro de reojo a Ángeles, ella está fuera de lugar, pero cualquiera que pase a su lado podría notar la rabia que está teniendo ahora mismo.
Benjamín asiente y yo remato mi desquite con un beso en la mejilla.
Me alejo rápidamente de él y sin más me retiro lentamente. 
Todo mi cuerpo me grita que corra antes de que una guerra comience, yo voy a un paso lento pero no seguro. Ángeles podría atacar por atrás. ¿Puede hacerlo? ¿Si acelero el paso parecerá que huyo? No lo creo.
Acelero mi paso y veo a Camille boquiabierta y con las manos sobre el volante, preparada para huir de este lugar.
Cuando abro la puerta del coche, me parece escuchar a Ángeles acercarse. Le echo un vistazo, y sí. Esta acercándose rápidamente a nosotras, por suerte, yo ya me encuentro cerrando la puerta del coche.
Oh, cariño. Tardaste mucho en reaccionar.
Antes de que Camille ponga en marcha el auto, levanto la mano para despedirme de Ángeles. 
—¿Qué… qué está pasando? –dice Camille desesperada.
—¡Acelera! Nos va alcanzar. —Le respondo riendo.
Por una razón inexplicable esta situación me contenta demasiado.
Casi no hay tráfico cuando Camille sale de la facultad. Ella aun sigue asombrada por lo acontecido, no ha dicho ninguna palabra y eso es sorprendente. ¿Sera porque está conduciendo? Me pregunto que pasara mañana con Ángeles y Benjamín. Está claro que tendré problemas. ¿Abre puesto en problemas a Benjamín? Bueno… de todas formas es demasiado tarde para arrepentirme y no puedo permitirme pensar en eso ahora.                           
Entramos a una autopista despejada y siento la mirada acechante de Camille en mí. Claro, era de esperarse. Ya me empezaba a preocupar.
Ah. Demonios. ¿Qué se supone que le diré?
—Ya deja de hacerte la loca y habla.
Mierda.
—¿No puedo coquetear con alguien guapo? Estoy soltera… y tengo necesidades.
No puedo creer lo que acabo de decir.
—¿Necesidades? Por dios. Has estado soltera durante seis años. Invéntate una mentira más creíble o deja…
—¿Eh? —La interrumpo —¿Ibas a decir Dejamos de ser amigas? Tú… que infantil eres. ¡Bien! Ellos dos me drogaron. En realidad pienso que fue más ella que él, pero da igual.
Agito una mano para hacerle creer que el tema me tiene sin cuidado.  La verdad es que me inquieta saber qué es lo que pasara mañana. Quizá deba practicar un poco de Kung Fu.
—¡¿Qué te sucede?! —Chilla, sobresaltándome. —¿Tú también quieres seguridad? ¿Cómo puedes ser tan descuidada?
Cuando termina de gritar, escucho un sonido que proviene del asiento trasero. Me toma menos de un minuto para saber qué es lo que hay detrás de mí. Me quito el cinturón de seguridad y giro completamente mi cuerpo.
—No toques nada.
—¡Silencio! —Le digo, mientras abro una maleta azul, que lleva una tarjeta que dice *Feliz cumpleaños, Mikel* ¿Se habrá equivocado de nombre? –Oh mi dios.  —Empiezo a chillar cuando saco a un pequeño peludo color marrón.
Inmediatamente lo coloco sobre mis piernas y empiezo a jugar con él. Suelto una carcajada al ver sus pequeños dientes, lo hacen ver rudo y tierno a la vez.
—Eres un pequeñín muy travieso. ¿Por qué estás aquí? ¿Eh? ¿Estás aquí por esta loca?
¡Es tan lindo! ¿Por qué nunca tuve una mascota. Es una lástima que no permitan mascotas en el edificio. Sería de gran ayuda en esta etapa de mi vida.
Que patética me debo de estar viendo en este momento.
—¿Qué paso después? —Pregunta Camille al darse cuenta de mi repentino cambio de ánimo.
Paso que me convertí en una verdadera zorra.
—Nada. Bebimos y después ellos me llevaron al departamento.
Le miro de reojo. Definitivamente le he dado en que pensar, y en cualquier momento empezara a sacar sus propias conclusiones y sospechara que algo anda mal.
—¿Cómo se llama? —le pregunto a pesar de que acabo de ver el collar que lleva el pequeño… —¿Buzz Lightyear?  ¿Estás bromeando?
Ella sonríe manteniendo la mirada fija en la autopista.
—A Mikel le gusta mucho Toy Story.
—¿Mikel?
—El sobrino de Ethan cumple años hoy.
Ya veo…
Se hace el silencio y miro fijamente la autopista pensando si debería decir algo o solo mantenerme callada. Camille está sumida en sus pensamientos y me siento terriblemente mal al verla de esa forma. Hecho la cabeza hacia atrás y cierro los ojos. Soy una terrible amiga al no sincerarme con ella. “He echado todo a perder” digo, sin darme cuenta de haberlo dicho en voz alta. Rápidamente levanto la cabeza y miro a Camille boquiabierta. Ella me echa un vistazo y me doy cuenta de que se ha planteado estacionar el carro. ¡Mierda!
Me giro para devolver a Buzz a su maleta y prepararme para una interesante conversación.
Para cuando vuelvo a mi sitio ella me mira con una expresión seria.
—¿Vuelves a desconfiar de mi? —Me pregunta en voz baja.
¡Oh no! No es momento de pelear con ella… No es momento de volver a alejarme de Camille.
—Oye… —Le digo haciendo una pausa y pensar que voy a decirle ahora. No puedo mentirle. —Camille no es eso… solo que es complicado.
—¿Qué cosa es complicado?
—Dame tiempo. Es evidente que ya sabes que te oculto algo, pero aun no te lo diré. Creo que… primero quiero decírselo a alguien antes que a ti.
Y creo que se lo diré esta noche.
—La Hello Kitty y el chico rulitos están involucrados ¿Cierto?
—Sí. —Miro la hora y me doy cuenta que ya no me queda tiempo. —¡Se me hace tarde!
—Te doy una semana. No más. —Me dice ella poniendo en marcha el coche, haciendo que choque bruscamente con el respaldo del asiento.
Ajusto el cinturón y suspiro aliviada.
Salgo del cuarto de baño y me apresuro en buscar algo de ropa. Opto por un vestido, sencillo, bonito y que no me quitara tanto tiempo a la hora de ponérmelo.
Una vez vestida me hago la idea de que estoy perfectamente guapa sin maquillaje y corro a por el regalo de Elián. Es un álbum de fotos que le encantara —Eso espero— Camille fue muy buena en darme uno de los regalos de Mikel para Elián. Si no hubiera sido así aun estaría en la tienda de regalos pensando que comprar. Cojo las llaves, salgo del departamento y voy hacia el ascensor.
Entro y pulso el botón para que me dirija al primer piso. Antes que el ascensor llegue, recuerdo que tengo que llamar a Camille para asegurarme de que haya llegado bien a casa. Con esa extrema forma de conducir tengo que asegurarme de que este a salvo.  
Frunzo el ceño al darme cuenta de que tenía el teléfono en modo silencio y que no pude responder las llamadas de Patrick. ¿Qué querrá? Observo los mensajes y encuentro dos mensajes amenazadores de Ángeles y me propongo pensar en eso más tarde. El último mensaje es de… ¡Jack! 
Me pregunto si está bien que me entusiasme al ver que tengo un mensaje de él.
No, claro que no está bien que me entusiasme. ¡Estúpida!
Abro el mensaje y todo mi entusiasmo se viene abajo al leer unas cuantas palabras en la pantalla del teléfono.
                    “Estoy ocupado”
Dos palabras que terminan aniquilando el miserable día que he tenido. ¿Por qué me siento tan mal?
No puedo regresar con él, es peligroso. Me digo, cada vez que me pongo a pensar en nosotros dos juntos otra vez.
Las puertas del ascensor se abren. Algo dentro de mi me sugiere que deje todo y vuelva a mi piso. Pero por más atrayente que sea esa idea no podría hacerle eso a Elián. Le prometí que iría y no quiero verle llorar. Me aferro al regalo del cumpleañero y camino decidida en dirección a la salida para tomar un taxi

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⏰ Última actualización: Sep 16, 2018 ⏰

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