CUARENTA Y TRES

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—¿Qué hacía ella aquí? —pregunté, ignorando su pregunta.

—¿Podemos de hablar de eso más tarde? —preguntó con cuidado.

—Nos vamos. —dijeron rápido Andreina y Wendy, saliendo.

—No quiero a esa chica aquí, tomaré cartas legales con el asunto. —dije.

—Yo la llamé. —admitió.

—¿Qué tu hiciste qué? —pregunté, sintiendo la ira crecer en mí. 

—Te lo puedo explicar, no me gusta mantener enemistades... Quería quedar en paz con ella, pero parece imposible.

—¡COMO PRETENDES QUEDAR EN PAZ CON ALGUIEN QUE NOS QUIERE VER JODIDOS! —exploté, todo lo que no le había dicho las veces anteriores iba a salir de mí sin precaución. —¿Cómo se te ocurre dejar que ella vuelva aquí después de todo, Joel?

—Zaphir... Cálm... 

—¡NO ME VOY A CALMAR! —admití. —¡PARECE QUE NO PUEDES VIVIR SIN ELLA, SI NO ES ELLA QUE VUELVE, ERES TÚ QUE LA HACES VOLVER. 

—Zaphir... —pidió.

—No podemos estar bien nunca, estoy harta, ¡HARTA! 

Un ligero dolor me detuvo de toda discusión, corrí al baño, sentí un líquido salir de mí. 

—¡Joel! —grité. —¡JOEL! 

—¿¡Qué pa.... —sí se había asustado por mi reacción, pues ahora estaba blanco como un papel. 

—Busca a tu mama, vamos al médico. —lloré.

***
—No debes pasar por estrés, los bebés están bien... Fue sólo una advertencia. —me regañó la Dra. —Vamos a ponértelo así, debes estar en completo reposo, ¿Okay? —asentí, mirando apenada a Joel, él sentía que era su culpa.

—¿Está todo bien, Doctora? —preguntó mi suegra, no había dicho nada desde que llegamos.

—Por el momento sí, fue sólo una mancha de sangre... Hay que mantenerla en observación por Si esto vuelve a ocurrir mientras ella está en reposo.

—Está bien. —aceptó Joel.

—¿Cómo vas con los malestares? —me preguntó la Dra.

—En realidad, son muy pocas las veces que vómito, sólo me mareo cuando me enojo... Lo más normal son los pies hinchados y algunos dolores de espalda.

—¿Saben qué quiere decir eso? —preguntó.

Los tres negamos con un ligero movimiento de cabeza.

—Quiere decir que no deberías enojarte, y estar en reposo... No es que vayas a pasar el día en cama, pero inténtalo.

***
Cuando llegamos a casa, los chicos aún estaban ahí. Todos se veían genuinamente preocupados por como se habían desenvuelto las cosas.

—Antes de que armen un alboroto, los bebés están bien, Zaphir está bien... Sólo debe estar en reposo, evitar enojarse y estresarse. —avisó Patricia justo cuando entramos.

Sonreí al ver como todos sonreían aliviados, Joel por otro lado decidió acostarse y abandonarnos, me senté en medio de Richard y Erick. Ambos me abrazaron como pudieron y luego empezaron a acariciar mi vientre.

Todos de a poco entraron en tema, pero yo no me sentía bien emocionalmente. No podía olvidar la situación con Caitlyn y al parecer, Joel tampoco.

Al pasar de las horas, los chicos se fueron. Patricia, luego de hablar con Joel por horas, se marchó.

Decidí ir con mi futuro esposo para calmar las cosas.

—¿Joel? —pregunté, llegando a él. Me acosté a su lado con un poco de dificultad. —Lamento haber reaccionado así... —Me disculpé.

—La culpa es mía, ¿Sabes? —suspiró. —No debí hacer eso, yo te juro que jamás volveré a tener comunicación con Caitlyn.

Asentí, pero la verdad es que no estaba tan segura de confiar o no en sus palabras. Ya había escuchado cosas que aunque juraran no repetirse, volvían a pasar de una forma u otra.

—Podemos hacer esto, podemos hacerlo juntos. —lo animé.

—Estoy agradecido de que aunque sea un idiota, me entiendas y me Ames.

—No eres un idiota. —lo regañé. —Es lindo que no te guste estar mal con nadie, pero hay que pensar de las consecuencias que trae estar bien con todo el mundo.

Mi hermoso Joel asintió, se acomodó a mi lado, dejando su cabeza en mi pecho y un brazo en mi vientre.

—¿Cómo está la niña de Papá? —dijo, acariciando el lado derecho de mi vientre. —¿Y el hombresito de Papá? —pasó su mano a la izquierda.

Sonreí al sentir como nuestros hijos empezaban al moverse dentro de mi vientre.

—¿Qué nombre les pondremos? —pregunté.

—Me gustan Zael y Japhir me gustan, son únicos... Como tu nombre.

—Zael Pimentel, Japhir Pimentel... No lo sé, suena extraño. —admití.

—Okay, Jhael para él, y para ella Zafira, ¿Sí?

—Jhael me gusta... Sigamos pensando para nuestra princesita. —besé su pelo. —¿Te gusta Zahir?

—Siempre he pesando que tu nombre es árabe. —admitió.

—Mi padre quería que así sonara, y al parecer así sonarán los de nuestros hijos... Jhael y Zahir. —Reí.

—Pero Sarah y Sasha tienen nombres normales...

—Sí, Mamá eligió sus nombres, Papá eligió el mío. —le dije, acariciando su pelo en lo que él acariciaba mi vientre.

—¿Cómo es eso? —preguntó, confundido.

—Verás. —Sonreí. —Mamá me contó que ella y Papa planeaban tener cuatro hijos, entonces, sin importar el sexo, Mamá ponía nombre al primer hijo, Papá al segundo, Mamá al tercero y Papá al cuarto... Papá se llamaba Said, Mamá se llama Zamantha... Entonces Mamá usó la inicial de Papá y Papá la inicial de Mamá.

—Me gusta escucharte hablar sobre tus padres, es interesante... Será hermoso verte hacerle esas historias a nuestros hijos. —aseguró.


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ATENTAS QUE VIENE OTRO CAPÍTULOOOO xx


Tu luz (Joel Pimentel, CNCO). >EN EDICIÓN<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora