TREINTA Y SIETE

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Sonreí al recordar la agradable cena que hicimos por y para Zabdiel. Se había mejorado antes de siquiera agriparse bien. Celebramos también el primer año de los chicos como CNCO, por esto pasé los siguiente días leyendo hermosas cartas que las fans le habían enviado. También vi montones de regalos que los chicos agradecidamente atesoraban. 

—¿Porqué tan feliz, señorita? —preguntó Joel entrando a la cocina, no sabía que había llegado. 

—Hola amor. —saludé.

—Hola, preciosa... —sonrió. —Ven conmigo, te tengo una sorpresa. —lo miré atónita. 

—¿Qué? —pregunté, curiosa.

—Ven, vamos a vendarte los ojos. —sugirió, sacando de su bolsillo una venda negra. —Acércate. 

Lo miré dudosa, pero sabía que no habría nada malo detrás de todo esto... Me acerque, verificando que todo estuviera en orden en caso de que saliéramos de nuestro apartamento... Del cual, por cierto... Sarah y su familia se habían ido, pero no por problemas... Sino que no se sentían cómodos aquí. 

Joel vendó mis ojos con cuidados y se aseguró de que la venda no me hiciera daño. 

—¿Ves algo? —asentí. —¿Por dónde ves? 

—Veo algo... Negro. —reí.

—Tonta. —Rió, suspirando. Con cuidado tomó mi brazo y lo envolvió en su cintura. —Bien, amor... Bajaremos las escaleras con cuidado, no quiero que nos pase nada y mucho menos a nuestros angelitos.

Asentí, asegurando mi agarre y luego siguiendo su lenta caminata. Escuché como cerró la puerta detrás de nosotros una vez que salimos del apartamento. Con cuidado bajamos los numerosos escalones que, para mí, parecían infinitos hasta que llegamos al parqueo. 

—Bien muñeca, ahora subirás en un auto junto a mí. —informó.

—Está bien. —susurré, manteniendo el firma agarre. 

Con cuidado, Joel me puso dentro del auto, me acomodé y escuche leves risitas a mi lado, toqué con un poco de brusquedad hasta que mi mano chocó con una pierna. 

—Andreina, Wendy. —dije, muy segura de mis instintos de reconocimiento.

—¿Cómo supiste que eramos nosotras? —¡BINGO!

La puerta se cerré y luego se abrió otra, supuse que Joel no iría a mi lado, ya que mi otra mano al alzarla chocó con el cristal de la ventana.

—Conozco sus risas... —toqué la venda con cuidado de no quitarla. 

—No te la quites, espera a tu sorpresa. —dijo Wendy, riendo junto a Andreina.

Esto tenía mis nervios de punta, no tenía ni la menor de lo que había planeado Joel. 

El camino fue relativamente silencioso. Conté las veces que el auto se detuvo pensando que habíamos llegado a nuestro destino, un total de veintidós veces hasta que escuché a Joel.

—Es hora. —murmuró mi novio. 

Atenué mi audición, las puertas delanteras se abrieron pero las traseras no. 

—¿Wendy, Andreina? —tanteé, nerviosa.

—Nos toca, vamos Wendy. —dijo Andreina. 

—Vamos Zaphir... Sal por este lado con cuidado, nosotras te guiaremos a tu destino. —dijo Wendy.

—¿Porqué no me lleva Joel? —pregunté, Nerviosa... Por instinto tocando mi abultado vientre.

—Ya verás, tranquila. 

Seguí sus instrucciones y bajé con cuidado del auto, cuando estuve fuera pude sentir el fresco aire golpeando mi rostro. Las chicas tomaron cada una, una de mis manos y me guiaron con lentitud y paciencia hacía la sorpresa. 

—Ay, estoy tan emocionada. —confesó Andreina. 

—Eres muy afortunada de tener a Joel... En serio que sí. —le siguió Wendy.

Nuestra caminata cesó, atendí a mis sentidos... Aire frío pero fresco, podía escuchar algunos murmullos y unas cuantas risas.

—Gracias, chicas. —Joel. 

Extendí mi mano con cuidado hacía su voz, pero no logré tocar nada.

—Tranquila, muñeca... Toma asiento, ven. 

Sus manos fueron a mis hombros, di unos cuantos pasos guiada por él hasta que me paró.

—Listo, siéntate. 

Con su ayuda, tomé asiento... Coloqué mis manos en mi vientre y lo acaricié. Escuché sus pasos alejarse, pero otros acercarse. Unas manos tocaron mis hombros pero no pude distinguir de quien era el tacto, no había hablado ni hecho nada por el estilo.

—¿Listos? —preguntó Joel, no escuché nada. —Renato, ya puedes quitarle la venda.

Mi corazón se aceleró, nervioso y emocionado. Finalmente vería la sorpresa. El delicado sonido de la música llenó mis oídos, recién la ponían. Renato retiró la venda de mis ojos y aprecié el entorno. 

Estábamos en un hotel, en algo parecido a una hermosa terraza cerca de la piscina, todo estaba decorado con fotos mías con los chicos, mi familia, mis amigos y amigas... Pero especialmente, fotos con Joel. A unos cuantos metros de mí se encontraban los chicos, parados sobre una pequeña tarima. Delante de la tarima estaban Damián, Thomas, Andreina, Alec, Wendy, y Sarah. Cada uno con un cartel en la mano, pero no revelaban el contenido.

Sentados cerca de mí estaban Sasha, Mamá, Ryant con Bryan, Renato, La familia de Joel, algunos familiares de los chicos, y unas cuentas personas más.

¿A qué se debía todo esto? 

El ritmo de "Primera Cita" empezó a sonar, comprendí que era para mí cuando los chicos empezaron a cantar, y en la pantalla detrás de ellos empezaron a salir fotos mías junto a Joel, lágrimas de felicidad se resbalaron por mi mejilla. 

Luego del pequeño de solo mi amado mexicano, este bajo del escenario y caminó hacía mí. Me paré a abrazarlo.

—Te amo tanto. —murmuré en su oído. 

—Yo más a ti, muñeca... —me guió a bailar junto a él lo que quedaba de la canción, cuando esta finalizó sus labios fueron a los míos, al termino del beso sus ojos se quedaron enganchados en los míos.  —Zaphir... 

El silencio reinó entre nosotros cuando la música paro totalmente.

Joel se arrodilló y sacó una cajita roja de su bolsillo.

—Somos jóvenes, en ti tengo a mi mejor amiga, mi novia, mi amante, mi todo. Estando contigo no me hace falta nada, estando contigo soy el hombre más feliz del mundo... Zaphir, ¿Te casarías conmigo, mi preciosa muñeca? 

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QUE LE HAGO YOOOOOOOOO, EL AMOR ES ASIIIIIIII TARARARNNNNNN

Tu luz (Joel Pimentel, CNCO). >EN EDICIÓN<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora